lunes, junio 18, 2018

Hey!

Dieron las 11 en punto y el se fue. Yo me quedé como siempre, mareada pensando que lo había soñado.

No todos los días son iguales, hay días que pienso que el teléfono sonará antes que yo lo revise. Que al abrir las cortinas, el día será milagrosamente soleado y que habrá pan caliente esperándome para el desayuno. Pero vivir sola no es así. La mayoría son días de sobrevivencia, bailar sola con las ventanas abiertas, querer mostrarle al resto que bien lo haces. Sonreír al espejo y querer que alguien te vea bonita como te ves tu cuando estas despeinada y que alguien sepa qué comes, cómo duermes y en qué sueñas. Levantarse sin zapatos en la madrugada cuando la guitarra se ha caído de la cama y en lugar de enojarte pensar que es un ser vivo que pide que lo acaricies, que le rasques la espalda, que lo rasgues hasta que salga una canción.

Y ahora pienso que el problema de ciertos días no es que extrañe a alguien en especial, sino que me doy cuenta que no me basto yo sola. Que quisiera a alguien mas para mirarme, para quererme o pelearme. Alguien para hablar o ignorar, tener un nombre encima de la lengua para las veces que quiero repetir te quiero. Y tener el recuerdo de una cara encima mío para cuando me toco y toco y  quiero llegar al orgasmo.

Hay una canción que me atrapó hoy, no es por la letra. Es fuerte y sensual a la vez y tiene mucho de la voz de desidia que se tiene cuando le dices a alguien: Hey, estoy intentando conocerte. Hey, a dónde vas? Sabes que muero si te vas.

Con todo este asunto de la modernidad y que nadie se quiere sentir dueño de nadie, porque no es elegante decirlo ni pensarlo. En este tiempo en que nadie quiere ser poseído por nadie, porque quiere seguir en ruta, buscando una manzana mas roja, la mas jugosa, la que sea perfecta. En que no quieres realmente a nadie, porque vives en la eterna ruta hacia el final del arco iris, siento que ya nadie ama con pasión. Que el miedo nos invade incluso a la hora de decir Me gustas, te quiero, te deseo. Es mas fácil lo aséptico de la informalidad, la mediocridad del amigos con derechos. Esa cosa mohosa de Mejor sin compromisos y a corto plazo. Porque así no duele y no hay líos ni problemas posteriores y en eso...

Uh!

Te quedas a la mitad. A la mitad de todo. Pierdes. En esa carretera polvorienta que te conduciría a la playa azul prometida y de la que ya no sabes como salir ni a donde llegar. No tienes contigo lo que te daba miedo querer. Quieres con doloroso capricho lo que te da demasiado miedo obtener. Y en esa mazamorra de sentimientos, llega Junio con sus lluvias constantes y oscuras. Con sus mañanas grises que parecen indicar desde temprano el final del día y aquí me sigo preguntando, Qué demonio habita entre nosotros? Que me siento atraída y frustrada de querer y no querer-te?

Uh!

Estaba intentando conocerte...pero no puedo con Junio, con la mitad del año por delante esperando engullirme con fauces poderosas. No tengo tiempo para llorar mis malas decisiones o para echarme a dormir la siesta que mi cuerpo desea. Me tengo que ir y olvidarme de todas estas mierdas existenciales, de hablar en tercera persona. De escribir, de maltratar el pincel y la guitarra por igual. De sentir que no hay nada suficientemente grande para tapar todas esta grietas, estos miedos, esta necesidad de sentirme en equilibrio para al minuto siguiente perderlo.


Hey, quizá si. Quizá si hayamos estado encadenados.






Suena: Hey- Pixies

viernes, marzo 23, 2018

Irina

Casi al final del amor, Irina se mira en el espejo del ropero y no puede evitar decir lo que ha pensado toda la tarde:

-Ven mejor en las mañanas, cuando no tengo panza y me siento bonita.
  • De qué panza hablas, mujer? Ni siquiera la he visto.

  Es mentira, pero Luciano lo dice con cierta dulzura. Le gusta bajar la cabeza hasta sus muslos y  arrastrar la cara sobre su vientre sintiendo el rumor de sus tripas. Eso le conforta, hay una sensación de realidad que le da piso después de haber estado todo el día mareado pensando en ella.

Irina hace un mohín incrédulo, se tuerce en la cama como un gato y se acurruca  frente a el junto a su pecho.

-A dónde viajarás hoy?

El le dice su itinerario de la semana con voz calmada, mientras pasa su dedo índice por esa cara ovalada y el perfil lleno de pecas. No hay nadie mas en quien pensar que en ella mientras está de viaje.  Abre y cierra los ojos  adormitado frente a la ventanilla del tren y piensa en ella a gusto, sin que nadie lo moleste. Sin que vengan los hijos a pedirle que participe en sus juegos o la mujer a reclamarle dinero o cualquier cosa ordinaria y absurda. No están los jefes ni los demás empleados para interrumpir su ensueño, solo está la imagen de Irina apareciendo detrás de las lunas del tren mientras avanza de lugar en lugar, viendo como los cables de luz hacen panzas al caer entre los postes. Puede imaginársela como quiera, a veces feliz y otras triste. Existe Irina fuera de sus pensamientos realmente? Fuera de esa cama destendida? A menudo se la imagina flotando como en un sueño al que no puede regresar cuando desea.

Es una agonía, en cambio, para Irina cada vez que él se va. Suele preguntarse si de verdad volverá a ella o si esta vez será la del último encuentro. Entonces trata de tocar su cuerpo  magro lo mas que puede, uniendo con un pálido dedo las cicatrices que poco a poco ha ido descubriendo en su piel, territorio agreste propiedad de otras manos y otra boca. Cicatrices de todas las épocas antes de ella. La del mentón estrellada y hundida y la del empeine en forma de pluma, las pequeñas en los brazos y piernas, la brutal en el abdomen, con sus bordes elevados como el perfil de un cráter que ha tratado de engullir un fuego. Cada sesión suele preguntar sobre el origen de alguna y siempre hay una historia interesante detrás de aquella,  que el recita con voz ronca y profunda desde el decúbito. Ambos miran al techo entonces y esa voz que es mas calmada que la que usa a diario mientras trabaja o dirige a la familia, esa voz de relator de historias, que es solo propiedad de ella, de cuando dormitan en el lecho, cuenta historias de cuando era el niño que se caía de la bicicleta al ser perseguido por sus compañeros, hasta cuando era el joven Luciano peleando por sus primeras decepciones amorosas y luego,  las historias del hombre hecho a porrazos, ese mismo hombre que ahora ella tenía entre las piernas ajustado en un abrazo íntimo y suave, como si todo lo valioso y etéreo de este mundo solo cobrara territorio real en esos dos palmos entre su abdomen y su pelvis.

