sábado, agosto 19, 2006

Manos de Mujer

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Mi madre hace mermelada de tomate. Ese olor dulzón comienza a filtrarse al resto de la casa. Pasa bajo las puertas, se cuela entre las rendijas, se queda bajo la nariz, volviendo la vida un poco mas roja, un poco mas de almíbar, un poquito mas casera.

Hay cosas que solo saben hacer las madres. Que no logramos ni queremos aprender a hacer, pues algo exclusivo de ellas. Como si eso formara parte de su secreto. Mi madre me dice que todo se aprende mirando, que ella aprendió a cocinar mientras veía a la suya hacerlo. No se le permitía ensuciarse las manos con esas labores, ni oler mal, ni estropearse las manos. Mi madre era hija única y solo miraba y aprendía.
A veces me imagino su crianza como a la de una muñeca bonita, con vestidos de terciopelo, mimada por todos, ignorante del dolor del mundo.
Imagino la primera vez que mi padre la vio con su caminar derecho, su largo cuello y su boca cerrada y pequeña. Imagino sus manera tímidas, su voz bajita, sus ojos negros. Ese rubor de durazno coloreando sus mejillas. Todos recuerdan su belleza de flor y no entienden como pudo casarse con mi padre, se lo comentan a menudo entre bromas que me suenan a cuchilladas en el aire.
-No entiendo, cómo te casaste con él -dicen entre risas.

Yo tampoco lo entiendo. Imagino sus manos suavecitas de quien ha sido criada para ser adorada desde lejos y su transformación a manos de esposa, de madre y ahora de abuela. No se cómo pudo hacerlo, como se volvió una mujer tan fuerte sin dejar esa suavidad de lado. Como pudo sobrevivir 40 años al lado de mi padre, tan apasionado, tan loco, tan diferente a ella. Como pudieron volverse cómplices sin tirar la toalla a la primera, como pudo ella dejar de ser la niña delicada para convertirse en una mujer de esa entereza.

Veo a mis hermanas y me alegro de ser la espectadora de esos cambios que solo puedo adivinar en mi madre. Esos cambios graduales de hija a esposa y de esposa a madre. Como mis hermanas pasan de niñas a mujeres y de pronto parece que su mirada se llenara de un velo de experiencias varias y su sonrisa se hiciera mas ancha. Veo sus manos suavecitas de quien se ha pasado la vida estudiando, convertirse en manos fuertes que acogen, que abrigan, que defienden. Yo solo observo, algún día mis manos han de cambiar igualmente.


Mi sobrina pequeña pone su carita entre mis manos y la ladea acariciándose contra mis palmas, con una sonrisita de ángel que me desarma entera.

- Me gustan las manos de la tía.
- ¿Por qué las de ella?-
le pregunta su madre
- Son mas suavecitas que las tuyas y...siempre huelen rico.
Mi hermana cambia de ánimo, le responde que es porque la tía no colabora en nada, no trabaja.

- Sus manos suavecitas porque es una inútil- le responde a la niña. Cualquiera diría que se ha ofendido pero luego ríe burlándose, con esa risa suya que mi padre llama de chorrito de agua cristalina.

Yo me quedo riendo tambíen ante esa respuesta tan suya. Resulta irónico que de niña yo también admirara las manos de mi hermana, por ser suaves y siempre oler rico. Quería crecer y tener sus manos adornadas de pulseritas delgadas y sus dedos largos de uñas bien recortadas.
Y ahora su niña prefiere mis manos inútiles. Distinguiendo que huelen bien porque siempre pone su nariz en mis palmas de líneas vacías.

El olor a mermelada de tomate lo ha inundado todo. Tengo fe que el secreto de cómo prepararla me sea dado en el momento preciso de que mis manos estén listas para convertirse en manos de madre, esposa y abuela. En manos de mujer que puede dar belleza y amor en cada cosa que se propone llevar a cabo. En manos fuertes que defienden lo que es suyo, pero jamás niegan una caricia a nadie.
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viernes, agosto 18, 2006

Charlas de Viernes

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Hace tiempo que no me tomaba un café contigo, sin nadie cerca, solo contigo. He estado de mal ánimo estos días, la semana me parece que hubiera durado un millón de años.

A veces siento que viviera las mismas cosas miles de veces pero en momentos diferentes, como pasar por espirales que solo cambian de lugar y de rostro, pero son los mismos eventos maquillados de alguna nueva palabra.

Yo siempre trato de olvidar esos tiempos en que conocía mujeres de mi edad con una hipocresía heredada por generaciones que las hacían arpías ya a temprana edad. Nunca pude adaptarme por que las reconocía a distancia, trataba de no pensar mal pero siempre acertaba. Vidas huecas llenándose por rumores de terceros, por chismes manoseados, por toda esa vida de telenovela que sirve para atizar la hoguera de vanidades que rodea a la gente que solo se educa con textos de letras grandes y figuras coloridas.

Parece que siempre caminara por las mismas espirales y reconociera a la misma gente parada en sus esquinas, disfrutando del chismorreo de viejas, despotrincando contra terceros para levantar un poco ese ego venido a menos que puede insultar frente al espejo. No me llames mala ni mordaz, porque mis palabras palidecen ante las frases de los otros. Porque a veces me creo mala, pero hay que ver de que están hechas las glorias de otros. Yo a veces me llamo fea, pero pobre de aquel que se diga bello sin serlo o culto sin ni siquiera parecerlo o buen amigo si a la primera vuelta de espaldas ventila los defectos de aquellos a los que antes adulaba.

Pero bueno, la gente se rodea de aquellos que desea. Difícil que alguien se regodee con rumores, si no hay alguien mas para producirlos y debo decir con pena, que esa labor no es exclusiva de las mujeres, sino también de muchos hombres. Especialmente de aquellos que mas se sienten afectados con las declaraciones públicas que asumen como teledirigidas. Aquellos que se dan por aludidos a la primera de moños. Hablar de los otros y engrandecer como hazañas pequeñas escaramuzas, no es entonces exclusividad de algunas mujeres, sino también de muchos hombres.

Podrías pensarq ue estoy de mal humor y tal vez sea cierto, pero sobre todo me hallo decepcionada. Me había topado antes con personas cínicas, pero dado que me alejara de todo el mundo llegué a pensar que esta vez estaría tranquila, sin tener que toparme con la gente de siempre, las mujeres de cabezas huecas, los hombres de bocas enormes. Pero heme aquí nuevamente equivocada y te diría mas, pero la verdad ya no importa. Es increíble como todo pasa y las olas que parecían mas grandes se pierden en la orilla sin llegara dañarnos.

Debo aprender a confiar menos en la gente, como me dijo alguien. Vamos! No podría ser mas desconfiada, reposo en el anonimato para no tener que aguantar las acusaciones de algun paranoide que crea que soy quien no soy. Evito leer cosas que me hacen daño o que poco enriquecen mi vida, trato de caminar sin hacer mucho ruido. Pero la gente no se conforma y pretende perturbar desde sus plateas de ignorancia, con todos esos ruidos que hace la gente que no sabe nada y cree estar por encima de todos. Toda esa gente, LA GENTE.

Y claro, es mejor pasar de largo, ignorar el ruido, seguir tranquila. Estar en silencio. Pero ¿por qué callar yo, si no tengo de que arrepentirme? Que se callen las mujeres que dan puñaladas en las espaldas a sus amigos, las que ventilan sus amoríos como si fuera un orgullo, los hombres que dicen rechazar lo que jamás les fue servido, aquellos que viven del chisme barato para tener una charla interesante. Que se callen ellos, que tengan un poco más de respeto a la gente a la que no le interesa saber de sus vidas, sus viajes, sus acosos y paranoias de seudo famosos. Los que aun podemos hablar, hablemos. Los que viven en el rumor desde siempre, que vuelvan a sus esquinas de vieja, a su Comunidad de “pásame la manty”, a esa forma patética de escribir sin gracia una vida que se coagula en el aburrimiento. Yo paso.

Por eso me tomo este café contigo. Esta semana ha sido dura por cosas que no vienen al tema. Eventos de la vida real solucionándose de a pocos. Ahora estoy tranquila y sin penas, escribiendo desde el exilio. Leyendo solo cosas que me hacen bien, viendo solo lo que quiero ver. Separando mientras pueda la paja del trigo, aunque me sangren las manos en eso.

Se que me aconsejas que elija mejor a mis amistades, pues el ego de un hombre es inversamente proporcional al tamaño de su boca. Lo sé, no tienes que repetirlo. Pero a mi edad no pensé que volvería a tropezar con fabuladores de ambos sexos tratando de volver sus vidas interesantes mencionando los nombres de terceros. Bien dicen, que nunca se termina de aprender.

Me acompañas a caminar con un café en la mano? Ya sabes como me encanta caminar bajo cielos nublados y garúas silenciosas.

jueves, agosto 17, 2006

Los terceros

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No me gusta el número 3. A menudo oigo que a la tercera es la vencida y yo pongo cara de asco. No me agrada el tres ni esperar recibir un tercer golpe, para darme cuenta que tengo que rectificar camino.

No soy proclive a poner la otra mejilla, si sé que me dolerá igual. Quien entrega la otra mejilla debe estar con un estado anímico especial de saber que es obvio que recibirá una nueva bofetada pero que no se quejará porque a eso se está exponiendo y lo acepta con humildad.
Yo si me quejo, a mi si me duele, a mi si me importa reclamar ese dolor injustificado.

