En realidad mi no hacer nada significa no tener un despertador, ni ir a trabajar. No meterme a la ducha, no cambiarme el pijama. No planear citas, ni salidas al gimnasio ni alguna excusa para salir de casa. No hacer nada, significa dejar del día pasar. Sin ponerme metas a cada hora. Así que me despierto como si llevara años sin dormir, me preparo el desayuno y veo una comedia francesa que a pesar de que es buena me la dejo en la mitad para quedarme de pie mirando por la ventana como es que se pinta la ciudad en una mañana gris cualquiera. Me gusta vigilar el crecimiento de mis plantas, esta vez no quiero dejarlas secar, me preocupa que la buganvilla vuelva a florecer, o que no se humedezca demasiado la tierra alrededor de las sansivieras. Luego tomo una tijera y corto de un tajo toda la maleza que se ha acumulado en el pequeño jardín, por un momento pensé que crecerían flores allí donde se veían tallos verdes silvestres crecer, pero no era solo material de desecho, nada digno de belleza. No todo lo que cobra vida es digno de permanecer. Lo arranco todo sin piedad ni tristeza, voy podando las plantas secas, los cipreses desvalidos, los geranios que no florecen. El invierno ha sido duro, ya vendrá una nueva primavera y con ella la esperanza de nuevas flores para mi jardín diminuto, en el piso diez de una torre grisácea que se eleva cerca al mar.
Me siento mas serena desde que decidí cambiar un poco el rumbo de mi vida, al menos ya se lo que tengo que hacer, al menos ya se que es lo que me estaba molestando, a donde no quiero ir, por donde no quiero continuar. Necesito tiempo, no dinero. El dinero se hace en cualquier momento, el tiempo es algo que no hay de donde estirar ni a quien pedir prestado. Pienso en mi viaje de Octubre, el suizo me dice, he visto publicidad de viajes a Paris hoy en el tren y he pensado en ti. Le respondo de inmediato y por primera vez después de tantos meses en que doy respuestas vagas a sus interrogantes. Entonces Vámonos a Paris juntos. ¿Ya está decidido ? Réplica el, con emoticones de alegría. Si, quiero caminar mucho, comer vegetales, hablar de todo un poco y hacer el amor. Yo no pongo emoticones, yo no estoy feliz, solo estoy decidida. No sé porqué me ha llevado tanto tiempo darme cuenta que puedo proveerme de momentos felices solo con desearlo. Hay personas que estarán para mi si es que lo necesito, a veces me cuesta pedir ayuda, o pedir compañía o aceptar compañía. Siento que me pondré en una posición de vulnerabilidad. Que es mejor no mostrar todas las cartas. Pero por suerte con el hay mas racionalidad que sentimientos, hay mas sentido del humor que malos ratos y hay mas ciencia que frases clichés. Podría decir que mi amigo políglota y yo nos admiramos mutuamente, pero seria mas correcto afirmar, que me siento cómoda hablando con alguien que es mas inteligente que yo para evitar llegar a situaciones de conflicto por tonterías como los sentimientos.
La tarde ha transcurrido tranquila, me enfoco en mi pronunciación de francés, en mis lecturas, en esperar a mi sobrina llegar a casa. La veo como una niña a pesar de sus 20 años, quizá solo es porque yo no quiero verme como una mujer tan mayor a su lado, salimos a caminar y en el espejo parezco una adolescente rapera, con pantalones anchos, los cabellos sin peinar, el gorro verde de lana y la casaca negra calada hasta los ojos. Es sábado día de citas, pero no me importa, ya no me importa salir así o no ir a comprar cosas. Tengo un closet lleno de ropa hermosa, carteras, zapatos de tacón, cinturones que combinan, joyas de colores, sombreros y pañuelos. Tengo un closet de muñeca, que rara vez uso. Quería un hombre para lucir de su brazo la mujer que me sentía qué era, sentirme apreciada, sensual y atractiva, vistiendo esos trajes que me daban el poder que los comerciales decían que daban. Hace semanas que ni siquiera lo pienso. Con el chico del café apenas si salimos un poco, su modo de vestir era casual y deportivo. Pensé, si alguna vez salimos no podré aventurarme a vestir un estilo mas atrevido con el, porque su línea de vestir es tan homie, que probablemente yo a su lado solo luciría como una frívola exagerada. Con mi suizo poliglot, en cambio, ni siquiera me daba conflicto que ponerme, mientras mas frugal me vistiera mejor, suficiente unas zapatillas, unos jeans, sabía que el ni se fijaría que llevaba puesto, porque cuando yo hablaba con el tampoco recordaba que llevaba puesto encima, así de mucho me importaban sus palabras, todo lo que decía, todo lo que pensaba lo vestía para mi de toda la importancia del mundo. Así que podía venir en pantuflas a buscarme, metido en un saco de yute y el seguiría siendo el hombre mas inteligente con quien poder pasar la noche entera hablando.
Es sábado y me apena que sea sábado y que no esté en una cita humedeciendo mis labios en una sonrisa a alguien nuevo, aunque también me tranquiliza. Me quita la ansiedad no tener que ser la caza de alguien, no tener que hacer hipótesis de si me llamara mañana, si me llamara el lunes, si le guste lo suficiente, si me gusta lo suficiente. Si viajaría conmigo a la playa, si viajaría conmigo en mi cumpleaños, si viajaría conmigo en las vacaciones, en fin, si no le molestaría salir de su zona de confort un rato para viajar conmigo un rato porque la vida es cortita y se acaba en dos minutos y yo quiero vivirla ahora, ahora que mi piel es tibia y mi sangre rumorea caliente bajo mi cuello, y me palpita el corazón pidiendo emociones y me acelera el pulso pensar que puedo enamorarme de nuevo. Ay! De nuevo.