-Me escribirás esta vez? Susurra ella debajo de su rostro, su perfume asciende entre su barba como una brisa
-Sabes que siempre lo hago- le dice pegando sus labios a la frente fruncida de ella, intentando que confíe.
-Si, si, ya sé, me escribes cartas mentales todo el tiempo. Me pregunto donde las guardas?- dice ella con impaciencia, intentando apartarse de su abrazo de oso.
-Aquí, donde más? Donde tu habitas- y luego se señala el velludo pecho que ella acaba de arañar hace unos minutos.

Irina se recuesta ahí por un rato. Tras la ventana hay una nevada intensa que hace que el hogar se sienta mas confortable de lo que en realidad es. Una habitación pequeña y lúgubre con el abrigo de Irina colgado en la pared y una foto a blanco y negro de un hombre domando un potro. Las luces afuera son de un ámbar mortecino de fin del mundo. Amaría que fuera así siempre, que cada tormenta lo obligara a quedarse con ella. Que las comunicaciones estén bloqueadas, que no deba irse nunca y la vea despertar en la mañana y enterarse así como despierta. Como es que inicia su rutina diaria sin él, pensando en él.  La noche es larga aún pero a cada instante parece que se acabara, de lo perfecta que transcurre. Luciano abrazado a ella, besándole la frente hasta que se duerma, sus piernas sobre las suyas. El latido acompasado de su pecho bajo su oído. La panza  de Irina truena de hambre entonces, es la realidad que aparece entre ellos. Eso que a el le da noción de tener piso y a ella la devuelve a la angustia.


sábado, marzo 17, 2018

Aunque no sea conmigo

Sabes? Estoy en ese momento de la vida en que al sentir que haz perdido repentinamente a alguien no haces nada mas que recordarlo. Hoy por ejemplo, leí un cuento que me sobrecogió por su final y quise correr a contártelo. No sé, como si te importara. Como si alguna vez hubiéramos hablado de los libros que me conmovían, de algún autor mío que a ti te hubiera dado tanta curiosidad, que al pasear solo por ahí te habría dado la imperiosa necesidad de leerlo para saber que sentía.

Bobadas mías, lo sé. Estoy en ese momento del tiempo, ese en el que cada frase que hubieras dicho cobrara importancia y significados que antes no tuvo. Y siento, como ninguna otra noche que debimos haber hablado mas y pasado mas tiempo juntos …Ja, Como si hubiera un momento del día en que no hubiéramos hablado, no? Es que esa era la droga pues, la que te hace ir cada día por mas, la curiosidad, una historia a la mitad, un cuento mas de las mil y una noches  de esos que hablan de sitios distantes como Samarkhanda y de gente rara como sultanes, odaliscas o  Príncipes de Persia. Así te ubico ahora en mi mente, en un lugar lejano que ya no existe el mapa o que cambio de nombre y al que no se como regresar. Como en el sueño que te conté, recuerdas. Un sueño en el que volvía a una playa buscándote y luego olvidaba tu cara y al final olvidaba a quien buscaba o por qué lo buscaba, solo quedaba yo en la playa, angustiada. Mis miedos. Claro, siempre mis miedos.

Esta noche me siento particularmente sensible, ignoro si fueron las películas independientes, el blues, los cuentos de Nabokov, ese dibujo a lápiz que me salió con cara depresiva y boca torcida. No sé si se deba a que es viernes y que no he querido salir a pesar de estar lista hasta para una foto. No sé que es lo que es y lo adivino en demasía.

Te echo de menos y lo hago porque se que no te volveré a ver y eso debo aceptarlo, tal como que la tierra gira, aunque no sepa ni para donde. Te echo de menos, porque no sabría con quien mostrarme tal cual, cuando soy sensible o cuando estoy irritada, o cuando tengo dudas o cuando soy enfáticamente carnal y quiero acariciar mi ego contigo. Si y que me mires y digas alguna cosa que haga sospechar que quieres verme. Aunque no ocurra, pero igual es rico. Sentir que te desean y sentir que hay alguien en quien pensar durante las horas insípidas del trabajo diario.


Escribo esto, porque se me cae el alma al piso de solo pensar que no podré decírtelo. Ni contarte nada de lo que me pase en el día, ni tratar de encontrar soluciones para tus problemas usuales como si fueran los míos, como si tu fueras yo. Haz sentido alguna vez eso? Que eres un reflejo de otra persona? Que quieres que sea feliz a como de lugar? Aunque no sea contigo. Obvio. Aunque no sea conmigo.



PD.  Me niego a escribir un cuento sobre ti. 

jueves, marzo 08, 2018

Two strangers

Al caer la tarde el cielo en la costa me pareció del mismo color tornasol que la primera vez que me despedí de Sao Paulo creyendo que podría volver cada vez que quisiera. Allí había crecido como persona, por dentro. Fueron horas de conversaciones sobre la vida, pegados a una cerveza y a pizza barata. Entonces el olor paulista se me quedaría para siempre en la nariz, porque por aquellos días sentí esa ciudad como un invernadero gigante que me hacía florecer por dentro.

Esta tarde en Lima al comprobar que el verano se había ido para siempre y que ahora necesitaba vestirme para poder fumar en el balcón aguzando la vista en busca de los parapentes de colores sentí en medio de una lágrima que se coagulaba con el viento, que era el mismo cielo de aquella vez y que una nunca deja de crecer. Se marchitan algunas hojas y flores, el camino hacia el corazón se llena de espinas, pero siempre hay nuevos frutos por recoger.

Acababa de despedirme de el, pero sabía que no le haría un cuento como le había bromeado días atrás. “Yo siempre escribo un cuento  de las parejas de las que me despido”. Me pidió que no lo describiera como un cretino, quizá no se dio cuenta que acababa de referirme a el como pareja. En realidad habían sido 40 días y 40 noches de una dupla que necesitaba contarse todo. El se había vuelto un libro abierto y me dejaba leerlo. Qué lujo pensaba yo, mientras trataba de no interesarme, de no poner demasiado corazón. De que me gustara menos a medida que mas sabía.

A menudo las mujeres nos enamoramos así, pero yo ya me sabía el camino y no comería de ese pastel tan apetitoso. El hombre guapo, inteligente y conflictuado, solía ser un coctel molotov en el corazón de cualquier mujer con una pizca de sensibilidad y ganas de observación. Y yo ya no tenía tiempo para eso. He pasado la edad en que ofrezco mi cabeza gratuitamente a la guillotina. Pero ahí estaba el, día a día para mí. Mezclando sus conflictos con los míos. Creyendo en el amor, queriendo entregarse. Una versión masculina mía, casi mi alma gemela.