No me agrada el número 3.
Parece que la naturaleza se hubiera encargado de unir todo en pares, incluso las cadenas de ADN ¿Por qué no incluir una tercera cadena que le genere mayor estabilidad en el espacio? Porque no proteger a la "frágil" cadena del genoma humano con una tercera por si hubiera fallas ¿ Acaso el creador se equivocó y quiso ahorrar recursos a la última hora?
Supongo que es, porque las cosas funcionan mejor de a dos que de a tres.
En un grupo de amigos, siempre habrá un tercero que salga sobrando, una pieza que se pueda intercambiar fácilmente con el correr del tiempo, pero hay dos de ellos que seguirán unidos por mayores coincidencias, hay dos seres en el espacio cuya unión será difícilmente modificada.

¿Por qué será que en tercer año siempre pasan los eventos que marcan?
En primaria el tercer año marcó la dificultad en los cursos que antes se aprobaban sin molestia. En secundaria los cambios corporales de media adolescencia marcaron las experiencias traumáticas que cambiarían el resto de mi vida social. En tercer año de universidad, me enamoré hasta llorar por mi primer amor imposible. Es tercer año la mitad aparente de todos los grandes ciclos y es con esa cifra como horizonte que mi vida se ha alineado para hacerme ver mas oscuros los días y las noches más frías. Porque a la mitad de todo siempre dan ganas de retroceder, aunque ya no se pueda.

No me agradan los números 3, ni los días miércoles en que no sabes si estás a inicio o final de semana. Que todo se hace mas pesado y resulta difícil concentrarse. No me agradan esas mitades que dividen tu mundo en dos como a una naranja de la cual tienes que decidir de que parte seguir comiendo. No me agrada estar en la mitad de nada, ni de los espacios enormes ni de los pequeños lugares.

Amo el mar, es el mejor escenario para toda mi existencia; pero cuando estás en altamar las cosas cambian. En medio del mar azul puedes sentirte tan abandonado y huérfano como en la peor de tus pesadillas. No hay norte, sur, no hay costa a donde llegar seguro. En medio del mar y de esa libertad tan deseada puedes sentirte mas infeliz que en el mas pequeño de los claustros.

En medio de todo ese espacio azul de cielo, agua y luces el ser humano se pierde y necesita de otro ser, para hacer la vida soportable. Puedo imaginarme las primeras células uniéndose como una nata a la orilla del mar para dar origen a los primeros peces y al origen evolutivo del simio de dos patas que se pasaría la vida tratando de descubrir la génesis de la vida.

No me agradan los números 3 , porque cuando pides a alguien mas en tu vida, lo haces por esa necesidad de andar en pares, de confiar en otro como si fuera ese caminar de manos unidos una visión panorámica de la vida nanométrica que alinea nuestros ADNs para hacernos celularmente todo lo que somos. Materia organizada, pares cromosómicos, ADN de doble hélice, seres sobre dos patas, con dos ojos, dos manos, dos pulmones... y con un alma que sale sobrando.

No puedo vivir de a tres, porque un tercero desestabiliza todo. No puedo tolerar un tercer golpe si puedo evitar el segundo, no puedo soportar estar en medio de un ciclo pues no se bien donde iré a parar. Ni estar en la mitad de océano ni en un claustro para que me asfixie. No puedo querer a los días de mitad de semana, a esos miércoles que me recuerdan que estoy en la mitad de todo y que nadie vendrá a recogerme/salvarme/quererme.

No me agrada el número 3 y tal vez eso sea suficiente para explicar que en este mundo de grupos, grupitos y grupetes, yo prefiera andar en pareja pues es más fácil confiar solo en alguien más aparte de uno mismo. Especialmente si cuando uno es solo UNO, practicamente es NADIE.
No entiendo la lógica de a la tercera es la vencida, porque cuando decides optar por recibir un tercer golpe, simplemente ya has sido vencido.
Yo camino de uno o de a dos, pero cuando me hablan de un tercero, es mejor seguir caminando sola pues las multitudes aturden mis silencios.

miércoles, agosto 16, 2006

La Amiga de Laura La Necia

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Hoy vi de nuevo a una vieja amiga. ¿es correcto ese término? Fuimos poco amigas durante la infancia, pero para la pubertad y adolescencia compartimos muchos veranos juntas descubriendo como nuestros cuerpos cambiaban y nuestras experiencias también. Estábamos experimentando un crecimiento paralelo, ella de contextura robusta y caderas notorias, pudo disfrutar mucho antes que yo de mieles puberales, como cartitas anónimas o pretendientes atolondrados. Su cuerpo se había desarrollado mucho antes que el mío que seguía como una espiga longilínea.
Posteriormente fuimos separadas de colegio, ella se quedó en uno nacional regentado por monjas y yo en el particular regentado por los pitucos de medio pelo que abundaban por entonces en la sociedad de la Tierra del Olvido.

Durante todo el año no nos hablábamos, pero al llegar el verano podíamos ir a fiestas juntas, a discotecas y hasta amanecernos en los conciertos de playa. Recuerdo con cariño ese tiempo en que nuestras madres no nos compraban pareos para ir a la playa, pues esos eran para señoritas y nosotras aun éramos unas crías. Íbamos a la playa con alguna otra amiga ocasional y nos envolvíamos en las toallas multicolores con el nudo bien a la cadera para mostrar el detalle de un abdomen que para ese tiempo aun era plano.

Para los 14 años yo fui la primera de mi familia en usar bikini. Era una muestra de rebeldía ante esa timidez congénita y de vergüenza y miedo a las miradas de los hombres. Mis hermanas aplaudían el hecho que no fuera una “monga” como lo habían sido ellas; y mis amigas veían tanto con curiosidad como con envidia el cuerpo que de plano ya no tenia mucho, mostrando unas caderas incipientes y unos senos pequeños que ya comenzaban a crecer bajo la ropa.

Mariana como la llamaré para el caso, no usaba bikini pero ya lucía unas caderas nalgudas, que generaban envidia y unas piernas demasiado carnosas para una niña de 14. A veces, me nacía una envidia oculta al ver sobre sus muslos las miradas de otros chicos de mi edad e incluso de algunos hombres adultos incluyendo a mi padre.

Como en todo crecimiento, esos detalles que nos hacían diferentes nos llenaban a ambas tanto de orgullo como de zozobra. Era molesto volver de alguna discoteca a la medianoche ( solo hasta esa hora nos permitían salir a bailar) y tener que soportar las miradas y llamados de muchos de los chicos adultos que esperaban a las afueras de los locales.
Recuerdo, que ella era siempre mas puntual que yo, probablemente porque le temía mas a su madre. Yo jamás había sido rezongada y creía que mis libertades eran ilimitadas hasta la noche en que mi madre me dio un ultimátum para llegar temprano.
Esa noche al llegar a casa, hallé a mi mamá acostada en mi cama verificando la hora de llegada. Por suerte la buena Mariana había logrado que saliéramos a la hora, a pesar de mis reclamos, pues era sabido que a esa hora recién los chicos se animaban a sacar a bailar y la música dejaba de ser aburrida.

La universidad nos distanció un poco. Esta vez yo iba a una nacional y ella a una privada. Las cosas habían cambiado, yo había logrado ingresar a la universidad que ella no pudo, aunque eso no fue excusa para que todos los años siguientes ella me hiciera bromas relacionadas a mis compañeros nada fashion y su condición social tan “deprimente”. Ella había cambiado mucho, ahora solo hablaba de los autos, de las casas de playa, de los viajes al exterior …de sus amigos. En esos años que seguimos vacacionando juntas pude enterarme de la vida de todas sus amistades, mientras que mi círculo social se veía restringido a los seguidores de trova o punk de la época, que resultaban siendo siempre los con menos vida social.

Ella perdió la virginidad a los 20, cuando yo apenas estaba dando mi primer beso. Luego vinieron los accidentes de auto, las tardes ebria, las orgías en que no recordaba nada. Yo la escuchaba con cierta envidia y mayor consternación. Yo había querido una vida igual de alocada para mi, pero solo me podía conformar con tomar café en el anfiteatro de medicina hasta la madrugada o ir a esas fiestas en que habían mas chicos que chicas y bailábamos como locos saltando y golpeando las paredes con nuestros cuerpos. Yo estaba viviendo cosas mas tontas, que hasta daban pereza contar. Fue por el tiempo que yo comencé a viajar para pasar las vacaciones en Santiago con mi hermana y ella comenzó a frecuentar otros balnearios menos “aburridos”.

La siguiente vez que la vi, había terminado con el novio de 5 años y andaba con un tío cuarentón que le doblaba la edad y al cual sus amigos veinteañeros arribistas, admiraban porque tenía relojes raros y zapatos importados. Yo estaba asqueada, para ese tiempo yo estaba de novia con el primer chico que me había besado y veía al tío medio calvo y petulante mirarme el escote cada vez que mi amiga se paraba para atender el teléfono.
Me dio lástima pensar que las chicas sin presencia paterna como ella siempre buscaban tíos ricos que las protegieran.
La ironía fue que 4 años mas tarde yo me enamoraría de un tío que casi me doblaba la edad, auqnue no coleccionara relojes, ni lo conociera ningun amigo mío.