Ha sido duro decir adiós. La verdad no lo he dicho. He salido de puntillas de esa habitación deseándole suerte en lo que se proponga hacer. Deseándole suerte en el amor que tiene marca registrada para otra. Me pregunto si le haré un cuento. Le he hecho mil retratos. No lo sabe. Tampoco sabe que me duele el cuerpo ahora como si al dejarlo me hubiera invadido una enfermedad fatigante, con la que tendré que lidiar aun unas semanas mas. Mientras tanto trataré de no cruzármelo en ninguna parte. Rogaré por que su cara feliz no aparezca en otra revista social y que su numero sea olvidado para siempre, así como sus frases, su forma de enfocar la vida, sus consejos de hermano grande. Trataré de olvidar su cuerpo, su piel sobre todo, salada junto al cuello. Sus cabellos frondosos, su nariz cortada con cortaplumas y su mirada profunda desde otro mundo. Trataré de olvidar todo eso, aunque cada vez que vea el mar y un atardecer vainilla de final de verano me recuerde que el destino no tiene en nosotros ningún favorito.


“…Puedes que hayas nacido en la cara buena del mundo. Yo nací en la cara mala. Llevo la marca del  lado oscuro…”

domingo, febrero 11, 2018

Un sombrero para la noche

Ahora yo tengo la misma edad que el aparentaba en ese entonces. A pesar de ser mucho mas joven que yo y mas infantil en muchos aspectos, su calvicie incipiente y sus maneras de viejo lo hacían aparentar la edad que yo cargo ahora. Mis amigos solían compadecerme, pero yo era una novia feliz hasta el día que dejé de serlo para cuestionarme por todo. Por la decisión que iba a tomar, por la vida que pretendía llevar a cabo, por mi paso inexorable de su mano a la vida convencional y de buenas costumbres de la que había huido desde mi primer noviazgo. Nunca estuve lista y quizá nunca lo estaré, pero he dejado de culparme. Ahora, él está casado y la sociedad lo aplaude, yo sigo sola y soltera. No hay público para mi. El telón ha caído y yo estoy en el escenario sola, cantando en voz baja.


Mientras camino por San Isidro casi a la media noche con el sombrero de ala blanca y las manos llenas de bolsas y libros sin importarme nada, pienso si yo también aparentaré esa edad en que las mujeres solas pasamos a ser objetos de chismes mal intencionados en las reuniones sociales o de olvido en las agendas de citas. El vestido azul marino no me llega a cubrir las rodillas, vuela un poco al viento cuando cruzo la avenida y un grupo de jóvenes hiptsers me dejan rebasarlos, mientras ríen. Quién seré yo para ellos en ese momento? Una loca que usa sombrero en la noche? Una vieja dama? Aun no llego a tanto. No llegamos, pienso con una sonrisa, porque entonces vuelvo a pensar en él -el nuevo él- y en nuestras charlas sobre la trascendencia. A todos los que estamos terminando los treintas se nos viene el bajón de pensar en la eternidad y la trascendencia?

Las calles son tranquilas y de escaparates iluminados, algunos toman cafe y otros fuman cerca a la pista. Hay nuevos restaurantes que no conozco, a los que en otro tiempo me hubiera gustado visitar en pareja. Recuerdo entonces lo difícil que es remolcar a un hombre para salir a cenar tarde  o tomar una copa de vino por el solo hecho de que quieres estar fuera de casa. Me fatiga la casa. La serenidad de lo cotidiano, de los temas de charla doméstica. Del televisor siempre encendido o peor aun! Del pavor de esas noches en que no hay televisión, ni sexo,  ni nada de que hablar, porque no nos unía ya nada. No he hecho mal en huir de una vida que se vislumbraba mala, pero debo dejar de repetírmelo y dejarme ser. El, mi nuevo él, me insta a que sea feliz como soy. No lo extraño cuando veo esos restaurantes de gente animada y ruidosa, no me lo imagino en una cita conmigo. No imagino ningún espacio concreto en donde compartir cosas usuales, mas que en una cama. Mi lugar tan predilecto como temido. 

Me siento en las habitaciones de hotel como en una jaula de la que me da prisa liberarme. Amo las ventanas abiertas y que la ciudad se extienda afuera, haciéndome sentir parte de ella. Pero encerrarme con alguien solo a dormir y hacer el amor me hace sentir descolocada. Me agrada mi habitación donde en verano se puede tomar el vino helado y el viento peina fresco los cabellos. Me agrada mi vida solitaria, de escribir en la cama. De pasearme desnuda por casa, tomando fotos que a nadie muestro y dibujando a lápiz la gente que habita mis recuerdos. Y me gusta fumar cuando me siento muy sola y triste, para sentirme un poco rebelde, aunque ya no lo sea y beber hasta que me de cefalea para sentirme la adolescente que cruza límites que no debe. 


Eres la persona mas afortunada del mundo, no lo dudes, dice él y le creo, porque a veces necesitas creer en alguien, un cable a tierra fascinante que te sujeta y te suelta. Y sentir que no le debes nada, que no habrá nada a futuro, que es algo pasajero pero entrañable y que eres feliz por no haberte corrido al reto. Me gusta mi vida tal cual, salir a caminar, beber helados de yogurt cuando acabo de comprar nuevos libros que quizá no leeré ni este fin de semana ni el próximo y tomar cafe sencillo, recién molido en Miraflores. Me gusta Lima. Nunca me ha gustado tanto como ahora, que tengo tiempo para ser yo y hacer lo que me de la gana. Nunca he sido mas rica que ahora, nunca me he sentido mas acompañada…pero eso, también debo dejar de repetírmelo.

domingo, febrero 04, 2018

El Guerrero Azul

Las calles de aquel triste país dirigíanse todas al mar. No, no es que venían de la orla costera  y se derramaban entre plazas, mercados y casitas grises hacia las montañas,  sino que dirigían a todos sus habitantes en algún momento de sus vidas al mar. Unos irían a matarse de amor y otros para volver a nacer.

Ese mar era mágico y taciturno, de un azul tan oscuro que no permitía saber si habría peces en su interior. La arena era también negra y fina bajo los pies y se quedaba entre los dedos al volver a casa. Los granos de arena solían ser tan finos que no importaba cuantas veces volvieras a la ducha siempre había alguno que se quedaba en la raíz del cabello, en los oídos o en alguna ropa y te acompañaba por el resto de la vida, en todos los viajes cercanos o lejanos. Los que te sacaban del continente o los que irremediablemente te devolvían a el.

En ese país de eventos lejanos y pasados había nacido un mes de Mayo un guerrero sin lanzas ni armadura, que se debatía en estrepitosas batallas que sucedían a diario e irremediablemente cada atardecer en el momento en que la bruma llenaba la costa y enceguecía a los marineros y los curiosos. No todas esas batallas terminaban en victorias, sus heridas sangraban entonces y mojaban el negro territorio de rojos hilos de borgoña y fresa. 
Al levantarse la bruma con el primer brillo del día siguiente había un nuevo mapa de sangre que trazar y con eso también nuevos caminos y nuevas direcciones a donde dirigirse. El las tomaría todas a lo largo de su vida. Interpretaría cada mancha en la costa y el asfalto y buscaría salir de allí sin darse a la mar, sino en la dirección contraria. Porque quizá haya un cielo diferente, pensaba, un cielo que no se moje como miga de pan en ese océano oscuro. Un cielo donde el final de los hombres fuera diferente.

No todas las batallas eran perdidas, sin embargo. Había días para festejar, días en que no se sangraba ni se lloraba. En que no se mordía el polvo del paso de los otros. Esos días el color naranja intenso del atardecer se prolongaba varias horas, haciendo dorado el perfil de la ciudad de adobes, volviendo anaranjados los árboles y brillantes los caminos. Esos días estaba muy claro a donde debería dirigirse, podía vislumbrar la salida al otro lado del laberinto oscuro de edificios y estatuas que hablaban desgracias desde su herrumbre. Esos días se manifestaba en el, una alegría absoluta y llena de esperanzas, sus pasos se hacían veloces y se levantaba en cada uno con el poder recién encontrado de volar desde las cenizas! La ciudad se veía hermosa entonces, había magia en cada ventana convertida en oro. No había dolor ni apatía, en ese precioso tiempo en que el día entregaba su último aliento a la noche, el guerrero corría rápido hacia las puertas lejanas que lo liberarían de su diaria lucha contra sus demonios personales.

Corría veloz en dirección a las montañas, pero algo siempre volvía a enlentecer su paso. Una voz, una sonrisa, la suavidad de unos cabellos, la proximidad de unos pies pequeños golpeando la calzada, la duda de que alguien mas en esa ciudad de pobres corazones corría como el y  también necesitaba que le mostrasen el camino de salida. Detenía en ese momento su paso presuroso de huida y llamaba por ella, con ecos que resonaban en todas las puertas cerradas y techos asimétricos, sin que alguien acudiera a su llamado. Esperaba, no cinco, sino diez, treinta minutos... El atardecer se cerraba sobre él implacable como el tiempo y daba paso a la noche llena de sombras que borraban los caminos y las señales de salida, sin lograr nunca llegar a conocer al fantasma dueño de la voz que lo instaba a quedarse y liberarla. 
Alguien en esa ciudad también gritaba sálvame al llegar el ocaso, pero podía ser solo un invento de su mente. Un perfeccionado y diabólico mecanismo de defensa que aparecía palpitando en su corazón justo en el momento que estaba listo para marcharse.


Ella, la voz, solía ser el premio a sus batallas perdidas y el triste castigo a cada vez que venciendo su inseguridad se decidía por fin a irse. 

Llegada la noche todos las voces apagadas de los antiguos enemigos ululaban de nuevo en su cabeza, gritándole su fracaso, riéndose de su debilidad, o de su ingenuo deseo de sobrevivir allí sin salir herido. Rodaba entonces cuesta abajo, ebrio de soledad, por las calles empedradas de penas ajenas y propias y terminaba perdido donde terminábamos todos, viendo al mar oscuro en las noches de insomnio, adivinando con esperanza aquel punto lejano en donde la vida ya no doliera.

sábado, febrero 03, 2018

Animales

Saben lo que mas me gustaba de ver Californication? Las canciones de Bob Dylan. Y claro ver a un hombre eternamente cachondo porque no puede estar con el amor de su vida. Un desastre de hombre, por momentos conflictuado, de humor negro y pocas esperanzas de salir a flote. Que más seductor que eso?
Pero esa es la ficción, en la vida real nos vamos detrás de los hombres correctos y aburridos con capacidad de cagarla sin mucho escándalo. No siempre es así. Esta tarde me hallo algo mareada y con el estómago destrozado, que es mi modo usual de llegar al borde de la desesperación y volver a escribir algo, cualquier cosa. Ultimamente me dan miedo los teclados y la introspección, tengo suficiente con las veces que debo verme al espejo de la realidad, un espejo de agua quieta y oscura en donde no habrá muchas sorpresas. 
Vaya, que mal debo sonar ahora, es increíble que las imágenes que comparto sean imágenes felices de risas y pechos generosos. Disfrazarse de persona feliz hasta que te la creas, eso suelo decir, pero a veces ni la química ni los desastres orgánicos juegan a favor. El cuerpo se revela contra la armonía de la gente feliz y algo duele o vomita de mal ánimo el resto del día.

Hoy estuve en la madrugada caminando cerca a la playa solo para comprobar que el mar se había llevado de un mordisco parte de mis recuerdos y mis eventos pasados. Ya no sé hace cuánto estuve enamorada ni comprometida, ni el por qué, que pretendía con eso? Salir a flote. El no era la persona indicada. Cuando la persona indicada llegó me puso los cuernos antes de 20 días. Así que llevo cierta revancha contra el amor y las relaciones. Cuando tengo citas me preguntan que es lo que quiero y me apetece comentar: "Solo quiero salir un rato a modelar mi ropa nueva y un buen polvo", pero sería muy fácil. Las invitaciones de chelas y ver películas en casa abundan, parecen sacadas de pajeritos veinteañeros y tampoco estoy para caer tan bajo en la escala del aburrimiento. 
A veces tengo buenas citas, pero prefiero que no nos volvamos a ver, ya que es sabido que me enamoro tan rápido! La verdad no es eso, no es enamoramiento lo que me ocurre sino el sentimiento previo, la admiración. Y como no admirar a alguien igual de conflictuado que tu, pasando temas similares, que quiere escaparse a la costa del Panamá a vivir del surf atendiendo un chinguirito? Yo lo he pensado tantas veces, marcar la tarjeta de salida, tomar un avión y no volver a la vida convencional y los mil títulos ganados... Quién no lo ha pensado al menos una vez?
Hoy estuve en la costa y pensé hoy es mi día de surf, basta de caminar tanto, volvamos al mar, a nadar y perderse.Pero no pude. Como ya no puedo hacer muchas cosas que necesitan valor. El me dice, yo te llevo, yo te enseño, vamos al mar...y en eso pienso que le hacemos los dos interesándonos en las mis mas cosas? Mi primera marihuana me la he fumado con el, cuando pensé que lo haría solo al lado de alguien en quien confiara mucho, pero no sé que pasó o en que momento sentí que le podría confiar todo de mí. A veces dos personas están en ese mismo momento de escape, la ropa tirada por el cuarto y un poco de melancolía en los gestos, miras a lo profundo de unos ojos verdes  y dices, por qué no? Ya he probado de todo, un veneno más qué importa. Y si  es con mi nueva persona favorita entonces probemos cualquier cosa.


Hay días en que lo extraño mas que nunca. A mi imagen preconcebida de él, a las cosas que hablamos en la madrugada y a las canciones. A unos veinte días en que le creí cualquier cosa. Luego recuerdo que nunca existió y que ahora duermo tranquila en mi cama enorme de una sola lámpara sin tener que pelear por nada y prefiero pensar en mi nuevo amigo, el  de las anécdotas en todos los países del mundo, el que quiere irse a vivir como pobre a alguna playa. El que te dice las cosas de cuajo, así te duelan. El que ya no puede hacer nada por cambiar su destino y se pone corbata y una forzada sonrisa de pingüino cuando vuelve a trabajar. Trato de no interesarme, de no enamorarme, de no esperar nada, pero de vez en cuando cuando camino por la playa me pregunto que hubiera sido de nosotros antes de todas las obligaciones, si en un universo paralelo seriamos los patas que hablan huevadas frente al mar, si me seguiría aconsejando que ropa vestir para salir con otros. Si seguiríamos siendo como ahora Dueños de nada, amantes anónimos que dejan el disfraz cada vez que se entregan en la cama.