Cuando me la encontré dos años mas tarde, estaba en una depresión atroz a causa del abandono de su novio no solo cuarentón, sino también pegalón. Le había destruido todo rastro de autoestima, prohibiéndole incluso tener un hijo, de todas las formas posibles.

Yo agradecí que
el innombrable jamás me hubiera humillado como había pasado con ella y su novio mayor. Con él, yo estaba descubriendo experimentar el sexo en todas sus formas. Y viví una época de la cual guardo el mejor de los recuerdos. A ella le sucedió todo lo contrario...

Sin embargo, a pesar del momento que pasaba, nada de lo petulante que había aprendido en los 6 años de facultad se le había quitado. Seguía hablando solamente de relojes, autos, casas, viajes…siempre de sus amigos. Yo seguía sin conocer ni hablar mucho de marcas ni de personas. Yo seguía siendo una antisocial que prefería no comentar las cosas que me pasaban en privado, ni sobre los viajes, ni la vida que yo sí vivía sin pedírmela de anécdotas de prestado.

Ella me hablaba atacándome, burlándose de mi vida aburrida, de mis escasas amistades interesantes. Yo me mordía los labios para no contestarle, aunque luego me fuera a dormir a la cama con la impotencia de no poder decirle que todo lo que ella hablaba de terceros yo lo estaba viviendo en directo. Solo quedaba respirar y seguir oyéndola, como si me importara esa vida “nice” y todos sus chismes agregados.

Hoy Mariana vino a verme, su cara parecía la de una mujer mucho mas adulta y triste que yo. Su voz seguía siendo fuerte y salpicada de groserías fashion. Su cuerpo antes voluptuoso, ahora era robusto y de hombros redondos. Nada de la falsa pituquería de antaño se le había quitado.
Sigue hablando de marcas de carteras y celulares, como si se le escaparan involuntariamente de la boca. Debo parecerle alguna suerte de monja que vive recluida en la casa paterna. Tengo que decirle que solo estoy de visita, que no pongo el consultorio aquí, para no tener que quedarme. Que aun no pierdo las esperanzas de volver a irme.

Me ha invitado a salir con sus amigos y una angustia extraña se ha apoderado de mi, hay cosas que no cambian. Creo que me voy a quedar sola, porque no me apetece volver a salir con nadie. Ella me mira con cierta lástima.
Te estás volviendo vieja- me dice.
Yo pienso lo mismo de ella, hoy vi algunas arrugas en su rostro, ojeras, lesiones de mujer adulta. Yo sigo teniendo la cara joven aunque en mis ojos hayan pasado siglos en dos años apenas. Pero no es solo ella, sus amigos, los temas de los que hablen y de los que yo tenga que verme excluida, es esa sensación de los 7 años de universidad en que ella me invitaba a salir en grupo y yo rechazaba las invitaciones, es esa facultad que yo tengo de preferir vivir en un risco a salir en grupo para beber con tíos mayores. De no querer mezclarme, como si eso lograra hacerme diferente.

A veces me siento como una especie de Florentino Ariza, teniendo que callar toda la vorágine de vida que viví estos años. Prefiriendo siempre cazar en solitario, enamorarme en solitario, conocer a alguien sin necesidad de un grupo bullicioso o una amiga parlanchina.
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****Dos Amigas/Lautrec

Sensible no...Maniática!

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Debo confesar que hay cosas que no me agradan. Uso la palabra confesar, porque hay cosas que se asumen de mi y con las que no comulgo mucho. Una de ellas es que por escribir ciertas cosas, parezco sensible y bueno…no lo soy tanto.

No leo poemas, por ejemplo. Los que mas me agradan son los que no tienen versos, ni rima, ni nada. Los que desgarran. Pero no leo poemas.
Tampoco compro música romántica, menos si es en español. No resisto las baladas, prefiero cualquier cosa antes que oír alguna balada. Tienden a deprimirme, pero por sobre todo, me parecen bobas.
No soporto a Sabina. Se que es un maestro, que todos los que se dicen con buen gusto lo adoran…pero yo no lo soporto. Jamás he podido escucharle una canción completa. No hay química, su voz aguardentosa me puede malograr el día.

No resisto que alguien me imponga la música que le agrada. Tenía un compañero que ponía música clásica (sus mejores canciones) durante las guardias a todo volumen. Siempre me agradó escuchar música clásica hasta ese día que estaba en todo el piso hospitalario haciéndome sentir como en un campo de concentración y con él sentado en una pose de Vallejo que hacía que las enfermeras se mojen los calzones.

No me agrada llevar el estetoscopio en el cuello, me pesa. Es tonto, pero tengo una sensibilidad especial en relación al peso. Y no puedo tener collares pesados, ni celulares colgados, ni llevar el estetoscopio como se ve en las películas. Tampoco usar zapatos pesados. Debo pesar los zapatos antes de medírmelos. Solo uso zapatos livianos y son difíciles de hallar.

No se, esa no es una confesión válida, eso todo el mundo lo sabe, pero ya que me van a odiar por lo d e sabina que me odien también por lo de las manías con los zapatos. Claro que eso es un capitulo completo. Los zapatos y yo es una historia demasiado larga.

Detesto las reuniones con mucha gente. Me abruma sentirme rodeada de gente que no conozco, ver comos e relacionan. Es como estar en medio de una colonia de estreptococos que crece y crece, sin que haya espacio libre para sentirse a gusto. Resultado: Material mucinoso por todas partes.

Detesto lavar ropa o tener que plancharla. De todas las labores domésticas incluida la de limpiar el baño, lavar ropa es la que mas mal me hace sentir. Mis manos siempre quedan con pequeñas heridas que tardan en cicatrizar.

Finalmente creo que mi piel, mis músculos y tendones son mas sensibles que yo como persona. ¿Ahora entienden por qué no me conmueven las cosas catalogadas como para "chica sensible, letrada y de buen gusto"? Simplemente porque no me entalla bien esa definición a priori.


martes, agosto 15, 2006

Martes: no me Caso ni me Embarco

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*Desolados/ Pozo


Estoy con una alergia insoportable. Desde hace varios años, que no volvía a sentir esos estornudos hasta por las fragancias mas tenues, ni esa sensibilidad ante los metales que rozan mis muñecas o mis orejas. Todo mi cuerpo reaccionando contra el mundo, como un acto de rebeldía. Hace tiempo que no me veía tan sensible físicamente.

Hace años, pasé por un estado alérgico similar. Era un periodo de grandes cambios y cualquier tipo de desinfectante de laboratorio me hacia estornudar, lagrimear y sentirme tan cansada y soñolienta como en un resfrío continuo. Pensé que al entrar al internado mi vida sería una pesadilla, pero no fue así. Si expones a un individuo a mayor presión, ocurren dos cosas: Se termina de romper o se hace mas fuerte. Aquella vez , yo me hice mas fuerte.

Ahora que estoy en fase de desintoxicación cibernética, trato de dormir mas y no pasarme las madrugadas navegando en busca de algo que me sorprenda. Ahora me voy a la cama a las 11 y cierro los ojos tratando de dormir, pero no lo consigo tan rápido. Ayer cogí el libro de predicciones para este año. Y busqué mi signo chino: La cabra.
Sonreí al leer frases como “es el periodo del desapego y del encuentro espiritual”.

Debieron decirme que eso del desapego no sería voluntario, que me robarían hasta el reloj a comienzos de año, que cada vez mis cuentas disminuyen sin ninguna ganancia. Que es un milagro que tenga la ropa que tengo puesta, porque todo bien material me ha sido arrebatado.

Decía también cosas como de que este año hallaría un nuevo oficio que se convertiría en mi forma de vida futura y que me daría nuevos amigos. Que emplearía mi tiempo en esas cualidades artísticas que tenía abandonadas. Eh? Se refiere al blog? Supongo que al hablar de oficio artístico se refiere a la escritura, un oficio sin beneficio monetario. Lo otro es que podría dedicarme a hacer pulseras de colores en plazas.

No se por qué en este punto me imagino la cara de Rafa, diciéndome que todos los adivinadores son unos gilipollas y que se los folle a todos un gorila porque la verdad nadie sabe nada de nada. Y yo le daría la razón, pero que mas da, leo a la gente que me escribe al correo diciéndome que me lo merezco, que soy un martillo a quien le toca su papel de yunque, que la culpa la tiene mi retorcido ADN incaico, etc. Así que creo que prefiero que el gorila en mención se los folle primero a ellos, que al quiromántico que me dice que este año me sacarán la mugre y de repente al próximo año brillo.

Bonito papel de carbón q me tocó vivir!

Estoy con alergia y cambios de ánimo. No puedo terminar los párrafos que inicio, quizás por hoy debería leer más y escribir menos. Si sobrevivo a éste año me daré por satisfecha.




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Despertar de Lunes

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Es lunes, estoy triste pero nadie la sabe. Igual que una enfermedad la tristeza ha vuelto a tocar mis músculos y a hacerlos lánguidos. A volver mis párpados pesados y mi boca mustia. Nadie lo sabe, incluso me levanté temprano, saqué la basura e hice bromas con mi hermana. Creo que sirvo de actriz, porque ya no me resulta difícil fingir que todo está normal.