Febrero ha empezado difícil y sin ganas de ver a nadie. Se me confunden los amores, las personas y las rabias. Podría quedarme oculta con un papel y un lápiz en mi cama, pero la vida no me lo permite. Hay un mundo allá afuera palpitando como un animal oscuro que te reta a domarlo. Ay de quien se niegue a enfrentarlo!

martes, diciembre 26, 2017

Los Justos

Extraño todo y me duele todo.
Quise escribir mis 200 palabras de hoy, pero me siento decepcionada, sin ánimos. Como si lo hubiera perdido todo. Ahora tendré que evitar todos los comentarios indeseables y asentir solamente. Vivo en un mundo en donde a todo el mundo le parecen bien cosas que de por si hieden a viciado y corrupto.
Nada va a cambiar y aquí moriremos los idealistas de las causas perdidas, sin nadie  con quien quejarnos, odiándonos entre nosotros, sin poder avanzar ni un ápice. Hay momentos fugaces en donde alguien comprende, pero se le olvida el por qué de las cosas y sigue de largo. Al final del día todos reclaman tumbarse en el sueño de los justos, aunque nadie lo sea.

miércoles, noviembre 29, 2017

Página en Blanco

El sentimiento es agridulce cada vez que me voy, los veo despedirme desde la vereda con sus ojos brillosos y sus caras con esa sonrisa grande y sincera, me doy cuenta que nadie como la familia para quererte así, con sinceridad y nobleza.

He conocido a diversas personas en mi vida, tarde o temprano me han decepcionado un poco, pero quien no lo hace?! Incluso la familia, que errores cometen que a veces nos lleva años sanar y  metabolizar. No, no hay personas perfectas, todos nos fallan un poco, solía decirme un amigo argentino con la sabiduría de los años; pero yo no comprendía, yo quería que la gente me amara sin manchas y sin dudas, cuando eso no existe. Imperfectos e impredecibles como somos, atados de inseguridad y remordimientos. Ahora entiendo un poco, pero me faltan años y días en blanco de solo dedicarme a pensar y sentir, sin ninguna otra actividad especifica para poder explicármelo del todo.


Leí por ahí que hacía falta para la sanidad mental escribir solo 200 palabras al día, escribir en un papel o en una pagina en blanco, cualquier pensamiento que viniera a nuestra cabeza, ese era un acto suficiente para comprendernos y comprender un poco el mundo. Hacer ese acto de reflexión y silencio como un regalo para nosotros mismos. Le regalamos tiempo a las redes, al jefe, al trabajo, a los clientes y a los pacientes. Nunca hay tiempo real para nosotros, hasta en el sanitario revisamos cosas, leemos cosas, vemos imágenes de otras personas, de otras vidas que queremos, admiramos o envidiamos. Nunca hay tiempo para uno y si lo hay es un tiempo triste de culparte por varias cosas: Por qué no baje de peso? Por qué no hice esa maestría? Por qué no fui al médico antes? Por qué no hice mas ejercicio? Por qué rompimos? Ese tiempo muerto y sus interrogantes  es el tiempo que asusta a varias amigas mías, que se rehusan a pensar mas de la cuenta. Prefieren tener en cambio todo en orden, cada minuto del día está ocupado en que todo cuadre para el día, mes y año siguiente. Que cuando armamos viajes prefieren tenerte el itinerario impecable, con horarios para todo, a ellas no se les pierde la maleta ni nunca olvidan el bolso en ningún lado. Viven lo que se les da y comen lo que hay. Yo en cambio, ando con la cabeza en las nubes perdiendo bolsos y pastilleros, dinero en donde sea y a veces vuelos. Pensando, pensando en donde quisiera estar, en donde estuve, pero nunca en donde estoy en ese momento. Lo mío tampoco es sano, el único momento en que suelto todas las amarras y todas las mierdas es este. Cuando me reúno con la pagina en blanco y estoy completamente sola. Nadie interrumpe, no hay ninguna prioridad para mi, ni una película ni una serie ni una  fotografía que elegir. Somos el teclado y yo exprimiendo la voz hasta que salga honesta, pero eso también lleva tiempo y te deja luego vacía, esperando a cambio una respuesta, una señal de vida al otro lado del mundo.

sábado, noviembre 25, 2017

Poquita Cosa

Al final la felicidad era esto, dormir la siesta con el grito de las gallinas a lo lejos, afinar el oído en la madrugada y sentir que ladran los perros en casas de barrios lejanos y que el sueño es el mismo manto pesado bajo el que nos ocultamos todos cuando asoman las dudas y los monstruos.

Mi niñez vuelve a bajar las escaleras cuando vuelvo a casa, vuelve tras los mismos pasos y en busca de los olores y sonidos que aquí parecen no haber cambiado. No importa cuantos caminos ya anduve ni cuantos zapatos he cambiado, cuando vuelvo a casa soy de nuevo niña y sueño, creo y espero. No hay limite de tiempo aquí, aunque hay miedo siempre a que bruscamente la vida se termine, pero en ese sopor de la Primavera que se vuelve Verano y de los olores del vecino Diciembre, en la playa que se entibia al ocaso, yo siento que vuelvo, que sano y que puedo, quizá, solo quizá, soñar que esta vez no se acaba. Que la historia no se acaba para ninguno de sus protagonistas y que todos nosotros en la Tierra del Olvido tenemos una segunda oportunidad de llegar a conocernos.


La felicidad eran poquitas cosas, como la loza donde resbalarse a la salida de la iglesia, o el árbol de nísperos para robar cuando hubiera hambre. La felicidad siempre va de la mano de lo poco, es entonces cuando se ensancha el pecho y se siente toditita la vida.

domingo, noviembre 19, 2017

No Busco Novio



A veces pienso que si, que necesito uno. Como ayer que luego del accidente todos me preguntaban por un número de familiar o esposo a quien llamar. Yo estaba en shock y no contestaba nada, cuando salí de ese estado tampoco recordaba a nadie. Nadie podría venir, mi familia vive lejos, no tengo una familia con esposo e hijos que los curiosos que se acercaban a prestarme auxilio esperaban. Sacaba mi celular y no podía encontrar ningún número de a quien realmente de importara aparecerse allí a hacerse cargo de mi y de todo.

Siempre he tenido a quien llamar, para quejarme cuando todo ya estaba resuelto. Pero en ese momento en que no sabía siquiera si el conductor se iba a dar a la fuga o que, no tenia idea de a quien llamar. Lima no es una ciudad muy grande, pero a veces se siente enorme. Esa vez en que me asaltaron en el taxi y sacaron a golpes hasta la pista, si que tenía novio. Una vez que estuve en un lugar seguro lo llamé, le conté y me consoló pero no se apareció nunca. Recuerdo que luego de pedir que me calmara me dijo que era culpa mía porque seguro iba desatenta o mirando mi celular. Que todas las mujeres somos así de descuidadas. Después de esa llamada me sentí peor y me desahogué en llanto con mi hermana por teléfono, encerrada en un baño que la gente afuera no paraba de tocar.

Por eso es que pienso que no busco novio, porque ya tuve uno y mas que uno, además de todas las denominaciones intermedias que existen entre amigo y novio, en muchos casos por decisión/ pretensión mía, que esperaba que llegara alguien que si llenara todas las expectativas o que al momento de mirarme me hiciera sentir como la mujer que de verdad deseaba en su vida. Mi hermana dice que ya he probado el top de cada persona que necesitaba en mi vida (Bueno, hasta ahora no he salido con un músico así que no sé a qué se refiere) y que por eso ya nadie me causa inquietud. La verdad, no me siento tan buscada, ni deseada ni amada como una se siente a los veintes. La pasión se toma su tiempo y vamos buscando cosas diferentes, como estabilidad, compromiso, madurez?? Ya no es tan importante que el tipo sea mas alto que tu, ni que le gusten las mismas películas, lo único importante es poder fluir en la conversación y no sentirte mas sola que al inicio. Ya no importa el super sexo, sino el que no interrumpa luego una buena conversada con risas incluida. Eso me vuelve una maldita conformista? Una soñadora?

Tengo un tip, si no tienen alguna similitud en música, la cosa nunca progresa. Salí con uno que aceleraba el auto hasta que mis cachetes se iban para atrás mientras ponía grunge a todo volumen, en medio de eso yo solo cerraba los ojos, de vez en cuando intentaba girar la cabeza y saber por cual calle de Santiago estábamos o hacia donde fugábamos ahora. “Soy contigo tal cual” me decía al terminar su música infernal, pero yo no sé como era con él. Ni con nadie, la primera parte de la relación siempre intento observar y acomodarme, para ver cuanto tolero. Quizá es timidez, quizá es que puedo adaptarme a todo, porque me gusta un poco de todo, así que asisto a clubs de música metal con la misma pasión que a los de salsa dura o cumbia tropical. No importa. Yo le entro a todo... Como en mis relaciones estarás pensando ahora, no? No, en el amor solo soy media sibarita.

Cuándo te quedas en una relación? No lo sé, depende desde lo cósmico hasta de lo metereológico, es tan importante que tus planes no se crucen con los de el. Y en este tiempo, por Dios! las mujeres tenemos demasiados planes! A mi me ven y dicen seguro sus metas son iguales que las mías y plaf! que algún colega medico piensa que podemos coincidir, aunque mis óvulos  ya deban estar viejos para formar una familia (lo sé, todos los médicos pensamos en términos biológicos y de herencia, taras, infecciones y demás) aunque no importa, igual van al acecho, pero no, no es así. Detrás de cada buena doctorcita se esconde una Laura Martillo queriendo liberarse y marchar lejos con una maleta o mochila, dar una vuelta al mundo con sus canciones favoritas en los audífonos y tener un lugar caliente a donde volver, solo por el hecho de volver. Porque nunca me voy del todo, ni cuando me transformo.

No busco novio, busco un cómplice.






Hoy: Suena la Alarma-Los Cafres

miércoles, noviembre 15, 2017

Micromachismos

Cada vez que me pasa algo malo, pienso en él. No es que me diera la razón todas las veces, pero al menos sentía que podia confiar en su sentido de justicia. Quizá mi excesiva sensibilidad como la llaman muchos coincidía un poco con la suya, a veces las personas así, a las que les jode mucho todo, solemos ser la piedra en el zapato de las otras, a veces no hay foros en donde comunicarnos o quejarnos, porque siempre hay gente un poco mas violenta en sus opiniones.

Ser mujer en este pais es difícil desde todo punto de vista, desde aguantar comentarios machistas a todo nivel o aguantar el salto para no parecer fácil. Ahora que lo recuerdo en las ultimas épocas el también me juzgó por eso, ya sabes, por la exhibición en redes, Me pregunto que rayos pasaría por su cabeza? No creo que fueran celos, porque para ese tiempo ya estaba buscando a otras, pero las últimas veces y cada vez que bebía solo me hería con comentarios de ese estilo.

Pero no importa él, o si? Me pregunto a qué lugar del mundo podría marcharme sin tener que tratar con esta suerte de abuso en las relaciones con los hombres. Pertenezco a una carrera donde son hombres el 80 % o mas y debo aceptar su modo de trato, su modo de relacionarse. No todos son unos bestias, hay gente que se contiene, pero en los últimos meses me ha tocado hacer grupo con los mas misóginos, los que llaman  gordas a sus colegas mujeres como forma de hostilidad y que se ríen de bromas subidas de tono en donde te pongan en aprietos. Mi jefe es el peor, pero ya he tenido otros jefes, todos los que tengan el poder hacen iguales bromas que son para el basurero, bromas en doble sentido, bromas que tienen que ver con lo genital casi todo el tiempo. Ya me he ido de varios trabajos y este es el ultimo. aquí no hay seguridad ninguna, la culpa es mía por bromear o hablar, debería estar siempre callada, cuando estoy callada me va mejor, a veces me bromean y me dicen q estoy autista, porque en las temporadas que no hablo no parezco yo, pero es mejor así, es mejor no bajar la guardia y asumir que puedo bromear libremente, porque juaz! que se viene el golpe de nuevo, la broma mas subida de tono, esa que no puedes responder y que te hace sonrojar delante de todos. Que fácil seria ir mandando a la mierda a quien se cruce, pero me quedaría sin trabajo.

Muchos no entienden por que no me quedé a trabajar en el primer hospital donde hice la especialidad, si todo parecía perfecto, pero había un doctor, uno solo, al que no podia sobrellevar, ese que decía que su fantasia sexual era poder violar a una mujer, que cuando le reclamé por hablar así delante de las enfermeras y el grupo de medicos residentes, me echó de la visita y me dijo que el podia hablar como se le diera la gana y que yo no era quien para venir a reclamarle nada.

Si hubiera reclamado todas las demás veces que vi abusos hacia las mujeres en ese y otros hospitales en los que trabajé, hubiera sido considerada problemática. Yo solo preferí irme cuando acababa el contrato y no volver a postular allí. Nadie entendería. Una vez alguien dijo de mi, que yo era ociosa porque no me gustaba trabajar para los hospitales del Estado, que yo solo quería las clínicas, bah! Ya han dicho tantas cosas. Lo cierto es que no sé como lo llevan las cirujanas o las urólogas o las ginecólogas! hay que tener un temple especial para aguantar tanta broma machista o tanto doble sentido o tanta joda. El otro día una cirujana en la clínica se burlaba con sorna de una chica que había renunciado a la residencia, dijo que todas pasamos por el mismo acoso, pero allá quien no sabe como manejarlo e ignorarlos. O sea era normal caminar con unas bestias al lado y estar a la defensiva…si pues, si no no terminas la especialidad.