Claro, ahora me siento mejor porque se que solo es tristeza. Que pasará, que bastan dos días para recuperarme y estar bien dentro mío aunque en la mesa esté callada, porque estoy planeando un nuevo viaje, una nueva estrategia, maquinándome un nuevo sueño, que me haga soportable esta forma de vivir sin nadie.

Antes vivía en melancolía, antes no era tristeza, sino dolor lo que sentía. Ahora se diferenciarlo. Cuando terminé con él, cuando la vida se me hizo trizas y todos los puentes que había tendido con la felicidad se cayeron y me quede sola, en un risco al que nadie era capaz de llegar, sentía dolor. Dolor cuando despertaba y cuando me iba a dormir, nada lo calmaba. Pude saber que la depresión es mas que una pose intelectualoide o una enfermedad que se cura con pastillas. Era algo tangible en el centro de mi. Un dolor que oprimía el pecho y me hacía llorar incluso estando dormida.
Solo abría los ojos a un nuevo día y estaba ese dolor en mí, invadiéndolo todo. Era tan intenso, tan persistente, que la única forma de escapar de él parecía la muerte.

Ahora ya no siento ese dolor. Mi tristeza es una imitación vaga de mi antigua depresión, que se oculta en la penumbra esperando el menor descuido para atraparme de nuevo. Yo sentía dolor en mi ser, un dolor que de solo recordarlo, me genera pánico. Que de solo saberlo erradicado de mí, me deja respirar tranquila y saber que mi tristeza no es la gran cosa, que pasará y se diluirá como todo. Que puedo sobrevivir a ella y con ella.

Es lunes, hoy parezco mas habladora que lo normal. Incluso le confesé a mi hermana que he estado llorando estos días. Ya no me da vergüenza y ella no se asusta. Tampoco culpa a alguien de mi tristeza, se ríe conmigo y ambas nos reímos de las malditas hormonas, de ser mujer y tener días de llantos sosegados que nadie puede calmar.

Quisiera decirle más, explicarle, pero se que es mejor dejar pasar todo. Soy muy joven para hacerme tantas preguntas, deberían hacerme una lobotomía para que deje de pensar tanto, en eventos que no puedo solucionar. Deberían tajarme el corazón, arrancarme los ojos, deberían evitarme esta existencia de despellejo. Deberían transplantarme el alma a una mas dura. Ser mujer es una mierda, ser hombre tal vez igual. El problema es tomar conciencia de ello. Pasar un lunes pensando en una forma de no serlo.

Bueno, Es lunes, estoy triste pero nadie lo sabe. Me voy a tomar un juguito al mercado, a caminar un poco, que sé yo a hacer cualquier cosa hasta que se me pase esta sensación de vacío. Hasta que pueda volver a ser la buena amiga, que entiende todo y a todos.

11:30 p.m.

Maldito Lunes no se acaba nunca… Al menos ya es martes al otro lado del mundo y en algún lejano lugar han comenzado a volar las mariposas.

domingo, agosto 13, 2006

Durmiendo en el Clóset

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Ayer soñé con mi ex. Fue raro, demasiado real, aunque la circunstancia no lo fuera. Estábamos en la India y el comía bajo un toldo, vestido de negro con la sonrisa que aun le recuerdo. Yo le sonreí también. Luego me desperté con una migraña que duró todo el día.

Cada vez que termino un intento de relación, él se me viene a la mente. Tal vez porque no he vuelto a ver en ningún hombre la mirada que él tenía, ni he vuelto a sentirme así como con él. Con el mundo entero desapareciendo y la gente volviéndose gris, para que solo una luz ilumine su cara acercándose y diciendo mi nombre.

La gente habla continuamente del amor, como algo inventado. Una excusa para no llamar a la búsqueda de amor simplemente, búsqueda de No soledad. Búsqueda de alguien con quien compartir.
El amor existe, aunque dure un minuto, pero existe.
Se llega a dar. Si no lo supiera, no lo intentaría tantas veces. Pero cada vez lo intento con menos fe. En este corto tiempo después de él, lo he intentado mas veces que cualquier mujer de mi edad, mas veces que un hombre promedio.
Y no hablo de sexo solamente. Hablo de intentarlo en todas esas formas en que un alguien se trata de relacionar con otro alguien. Pero no se da, no es que me falten virtudes, ni que los hombres a los que he tratado carezcan de ellas. Solo que no hay eso, ese fogonazo de saber que es “esa persona” y que funcionará.

Y francamente ya voy perdiendo la ilusión. Es cansador estar así, intentarlo.
Se que los hombres tienen varias relaciones antes de enamorarse, pero probablemente lo tomen mas a la ligera. Yo, cada relación la he vivido al máximo y cada vez que lo he sentido he dicho “te amo” sin sentir culpa y cada vez que he amado ha parecido verdad. Aunque no lo fuera...
Aunque no hubiera ese desparecer de gente a mi alrededor, ni ese fogonazo en el pecho.
Pero si he sentido ganas de entregarlo todo y de dejar mi piel en otras manos como un vestido del cual estoy dispuesta a deshacerme, hasta quedarme solo en ojos y boca.
Lo he intentado mas veces que un hombre, por eso me duele más. Porque se que el amor es esquivo, infrecuente, casi imposible de hallar dos veces. Que el amor no vuelve.

Me duele más, cada vez que comienza de nuevo esa vacuidad en el ser, de sentir que no fui amada, ni fui digna de mas que un te quiero.
¿Sabes?
Odio los te quiero, los detesto!
Son tan inmundos los te quiero...duelen mas que un te odio, que un no me importas. A mi la gente me quiere, mis padres me quieren, mis amigos me quieren…eso me lo da cualquiera. Cualquiera puede darme cariño, no es justo que me den eso, cuando yo me entrego entera. No es justo volver a llorar como si fuera la primera vez que lo hicieran.

No es justo, mierda! ........pero la vida sigue.

No sabes lo cansado que es volver a conocer a alguien e irle mostrando poco a poco tus afectos y defectos. Las cosas que amas y las cosas que odias, para que te conozca, para que sepa quien eres, de que estas hecha. Es casi como preparar toda una estrategia de mercadeo, para que al final solo rechacen la mercancía.
Y no duele menos con el tiempo.
Solo que te vuelves algo mas racional, algo más coherente y dices, "claro, lo sabía, sabía que no resultaría, no se dio esa química que yo ya conozco". Ese amor saliendo de cada poro del cuerpo en el objeto de tu afecto y haciendo al mundo un lugar respirable.
Pero duele igual o más.
Porque cuando no es amor, lo intentas con más ahínco, pones más de tu parte. Cuando hay química, no tienes que esforzarte, ni se te saltan las lágrimas cuando tienes que hacer algo que no deseas, ni te ofendes si esa persona prefiere que le laves la ropa antes de echarte un polvo a media tarde. Simplemente fluye y cada sacrificio no es sentido como tal, solo se da como un acto de amor, que no pide recompensa.

Yo lo he intentado muchas veces, mas de las que alguien pudiera imaginar. Y cada vez he ido con el corazón en la mano, dispuesta a que me lo rompan, porque he querido creer que alguien puede amarme, mas allá de un simple te quiero. Que alguien quiere más que una simple relación de intentémoslo a ver que pasa.
No se, a lo mejor he sido más soñadora de lo que pretendo ser.
Pero me he cansado y diría que ahora hasta miedo tengo de intentarlo de nuevo.
Porque es todo un evento eso de enamorarse. Es como elegir tu mejor atuendo, tu mejor fragancia, preparar tu mejor perfomance...desvestirse lentamente en una noche fría a pesar del temblor de piernas, de la vergüenza, de la angustia y esperar...Esperar que lo que muestres sea aceptado y amado. De lo contrario, solo es volver a vestirse e ir a dormir al clóset.
Una vez hice eso, una vez salí con un tipo y fue tan desalentador descubrir que no me amaba, que me metí en el clóset del hotel y quise quedarme allí hasta que él se fuera. La verdad quise desaparecer, quise que hubiera un universo del otro lado de la pared y salir de este mundo feo, en el que una mujer lo intenta solo para que le rompan el corazón con el arma que tengan a la mano. Quise perder la conciencia, irme. No tener que ver esos ojos fríos y esa boca de hielo.

Admiro a los hombres que pueden amar a un ideal, que pueden vivir escribiendo o soñando con una mujer que aun no llega o que ya llegó y se fue demasiado rápido, o con esa mujer que vive al otro lado del mundo. Admiro esa capacidad de los seres, de vivir enamorados de alguien existente o no y no abrir su corazón para nadie más. Así sea ésta, la persona que quiere vivir para ellos. Admiro a los que creen que aun llegara el amor de sus vidas y por eso desprecian al resto. A los que me han dicho te quiero, porque un te amo era demasiado.
Yo ya no puedo hacerlo.

No puedo, porque un día me enamoré así como en las películas y el final fue desgarrador y sin vuelta atrás. Porque yo ya no tengo ningún fantasma de quien vivir enamorada por creerlo perfecto o esperar que vuelva; o a quien dedicarle poemas, canciones, escritos varios. Yo no tengo a nadie idealizado como para cerrar mi corazón y dejar de intentarlo todas las veces que se pueda.
Aunque ahora lo haga con menos fe.
Pues ahora que sé, que el amor no es un plato que se pondrá gratuitamente a mi mesa, lo intento solo por ese sentimiento de buscar un cómplice y un compañero, mas que un amante.
Lo intento, aun sabiendo que no desaparecerá la gente alrededor cuando lo vea en el aeropuerto, ni besaré su boca como si nadie jamás me hubiera besado. Lo intento, como una completa estúpida, con el corazón en la mano, como si eso sirviera de algo. Como si eso fuera suficiente.

Me he enamorado más veces de lo que hubiera querido hacerlo. Mas veces de lo que alguien puede, pues en cada una de esas veces, yo no di la mitad y dije “te quieros” que sirven de curitas para heridas enormes. En todas esas veces, yo si pensé que resultaría. Que alguien se enamoraría de mí o al menos no duidaría en intentarlo. Y pensé que algún día alguien me mentiría tan bien , que un Te amo, sería suficientemente creíble como para que lo siguiéramos intentando, hasta hacernos amigos, cómplices, compañeros y calmarnos esa soledad mutua que hiede siempre.

No creí que volvería a llorar como lo hago ahora sin mirar al teclado, pero es bueno poder hacerlo. Confesar que tengo pavor de volver a intentarlo y saber que nuevamente no mereceré más que el titulo de buena amiga, buena amante o buena confidente... Que otra vez fallé, falló mi circunstancia y que las cosas no se dieron y que hay que seguir caminando, aunque me duelan los pies y me sangren los dedos.
Tengo miedo que un día me canse tanto de caminar, que me conforme con cualquier cosa, con alguien que me caliente los pies en la noche, o alguien que no tenga mal aliento. Temo que la soledad mine mis ganas de entregarme y darme a conocer por entero. Que la soledad pueda más que yo y que ya no haya nadie a quien aceptarle un detestable “te quiero”. simplemente que ya no haya nadie.

Es extraño que la persona que menos me conoció, que menos me leyó o compartió vida social conmigo, sea la que mas veces me dijera te amo.
Y yo le creí,
porque pareció tan cierto, aunque a veces lo callara. Porque sus ojos y sus manos parecían darme todo eso que ahora pido de puerta en puerta, con mirada mendicante, como si no me lo mereciera.

Yo solo quería un compañero, pero ni a eso puedo aspirar. Porque los hombres tienen su corazón lleno de ilusiones perfectas, lleno de pompas de jabón y mujeres lejanas, que es inútil intentar acabar con ellas.
Y yo sigo aquí
intentándolo, caminado, llorando una vez más, para que se me quite este dolor profundo de no sentirme amada por nadie. De ser rechazada con palabras bonitas y esperar otra vez, como una Penélope que teje y desteje a un corazón deshilachado que jamás logra ser reparado del todo.

Copas Dominicales

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Este fin de semana tenía muchas cosas en mente, parece que los pensamientos se agolparan tras mi lengua y empujaran a salir no por mi boca, sino a través de mis dedos. Fue un Headache Day, más bien un Weekend. No se, pero mis ondas cerebrales han estado en un tumulto ensordecedor. A veces me dan ganas de tener una grabadora e ir solo hablando todo lo que me viene por la cabeza, para que alguien más lo escriba.
Pero detesto mi voz en las grabaciones. Aunque haya gente que diga que tengo una voz linda. Yo desearía una voz más gruesa, en fin. Divagues.

Durante el fin de semana se me ocurrieron mil historias. Ayer, si no hubiera sido por la migraña y la fotofobia hubiera escrito una. Antes cuando no tenía blog, solo dejaba que las historias se escaparan de mi mente, sin temor a olvidarlas. Eran solo pensamientos con alguna cadencia que jamás salían de la cárcel de mi boca, no fuera que alguien se asustara por todas las cosas que pensaba. Ahora es diferente.

Tener un blog me ha ayudado a escribir historias de inicio a fin. Tal vez jamás hubiera terminado Cuento Sucio de no ser por la gente que mandaba sus correos y me pedía que la terminara. Fue raro y bonito, porque eran varias personas que no tenían identidad blogger y solo me escribían para preguntarme que pasaría con los personajes. De cierta forma me sentía comprometida. Yo, la que jamás terminaba nada, de pronto ponía fin a una historia de 20 capítulos, razón tenía el psicólogo, cuando hablaba que yo necesitaba de empuje para lograr mis objetivos.

Antes era más liberador escribir en el blog. Cuando empecé, no sabía mucho sobre vivir en comunidad y no me leía nadie, así que era una catarsis free, como tener a un confesor en línea. No me preocupaba de nada, ni de explicar a nadie, como y por qué, de cada cosa. Podía escribir cosas íntimas, más desgarradoras, más sexuales. Es cierto, al inicio de mi blog era algo cínica. Estaba en ese periodo de creer “yo lo puedo todo, ya vi la cara mala del mundo”. De pronto empecé a poner algunos cuentitos viejos, que ni sabía como titular. Creo que solo Carlos me leía, de pronto y también Cienfuegos. Nadie más sabía de mi existencia cibernética.

Luego vinieron los comentarios bonitos, los levanta ego…Y claro, también los otros…Que coincidieron a cuando empecé a poner imágenes en los posts. Luego cada vez lectores, olas de personas que han estado y se han ido, o siguen ahí. En todo caso era más fácil, no los conocía, no me importaba responderles. Ahora la cosa ha variado un poco. Llevo 8 meses en blogger y a alguna gente he conocido. Lo peor, luego toda esa gente anónima se relacionó, hicieron una especie de cofradía, de comunidad del anillo, no sé…pero fue escalofriante. Me sentí como en el colegio de nuevo, incluso alguien llegó a escribir “eres del círculo” y yo casi me caigo de la silla. Yo no quería ser de ningún círculo, según yo, seguiá siendo anónima.
De pronto me di cuenta, que escribir un blog del estilo del mío, era como andar calata por la casa con las persianas abiertas y que los vecinos del edificio de enfrente estuvieran continuamente viendo que hacías y comentando cosas como "sigue escribiendo así, porque es paja leer como sangras".

Luego, esa ola de gente también dejó de venir o mas bien de comentar. Parece que a medida que un blogger envejece en la plataforma, se da cuenta que ya no es necesario comentar compulsivamente para que se enteren que tiene un post nuevo, simplemente lee y no comenta. Hablo con bastante gente que sabe más de mis posts que yo misma. De pronto y estaba teniendo contacto vía e- mail o mesanjeros, con otros bloggers. De pronto, ya no era muy liberador hablar de ciertas cosas, porque ponían comentarios preocupándose, preguntando, o mandaban cartas que no me animaba a responder.
Creo que por eso pensé terminar con el blog. Ya no era yo, de pronto estaba atrapada en la red y no podía dejar de pensar que inconscientemente escribía para otros. Y esos comentarios tan salidos de foco, me molestaban mucho, porque eran de gente que yo esperaba que ya me conociera lo suficiente como para no andar pensando necedades de mí o por mí.

Finalmente descubrí que escriba lo que escriba, nadie te conoce realmente y eso en lugar de ser una pérdida, es una ventaja. Porque es momento de ya no andar explicándole nada a nadie, solo escribir para uno y dejar libre la mente de los otros, sin inmutarse por lo que digan o dejen de decir.

Antes era más fácil, lo admito, escribir sobre mí, sobre mis relaciones, mis pasiones, pero de pronto con tanta gente queriendo ayudar, la terapia de introspección pública comenzó a fallar.
La gente que dice quererte quiere que les contestes en igual medida, con cariño, con un gracias de lágrimas en los ojos, que devuelvas la visita a sus blogs, en fin…Que te comportes como un buen vecino y hagas vida de comunidad. Pero yo a veces soy tan abúlica que no leo a nadie. Que pocas veces comento aunque si lea otros blogs. Que hay gente que escribe tan bien, que es terrible entrar con mis grandes patas de caballo a decir algo más, cuando ya está todo dicho.
No sé, porque la gente me lee, si al cabo, soy tan “malagradecida”. Si ya he dejado de enlazar nuevos blogs, a menos que sean de cuentos, de esos que renuevan cada 15 días y te hacen soñar con historias increíbles, de esa gente que escribe poesía sin proponérselo, de esos con un ritmo tan brutal en sus palabras que no puedes evitar volver a leerlos. De esos que no saben que los lees y que habitan en tierras tan extrañas, como lejanas y que los sientes mas cerca que dentro tuyo.

He cambiado un poco, desde que empecé a escribir por aquí. El blog me benefició en la medida que podía escribir cuentos que jamás escribí en un diario, por ser demasiado largos. Porque aquí puedo acompañar mis palabras de las imágenes o la música que me impresiona y llegar a compartir eso con la gente que quiero. Me nace entonces, esa satisfacción de cuando le prestas un libro que te gustó a algún amigo y sabes que cuando te lo devuelva, aquel libro estará enriquecido por los ojos de quien lo leyó. Que ganaste más al dar algo tuyo y que sea devuelto con sus impresiones, que solo el hecho de comprarte el libro nuevo y no compartirlo con nadie.

Dentro de los blogs se da el caso de que, Al dar te sientes mas recompensado que al recibir; pues sabes que lo que diste fue como una semilla que dio fruto en alguien mas según su propia visión de las circunstancias. Que plantaste en alguien más y ese hecho te recompensa los malos ratos, las cartas feas, los comentarios sin sentido, la molestia de vivir en vecindad y no en tu propia Torre de autoexilio.