Yo también he crecido normalizando conductas machistas de mi padre, hermano, amigos. Cuando comencé a cambiar me comencé a ganar líos, ahora tengo mas discusiones con mi hermano mayor que cuando era adolescente, odio que me traten como alguien que debe, o sea “una mujer debe…”  ahi empieza la joda. Me latiguean con esa frase. Porque pasas a ser la culpable de todo lo que se les ocurra hacerte si no estás de acuerdo.



En cambio con él todo cambio para bien, por fin un hombre en esta país me entendía! 
Durante los años previos Rafa siempre me había apoyado desde lejos, pero nunca entendería del todo lo que era vivir en el Perú, racismo, misoginia, etc. Estábamos como en #StrangerThings pero yo caminaba en el inframundo sudamericano. En cambio él, el si que sabía lo que era esto.
Era fácil contar con él para apoyarme en eso, el me enseñaría todos los micromachismos y las formas de manipular que tenían los demás, cosas que yo había normalizado. Por eso lo admiraba y me hacía tanto bien, luego vino la jodienda, de saber que no era ni de lejos perfecto. Que hay cosas que se quedan en la teoría, pero eso es parte del amor, aunque él siempre dijo que amor no era.

miércoles, octubre 18, 2017

Un cafe el Martes

No sé que tanto bien haga hablar de las cosas que ya pasaron, pero aquí vamos.

Yo estaba en el mismo café en que hablamos la primera vez acerca de ser pareja, en la misma esquina en que casi me atropella un auto algunos meses después cuando paseaba en bicicleta. Conocía esa avenida, la heladería cercana, el olor de la noche cuando todos vuelven a su casa y pasan por allí solo para tomarse el café tranquilos detrás de los amplios ventanales.  El estacionó el auto confiado y al pasar ante la otra cafetería que también estaba colmada de recuerdos para mi, me di cuenta que esa charla para contarle sobre lo que había pasado conmigo estos últimos años iba a durar un par de horas más de lo que pensaba.

No nos veíamos desde el internado, él ya llevaba arrugas encima y la calvicie incipiente se había llevado de a pocos la cabellera rubia que todas las chicas admiraban en nuestros años de preparación. Ambos habíamos envejecido, el estaba casado y con hijos, yo le contaría hoy  sobre mi compromiso roto, que era un chisme viejo que ya no me provocaba lágrimas. No podía hablar ni con odio ni con  amor sobre mi ex novio porque todas las emociones se habían quedado en un recuerdo difuso en donde lo único que lamentaba es no poder haberle dado a mis padres un bebe con quien jugar a ser abuelos.

Mi querido amigo me oía ahora comprendiéndolo todo, cuánto tiempo había pasado ya! Era fácil contarle las cosas puesto que él conocía de mí, no solo a la sonriente doctora que le recibía los pacientes graves en la clínica, sino a la chica de lentes y cabello alborotado de los años universitarios, la que no llevaba maquillaje y ocultaba su migraña para no parecer la débil del grupo. También sabia de mi primer novio, así que era fácil bromear sobre mi alergia a los compromisos o intentar ponerse  serio y alentarme diciendo que no pierda la esperanza.

En qué? Sólo él sabría…Era relajante poder decirle todo, sin intereses de por medio. Hace menos de un año había estado en la cafetería de al lado con un vestido larguísimo hablando  en una primera cita con un hombre enorme que apenas conocía, intentando hacerle ver quien era yo después de mi compromiso roto, tratando de hacerle ver que aun tenía alguna capacidad de enamorarme. En la pared de al lado para mi seguía latiendo el inicio de una historia mal acabada, pero de eso no le contaría. Ahora era mejor hablar de los días de la universidad, del trabajo, del ex novio y de mi padre.
Mi padre que es un dolor constante al que no le puedo hacer frente, porque a diario siento que lo he perdido. Que ha dejado de ser para mi el hombre fuerte y alegre en quien me apoyaba. El ejemplo de aventurero y de la persona justa que quería ser yo cuando fuera grande. A quién poder contarle que me sentía mal al no tenerlo cerca y me sentía aún peor cuando venía a verme? No debería ser yo, la hija médica que comprendería mejor que nadie su dolencia?  La hija que podía explicar con lujo de detalles la razón de las secuelas de la enfermedad pero que no podía aceptar enfrente su rápido deterioro o su insoportable envejecimiento?
Todo este tiempo he tratado reaccionar de forma lúcida, pero casi siempre es frustrante hablar con él y saber que ya no es el mismo. Y que yo no logro ser la misma con él.  Me resultan odiosos sus gestos infantiles y su torpeza, su proclividad a la victimización, su pérdida de la memoria reciente, en él que era para mi una enciclopedia andante.
Ya no soy la hija buena a quien él siempre extraña, me siento como la hija mala que lo ha abandonado y que cuando al fin lo ve no sabe como demostrar su cariño, aún peor, la que se niega a verlo tal cual como es ahora. Que por momentos desearía ya no verlo mas y así mantener el recuerdo intacto de su lucidez y su lozanía. Que reacciona con hostilidad, que a veces le demuestra tontamente su rabia.

-“Te sientes decepcionada”- me dijo, “por eso tu rabia”. El había pasado lo mismo que yo hace 20 años con su padre, por eso lo entendía.
Pero yo aun no, aun no me daba cuenta cuan decepcionante había sido perder el mismo año a los dos hombres que me importaban: El que prometió amor eterno y que iba a ser mi esposo y por otro lado, al que siempre había sido el modelo a quien seguir en todo: Mi padre.

No sabía que fuera así, pensé que mi pena solo se reducía al tener que haber decidido por no casarme ni tener la familia propia que esperaban todos, que esa era mi única causa de decepción. Pero mi  pena era aun mas honda al sentir que mi  padre, mi apoyo moral y físico estaba desgastándose  frente a mí a raíz de la enfermedad y que el tiempo era inexorable en sus plazos. Yo podría estar trabajando duro a diario salvando vidas de gente que ni conocía y no podía  en cambio, hacer nada por detener el lento avance de la decrepitud en mi padre. No podía hacer nada por ninguna persona importante en  mi vida! No podría llegar a tiempo nunca! y aun llegando a tiempo, quizá ni contaría con el equipo necesario para hacer realmente algo importante. Llegaría de compañía y como tal sería rechazada, no importaba el esfuerzo que hiciese por llegar, nunca sería suficiente si no lo hacía en el momento que los demás lo necesitaran.