La única medida de salubridad que trato de conservar, es no leer los blogs personales a diario, sino de manera intermitente, pues no deseo tener la manía de leer Blogo Novelas diarias, al sentir que puedo interactuar de alguna forma con sus “protagonistas” y lograrme un vicio que consista en saber más y más de alguien, convirtiéndome en alguna suerte de vieja chismosa que se va a la cama pensando en la vida de los otros o pregunte cosas, como “¿Y que te pasó hoy? ¿Y que comiste hoy? ¿Y qué te dijo tu novio(a)?

La otra medida de salubridad mental para leer a gusto un blog, es que trato de no leer los comentarios de otros. Cuando termino de leer un post siento que acabara de salir de una cena perfecta y que a la salida compro comida al paso, solo porque “está ahí” .Es cierto, hay comentarios muy buenos, que resultan siendo como una copa de vino, para una cena que fue algo corta...frugal tal vez... Pero como la gran mayoría por aquí, padece de la manía de comentar compulsivamente terminado el primer párrafo de un post, ya no me detengo mucho a leer comentarios ajenos, pues podrían avinagrarme la cena.

Es domingo, no se porque hablé de los blogs hoy. Supongo que ya soy conciente que hay ciertas cosas muy íntimas, de las cuales antes escribía con desparpajo y ahora prefiero solo guardármelas para no generar un ataque masivo de los blogo lectores, que piensan que me conocen hasta el ADN y tienden a malinterpretarlo todo.

Ahora me modero mas y leo/ comento menos. Este blog es la mejor manera de gritar lo que tienes dentro, sin que la gente cercana(familia y amigos) se entere de esas crisis de mal ánimo.
Porque escribir en un blog, es la mejor manera de que todos sepan que me pasa, aunque nadie lo sepa realmente.

jueves, agosto 10, 2006

Monólogos de un Martillo

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Vamos a hablar. Porque estos días se vienen fríos sin llegar a serlo totalmente y a veces me aburro de estos días que no son uno ni lo otro. Igual que con las personas, es que ya sabes yo tengo problemas de radicalidad. Ya me lo han dicho mis viejos, mis amigos, mis intentos de novio, que a veces soy demasiado radical con las cosas. Los más poéticos hablan de apasionamiento. Pero a las finales es lo mismo. Una vez alguien me pasó una definición astrológica de mi yo, según la cual, yo podría ser el mas castigador de los miembros eclesiásticos o el ser mas dado a los placeres carnales. O sea, que podía ser cura de la santa inquisición o bailarina en el Moulin Rouge…Por suerte nací en una época de comodidad de creencias, en que ser ateo es casi una moda aplaudible y la exploración del placer femenino, no es un pecado digno de la hoguera.

Pero puede ser que tengan razón todos los quirománticos, amigos, ex amigos, proyecto de novios y demás seres que se han topado conmigo para bien o para mal. “llevas las cosas a extremos"- me suelen decir…yo pienso que si de verdad las llevara, ya habría sido condenada a cadena perpetua o elevada a mártir. Por suerte, tengo los genes tímidos de mi madre y la indiferencia ante los hechos sociales que tiñe a toda mi generación y no hago gran cosa, excepto estar al margen de todo lo que sea política, aunque no pueda lograrlo del todo. Intento estar informada claro, pero a veces temo ser de la gran mayoría que lee sin entender y opina solo con la mitad de la verdad sobre la mesa. Eso último me genera una gran desazón, porque sabrás que yo he chocado con gente capaz de matar mas gente por ignorar la otra mitad de la verdad y generalizar conocimientos empíricamente obtenidos.

A veces temo opinar, por no decir alguna bobada. Otras veces me dicen que estoy con el martillo listo. No sé, a veces me creo lo que me dicen, tanto que durante un tiempo sentí que era tan, pero tan mala persona, que no merecía el cariño ni el entendimiento de nadie. Pero ya ves las cosas cambian, en un solo click. Es increíble como puedes toparte con personas que aparentemente tienen todas las virtudes señaladas en el catálogo para el hombre perfecto y que simplemente no surja esa química necesaria, para querer mas que una relación amical lejana, de esas en que comentas sobre el clima, dices “pobrecito”, mandas saludos a sus familiares enfermos y luego te olvidas un año entero de ellos, a no ser que te lleguen invitaciones a su velorio por alguna dolencia desconocida.
La verdad, yo siempre me sentí culpable de ese tipo de relaciones. Creía que jamás podría tener a alguien que se quedara conmigo porque simplemente así lo deseara. A veces extraño trabajar o la vida universitaria, en donde no escoges los amigos, sino que te los impone la circunstancia ya sea geográfica o social del momento. Cuando estás lejos de esos círculos que te impone el mal llamado sistema, puedes elegir ...y ¡vaya que eso si es una buena mierda quita-felicidad! El libre albedrío me insta a elegir solo a los amigos que quiero cerca de mí, aunque vivan a millas de distancia, aunque su circunstancia sentimental no esté del todo definida o aunque sus rostros no sean del agrado a mis otras “amistades”. Si tuviera que elegir a mis amigos, me quedaría sola. Los criterios de elección amical son bastante complejos y podrían llevar a una persona a elegir la mas completa soledad, antes de terminar en una orgía de sonrisas falsas o de gente que no entiende que carajo dijiste, porque lo dijiste, o si estás sufriendo mientras te ríes o riendo mientras escribes cosas en apariencia desagradables.

Pero te hablaba de la radicalidad de mi carácter, de que intento no tropezar dos veces con la misma piedra aunque eso requiera paseos interminables para rodearla y no sufrir dos veces con la misma persona. Los seres no cambian según nuestra voluntad y lo peor, tampoco cambian según su propia voluntad. Hay rasgos en el carácter de la gente que muy a pesar nuestro, no cambiarán con todo el amor y la ternura del mundo.

Bueno, yo pensaba que era mi culpa. Que yo era el problema, no sé , de esa falta de química. ¿Demasiado exigente? ¿Demasiado caprichosa? ¿Debo culpar a mis padres de amarme tanto, de darme todo lo que estuvo a su alcance? ¿De hacerme creer que uno debe luchar por aquellas cosas que cree merecer con uñas y dientes, antes de conformarse con la mitad del amor, la mitad de un hombre, la mitad de todo? Mala estrategia esa. Si fuera un poco menos radical, aplicaría bien mis objetivos, me hubiera conformado con “una mitad de todo” a mi tiempo, hasta que las cosas salieran como quisiera. A avanzar la mitad , lentamente, con paciencia, hasta que todo saliera como quiero y luego aguantar el peso de ser feliz. Pero debo admitir, que de todas las virtudes que carezco, es la paciencia, la que mas envidio.

Con un poco de paciencia, podría lograr muchas cosas, pero no. Tiendo a deprimirme, a frustrarme rápido. Tal vez porque estaba acostumbrada a que siempre las cosas me salieran bien a la primera y no hubiera golpe de por medio. ¿Debo culpar a mi buena suerte? ¿A que mis habilidades eran mejores al inicio de mi vida que ahora? ¿A que las exigencias de infante eran menores que en la edad adulta? ¿A que la felicidad de los niños se limita a montar bien una bicicleta, a dar bien un examen de matemáticas a saber dibujar mejor que sus compañeros?

¿Y si me hubieran puesto en la mitad de mi vida a alguien que dibujara como Cienfuegos o a alguien con CI mayor que el mío, solo por ese capricho de la vida de retarnos cuando empezamos, para ver si aguantamos y nos hacemos mejores o si simplemente nos frustramos y vivimos el resto de la vida lamiéndonos las heridas?

Yo pensé que era mi culpa, ya te lo dije, el que la gente que eligiera como dueña de mis afectos siempre me diera en el traste. Yo me resignaba a esa idea y comenzaba a dar la razón a Hobbes sobre la idea de que el hombre es malo en esencia. Que el conocimiento no aplaca casi en nada su naturaleza destructora y mas bien la acrecienta, la perfila. Tanto así que el hombre mas malo será aquel, que mejor te trate antes de darte la estocada final. El ardid de la mujer debería ser entonces, saber como acercarse y separarse pronto sin que llegue a sentir daño.
Yo soy una mala mujer, no puedo hacer nada de eso, a las finales no se escapar lo suficientemente rápido de la maldad innata en el ocasional dueño de mis afectos.

Yo pensé que llevaba culpa, la cual no disminuía por ser compartida, solo era culpa y punto.
Pero... hay hombres buenos y no porque lo diga yo, ni porque lo quiera creer y me ciegue con esa idea, hasta la estupidez de vivir en la ilusión de que la gente no te causará daño concientemente. O explotando al máximo esa virtud que nos dan a los seres humanos de vivir en la ignorancia para sufrir menos. Lo digo, porque llevo apenas un cuarto de siglo en este planeta y puedo dar constancia de que existen hombres esencialmente buenos, con miles de defectos como todos, pero finalmente BUENOS. Alguien dirá entonces que un Leviathan no podría reconocer jamás la bondad en su vecino, porque es la maldad intrínseca la que lo vuelve malo, malísimo. Pero creo que puedo saberlo, saber que existen también los hombres buenos y eso me da una esperanza.
Porque mientras alguien pueda creer en la bondad oculta, es esa luz la que nos libera de nuestras propias sombras. de nuestras propias culpas. El hecho d epoder confiar en otro, en la bondad del otro y esperar que éste otro hombre use la poca de bondad que tiene para intentar no dañar, no hacer mas daño.

Me declaro radical, me declaro esencialmente mala, impaciente por naturaleza, tímida hasta la cobardía, medianamente razonable para comprender que hay seres que son realmente inteligentes y que tienen la oportunidad de hacer algo. Me declaro culpable de creer en que los hombres pueden ser buenos y las mujeres llegar a amarlos por lo que son y no por la fortaleza que aparenten. Me declaro culpable, pero por favor... no se lo digas a nadie, que lo que he dicho podría sonar subversivo para los que leen solo la mitad de la verdad.

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" LA BEGONIA"

Al amanecer del quinto día Dolores vio las flores de la ventana congeladas en sus tiestos. Era extraño pues esa noche ella había dormido tibia y segura en el lecho se sábanas amarillas; pero al abrir la ventana allí estaban los geranios congelados y las begonias cerradas, en un grito inmóvil de auxilio que ella no escuchó mientras dormía segura.

Se colocó la bata lentamente y se dirigió a la cocina a buscar algo para empezar el día. La costumbre de iniciar el día con algo del frigider le venía desde la infancia. Desde esas noches de insomnio a mitad de la adolescencia con la gastritis que la despertaba con ese dolor profundo en el estómago como una patada asesina recibida durante el sueño.
Buscaba entonces cosas frías, frutas, leche directo del tarro, cualquier cosa. Algo para aplacar ese dolor que quemaba en el centro de su cuerpo y que no calmaba mas que con alimentos del refri.

Ahora a pleno invierno ella permanecía con esa costumbre, de vaciar en su garganta los fluidos helados y el yogurt espeso. La voz le había cambiado, es cierto. Pero ahora le agradaba más su voz ronca de mujer adulta. Eso también se lo debía al frío. Su faringitis crónica le había logrado hacer una voz que sonaba sensual por el hilo telefónico, aunque ella solo dijera: Lo siento, No estamos interesados.

Javier dormía bajo las sábanas echado boca abajo, como todas las veces. Feliz entre sus sueños de asfixia, soñando con mulatas exóticas y con rubias de todas las tallas. Dolores, había aprendido a levantarse sin molestar su sueño, caminar con sigilo al refrigerador, ponerse la primer cosa fresca que hallara en su camino, a la boca y quedarse junto a la ventana viendo como cada begonia se desperezaba de su traje de sueño.

Ahora, en cambio, debía conformarse con ver a las flores congeladas y mustias en el alféizar de su ventana y sentir el ronquido lejano de Javier que dormía como un cansado minotauro en el lecho común.

Hace mucho que esa vida le cansaba. Miraba por la ventana con los ojos llenitos de recuerdos de un futuro que hilaba como grandioso en la infancia y que ahora se alejaba cada vez mas.
Recordaba el dolor de los 11 años, cuando amaba a ocultas a los chicos mayores, a los cantantes de moda a todo aquel con apariencia de hombre interesante y ella solo suplicaba en silencio que pudiera cumplir 16 años para poder ser interesante a sus ojos. Dieciséis años era el límite para su vida pasada y para sus sueños futuros. A los 16 se imaginaba con una figura capaz de despertar envidia y apta para ser mirada por los ojos de los hombres que ella amaba. Sin embargo, llegada a los 16 años y con su poca fortuna., él único hombre en mirarla había sido el profesor de matemáticas, acabando en un romance que le costaría no solo un aborto, sino también salir para siempre del pueblo donde había nacido.

Ahora ella estaba tan lejos. Recordaba con angustia, la efusión de enormes coágulos sanguíneos entre sus piernas, producto de la operación y el dolor intenso en el vientre, como si de una vez por todas hubiera sido también eviscerada de sus sueños. Parecía que todo rasgo de inocencia se hubiera quedado pegada en la pinza de aros con la que terminaron de sacarle el último fragmento de vida que crecía dentro suyo.

Las lágrimas caían ahora calientes por sus ojos de adolescente, sin poder recurrir a nadie que dijera una palabra de consuelo.

Cuando el profesor Martínez le dijo que mejor te vas porque en le pueblo empezarán a hablar, ella entendió que probablemente ese aborto no era solo una señal de desgracia, sino la puerta rara a un futuro que le permitiría salir de ese pueblo sin nombre y acercarse un poco a la vida que ella había soñado para sí, desde que abriera los ojos al mundo.

Dieciséis años, fue efectivamente un límite para ella. La inocencia había terminado y no había nadie en el mundo para protegerla, o al menos compadecerse. Siempre había admirado esa suerte de sus amigas con madres y abuelas que decían “pobrecita” a la primera que algo no resultaba. A ella nadie le había dicho nunca algo parecido. A lo máximo una frase que le dijera “ya sabías en lo que te metías”. De pronto la lástima ajena se había convertido en un bien tan preciado como el mismo dinero.


Pero esa imagen infantil de lo que tienen los otros para darte, también cambió con el tiempo.
Ya no le agradaba la lástima, el “pobre niña” de los labios de extraños. Esa frase le apestaba como la sensación de recibir migajas cuando una se muere de hambre. Esa palabra de pronto le licuaba todo propósito de enmienda. Ella no era la “pobrecita “ de nadie, ya había pasado demasiado tiempo sola para contentarse con esos caramelitos para minar voluntades.

El piso de la cocina era helado y ella encendió la hornilla para poner el café. Javier no despertaría hasta dentro de una hora, pidiendo su café negro, antes de salir al trabajo.

Que suerte había sido hallar a Javier después de todo. El no le había dicho pobrecita, ni le prohibía gemir en los orgasmos como si lo había hecho el profesor Martínez en medio de los efluvios de sexo en la escuela. Javier la dejaba ser y la hacía sentir mujer, no en ese momento de tomarla, tirarla, gritar y llegar; sino a diario, cuando lejos de conmiserarse de su estado, la trataba con la dureza del mundo, haciéndola sentir que era fuerte para soportar también el dolor de la indiferencia y no como una víctima de su circunstancia.

Javier la amaba a su forma. A su forma tosca de pocas maneras y pocas palabras, pero la amaba. Ella lo sabía. Jamás la había golpeado y aunque su voz era gruesa, jamás levantaba la voz para gritarla. Solo era distante y frío como el mismo mundo en el que había crecido. Simplemente estaba, aunque jamás estuviera realmente.
Por la ventana se extendía la larga calle, por donde aun nadie transitaba y ella sentía que todos los sueños que tejió de niña, de pronto se diluían en esa vida de comodidades silenciosas y de un marido inexpresivo que la maba a su forma.

Dolores volvió a ver las flores congeladas, de pronto se sintió como ellas. Con la vida segada de tajo a la mitad de su color mas vistoso. Seguían allí, no habían llegado a marchitarse, pero estaban muertas dentro de su maseta, con el corazón congelado, inmóviles, incapaces de huir de una cárcel que antes las protegía. Una flor muerta, eso era Dolores, ahora. Una flor congelada que nadie sabía bien como revivir.

Ella, abrió la ventana y trajo una de las masetas consigo. Arrojó su aliento maternal sobre la flor que ahora lucía muerta bajo la escarcha. El hielo se hizo gota y el color de flor coloreó el ambiente taciturno de la cocinita vacía.

“Tal vez reviva”- pensó mientras contemplaba la frágil begonia perder su capa de nieve. Y acarició el tallo como si se tratara de algún fruto de su vientre.

Javier se levantó de la cama, era el quinto día del año y debía volver al trabajo. Dolores se apresuró a servirle el café caliente y a ocultar la flor resucitada. Nadie tenía porque saber que en medio de su pecho se comenzaba a entibiar una frágil esperanza, de escapar de su cárcel junto al buen Javier. Apenas tenía 22 años, a esa edad nadie se muere por intentar vivir a la intemperie.

miércoles, agosto 09, 2006

9 de Agosto

Hoy no me hace bien nada. Podría estar en cualquier parte y seguiría con esta cara inmóvil

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Trato de culpar al exceso de comida. Al clima gris, al frío imperante. A las hormonas.
Igual que mi hermana yo siempre trato de culpar a alguien.

Mi padre dice que ese complejo de culpara alguien nace desde niños. Cuando una madre le dice a su hijo que acaba de hacer al piso

- Malo! Piso malo! Golpeando el lugar donde el bebé se cayó.

Desde allí empieza la búsqueda de un culpable. Alguien a quien juzgar a quien echar la culpa de las fallas de nosotros mismos, de nuestra sociedad.

Ayer le pregunté a un abogado y ¿tu qué opinas sobre la pena de muerte?

- Mmmm.....Morirán mas inocentes, solo los que no tengan plata para pagar y corromper un juez.

-Parece que estás contento.

-Claro! Yo gano con el miedo de mis clientes. Si se aprueba la pena de muerte, tendré mas dinero, de repente y haga el suficiente como para irme de vacaciones.

El abogado en cuestión defiende a asesinos, violadores y demás lumpen social que sabe pagar bien su defensa. Dice siempre que todas las personas tienen un precio y que ningún juez deja de ser corrupto, solo tiene un precio mas alto y algún contacto mas discreto. Poco a poco se abre camino en el poder judicial y su pequeña casa va adoptando las características de un palacio.