Traté de no parecer sensiblera ni cursi mientras se lo contaba, ambos trabajamos en dos de las ramas mas duras de la medicina, ambos hemos visto morir gente a montones. A nosotros no nos quedan los discursos suavecitos, en nuestro hablar se suele ser concreto y  directo, pero por fin con él  como con ninguna pareja, podía desnudar esas dudas y esos miedos, esa frustración de hacer todo por todos excepto por la gente realmente importante. Nadie estaba en nuestros zapatos, se podían  acercar con consejos, pero nadie estaba realmente en ese momento de sentirse el malo de la película.
He perdido muchos novios en el interín de volverme médico  y a mi familia la pierdo por acciones estúpidas y palabras mal dichas. Trato de estar ahí pero nunca llego y al final del día me toca ver las fotografías de la gente que pudo conservar a las personas que amaba a su alrededor y quizá de no fallarles. Gente con familias y mascotas, almuerzos y días de campo. Cosas  y sueños que se esfuman al desaparecer mis padres.

El me dice, despierta! Todos fallamos! Todos nos equivocamos! Cada día es una moneda al aire, deberías saberlo!  Tu ya sabes como es el juego de la vida y la muerte. Pero no lo sé, me niego a aceptar que me pasara a mí!  Que pasaré  por el duelo que veo a diario en los pasillos de la clínica y hospitales: Perder a un ser amado, no llegar a decirle a tiempo, no poder hacerle sentir que daríamos la vida por la suya con tal de no sentir ese dolor hondo, punzante y desgarrador de la pérdida.

He querido contarle más, pero quizá hubiera sido mejor hace un año, cuando me hallaba perdida y con poca fe. Así hubiera esperado en calma y me hubiera refugiado en la amistad en lugar  de haber tropezado con personas que se aprovecharon en su momento de mis ganas de amar intensamente y olvidar con eso, mi propia fragilidad  

Quería tanto pero tanto amar y cuidar de alguien! Repetir en mi vida extra hospitalaria lo que hacía en mi trabajo diario; curar, cuidar, sentir que alguien necesita de mí y  aliviarle el dolor que fuera, poder lograrlo…! Alguna vez poder lograr realmente para lo que tanto estudié, quería aliviar con mi sola presencia, darlo todo por el todo! Entregarme. Y ha salido todo tan mal. Me siento a la ventana a ver la ciudad y solo veo mi reflejo con cara ojerosa y cansada esperando eso que no llegó, que quizá no llegue nunca. Un dolor profundo surca como un negro aletazo la habitación silenciosa mientras  me lo confieso.

El me dice, Vamos! Anímate, todo estará bien y por un momento parece la promesa del universo entero. Una certeza de quien ya ha pasado antes por lo mismo. Le sonrío infantilmente entre los restos de torta de chocolate.


Quizá solo sea momento de calmarnos y aprender despacio lo que vivimos a mucha prisa.

miércoles, agosto 30, 2017

Mañana volveré a escribir!
Tendré el tiempo necesario para hacerlo, me dejaré ir y no miraré atrás.
Quizá me compre pinceles nuevos o una cámara de esas que te la pones en la cabeza y vas filmando todo a tu paso. Me escaparé y no tendré remordimientos, porque he esperado esto largamente, la gente no entenderá que quiera vivir así, pero incluso los pocos que entendieron cuando les conté mi idea se fueron en el camino a coger otros caminos más personales...más suyos, mas convencionales quizá? Ayer fui a un concierto en donde ella famosísima se reía de si misma por haber llorado por el tipo que la dejó por una zapatera y nos reímos todos en el teatro, pensando que todos hemos pasado por lo mismo. Hemos sido soles, estrellas, planetas en determinado momento y luego somos la postal de un universo perdido en el que nadie quisiera vivir mucho tiempo.

Bueno, yo me voy por ahí y como hace diez años me emociona que sea mi teclado el primer contacto material en donde vuelco mis confesiones. El siguiente es Rafa, su oído que puede aguantar cualquier verdad mía y su mano sostenerme siempre. Todos te prometen estar ahí para siempre pocos son los que lo demuestran y ahí está mi Rafa, mi mapa, mis zapatos viejos, mis lápices. Cosas que conozco y que me hacen feliz. Cosas seguras que no cambian, obtenga el grado que obtenga, o el trabajo o la condición civil...No, hay cosas que no me fallan, en fin. Mañana volveré y ojalá que esta vez me quede virtualmente para siempre.

lunes, agosto 14, 2017

-No se ha necesitado andar mucho, se dijo Ana, para llegar a la misma conclusión que al inicio. No se puede sostener por siempre lo que solo nos tira para abajo, hay que soltar y que lo ordinario encuentre su lecho en lo ordinario sin intentar volver a despertarlo.

viernes, junio 23, 2017

Humo en los ojos

Me escapo de casa, de los mil libros por leer, de las obligaciones. Salgo apurada en busca del sol y lo hallo a pesar de que ya es invierno. Voy a mi lugar favorito, con la peor ropa que tengo. Todo mi atuendo debe costar su Starbucks pero me siento más animada que todas las veces que voy arreglada. Me acuesto en el pasto de a pocos, casi pidiendo permiso,  quiero sentir el sol en la cara y dedicarme a ser feliz. Prolongo la mirada al mar y Lima parece la mejor ciudad del mundo.

He cerrado los periódicos, las aplicaciones, todo lo que me lleve a lo que está ocurriendo allí al centro de ese laberinto. Me escapo de la ciudad con una cajetilla de cigarros en la mano, caminando, corriendo, solo para darme valor. No la abriré hoy, cada vez que me pongo uno en la boca y exhalo el humo con un poco de mi,  siento que se hará realidad un sueño y por ahora todos esos sueños solo me llevan al pasado donde ya no quiero volver. A  ese pasado conmigo ilusionada con un espejo roto en la mano.

Debilidad. Conoces esa palabra? Ese afán de arruinar las cosas por miedo. Ya no quiero sentirla, me acuesto con los audífonos en los oídos, como todos estos meses que he dejado de oír a las aves, a la gente y al tráfico. Mi mundo es la música ahora y no te lo pude contar, porque no habrías querido saberlo. Me metiste en una caja como un gato mojado para protegerme y olvidarme, pero nunca me viste escapar.

Me he enamorado de alguien que lleva tu nombre y pone música que robo mientras me da el insomnio de la madrugada. Me pregunto si lee también o si le gusta viajar. Lo observo de lejos, he ahí  la perfección del enamoramiento, mientras no lo toque, no desaparecerá y mientras tanto, yo sigo armando atuendos, que venderé en la primavera.

Un avión de juguete sobrevuela mi pecho y el cielo se ve allá arriba tan alto que olvido que tengo que volver. Hay hierba fresca, un mar azul allá abajo, una dulce canción sobre los viernes en mis oídos. Todos se enamoran los viernes. Yo también ? Enciendo un cigarrillo solo para sentir que te he besado.  Ya ni siquiera recuerdo por qué y entonces los recuerdos se vuelven húmedos...salados, van cayendo sobre mí como angeles decapitados. Del pasado no hay nada que salvar.

Hoy suena:  Bedroom-Nothing Lasts


La Cita

  Su voz es del color del sol, se ha acercado  con paso seguro  sin prisa a la mesa donde sorbo un te del que apenas detecto que es de frut...