Con la pena de muerte para castigar a lo que la sociedad no puede reformar, yo esperaba que bajaría la criminalidad. Pero no contaba con un sistema judicial tan corrupto como el nuestro. Mandarán a la silla eléctrica o al medio que elijan para deshacerse de la escoria social, a uno que otro violador de esos que no tiene como pagar para “torcer” la voluntad de un juez. A alguno que otro criminal, pero a ninguno de los medianos ni realmente grandes. Con este sistema judicial, seguirán los raptos al paso, los ajustes de cuentas, las violaciones a menores de edad, la venta de droga clandestina. Todo igual, lo único que cambiará es la visión del ciudadano de a pie.

“tenemos un buen gobierno”. Dirán, mientras se comen las uñas para proveerse de alguna proteína.

Pienso en Ti


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Hoy la verdad no me hace bien nada. Debe ser la comida, las noticias, el clima, el preámbulo de una migraña.

Debe ser que ayer me sentí sola y apartada del mundo. Abandonada en mi rincón. Inútil de hacer nada por nadie. Nadie con quien hablar. De mi fugaz felicidad solo me quedan recuerdos que voy acomodando según la necesidad en mi estante personal.

No me molesta dormir sola, lo que me molesta es saber que a nadie le importa saber que sigo aquí, esperando, pensando, añorando esas cosas que los seres comunes debemos olvidar para poder seguir adelante.

Estoy en mi rincón marino, con el cielo plomizo y las veredas limpias. La gente pasa por mi ventana, yo no les puedo pedir ayuda. De pronto me doy cuenta que todos están tan ciegos como yo. Inútil explicar aquello que inmoviliza mi cara y me hace lagrimear muy a pesar mío.

Llorar en silencio. Simplemente llorar.

martes, agosto 08, 2006

Ni pan ni Circo

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- Tienes una mirada fuerte
-La tengo? Pensé que mi mirada era la de una boba
-si, tienes la mirada fuerte. Eso me gusta.

Luego nos quedamos callados y yo sigo el resto de la tarde feliz con esa frase suya.


Es tan poco realmente. No se ha acabado la guerra en medio oriente, no aumentó el ingreso per cápita, no disminuyó la pobreza en el mundo.

Sin embargo yo soy feliz.

Esos sucesos del mundo externo desaparecen, mi rostro se enciende, mi mirada se hace larga, el día parece mas bello.

Parece que nunca hubiera estado triste.

- Cómprame esas fresas encarameladas
- pero vamos a comer la torta de chocolate que pediste
- Por favor, cómpramelas. Se ven tan bonitas en ese palito.
- Está bien. ¿Que tal están?
-Deliciosas. ¿Sabes? Creo que soy feliz.

La noche entonces se hace corta, mientras la gente va corriendo a un concierto que no sabemos de quien es. Todo parece tranquilo. Esa noche iremos al cine, pero hacemos tiempo en un café. Yo leo el libro en voz alta mientras él come la torta que ya no puedo comer. De pronto en medio del mundo se ha abierto una brecha de tranquilidad. La gente pasa presurosa, las adolescentes arregladas. Los jóvenes con tatuajes. Ambos parecemos dos viejos que se encuentran después de mucho para leer en un café. Hay paz aquí aunque el resto del mundo se siga fundiendo.

- Oye padre, me han dicho que tengo la piel de durazno.
- Jamás la tendrás como tu madre.
- Pero me dijeron que tenía la piel muy fina y que…
- Ninguna de Ustedes heredó la piel de tu madre. La primera vez que la vi ella
parecía una egipcia…

Entonces veo los ojos de mis padre hablar de cómo se enamoró de mi mamá y siento que la veo cruzar con su traje universitario sin dirigirle una mínima mirada, con el mentón altivo y sus cabellos negrísimos. Ojalá hubiera sido como ella- me quedo pensando, mientras algo de mi se entristece. Mi padre la conoció cuando tenía mi edad.

…Tengo 26 años, debería ya ser pediatra, tener un auto propio. Al menos estar ennoviada. Quizás deba salir del país y olvidarme de lo que creo que soy. Comenzar a trabajar por lo que quiero ser. Tal vez…No sé tengo miedo… mejor me pongo a leer algo, a pintar un poco…No, mejor enciendo la pc, quizás haya alguien, conectado…

Ha disminuido la tasa de mortalidad materna. Abrirán mas colegios, la tasa de analfabetismo se reduce.

Todos esos grandes eventos dejan de tener importancia. Los seres humanos somos tan sencillos. Nos alegramos o entristecemos solo por aquello que ocurre a nuestro alrededor. No importa si en el mundo el nivel de felicidad aumentó para millones de personas. Hay una astilla en el costado que nos provoca tristeza y ese malestar puede ser tan intenso. Tan profundo, tan difícil de soportar…


A veces soy feliz y esas veces son tan pequeñas, tan fugaces, que agradezco a las tormentas que provocaron ese rayo de sol en mi rostro. Sin, embargo a veces no lo soy del todo. Mi rostro puede ensombrecerse por cosas igual de pequeñas. Silenciosos deslizamientos que traen consigo enormes avalanchas que podrían sepultarme si no estoy despierta.

-Alo? ¿Cómo estas?
- Cansado...
- Ah, te llamo porque pensé que mi voz te alegraría.
- hmmm…sonabas seria…
- solo te sentí algo…no se…mal…
-hmmm
- Hablamos otro día
- si, otro día…

El silencio se apodera del auricular. Es mejor irse a la cama, pensando en los pequeños rayos de sol. Pronto habrá que ocultarse para soportar otro largo invierno. Mi felicidad es tan fútil pienso. El mundo se está destruyendo allá afuera y mi felicidad suele ser tan fugaz…


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“Cuando estoy deprimido, las razones por las cuales estoy deprimido son profundas, esenciales, fundamentales. Por supuesto a veces soy feliz. Pero las razones por las cuales soy feliz son tan fútiles, tan tenues, que me deprimen” ( Extraído de Como Librarse de su Psicoanalista- Saint Drôme)

Mi Primera Porno

Cuando me veo al espejo no logro dilucidar como hubo un tiempo en que todo rasgo de placer me parecía sucio y seguido de un sentimiento de culpa.

No estudié en colegios católicos, mis padres no fueron represivos. Si tuviera que culpar a alguien ante el psicoanalista no tendría por donde empezar. En general yo nací con esa culpa que tenemos los seres humanos sobre los hombros, cuando comenzamos a disfrutar de la felicidad.

Recién a mis 25 años pude gozar con toda libertad de ciertas cosas que antes juzgaba pecaminosas, sucias, vedadas. Recién a los 25 años supe que la mejor terapia para hallar la felicidad es dejar de sentir culpa por ser feliz.

Pero en una sociedad represiva como ésta no es fácil. Son pequeños detalles los que te dan independencia moral. El primer beso en público, la primera vez en un hotel. El primer fin de semana lejos de casa. La primera película porno…

Es gracioso que recién a mis 25 años me haya atrevido a comprar una porno. Pues antes, no sabía ni lo que contenían. Claro, una cosa es ver el canal erótico u hojear en revistas pasadas lo que supuestamente es una “novedad” en el placer carnal. Pero comprar artículos de ese tipo ya era otro asunto.

Recuerdo, que una vez entré a una librería y se exponía el libro recién de Anmoreca, sobre sexo. Yo tenía curiosidad pues había leído una entrevista al tipo y hablaba del sexo tántrico y otras cosas que en su momento me parecieron interesantes. Mientras lo miraba, una de las vendedoras se me quedó mirando con desaprobación. Probablemente tenia unos 20 años y me miraba como diciendo “ahí va otra reprimida”. Era mi imaginación? O realmente me estaba lanzando esa mirada? Salí de la librería y cuando di algunos pasos, me di cuenta que se me antojaba tener ese libro. No por las grandes cosas que dijera, ni por las figuritas (que eran bastante pobres) sino por darle la contra a esa sociedad que de algún modo me había reprimido.
Para esa época yo ya tenía suficientes conocimientos sexuales para no necesitar un libro que me dijera de que manera ponerme, pero la curiosidad ante lo prohibido (representado por los ojos de aquélla joven) me instaban a comprar.

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Cuando hice el pedido, ambas vendedoras se miraron y tenían risitas y ojos sorprendidos. Probablemente por mi aspecto de menor de edad no sabían que hacer.
Saqué mi documento de identidad y procedí a comprar el libro prohibido, que de interesante no tenía nada, excepto la receta para la preparación de unos brebajes comparados a un viagra macerado.

Definitivamente el dar la contra o hacer lo prohibido, no era tan emocionante como me imaginaba.


Hace algunos meses me hallaba en uno de esos periodos en que tenia necesidad visual de aquello de lo que carecía tan angustiosamente. Para mi mala suerte, no podía acceder a un canal que transmitiera algo mínimamente apreciable relacionado al sexo. Fue cuando me decidí a ir de shopping.

Ir de compras siempre relaja, especialmente si vas a uno de esos lugares en donde todo producto pirata es vendido a mitad de precio. Me entretuve algún tiempo viendo ropa interior que no necesitaba y luego fui al sector de videos.

Oh lá lá. Había unos cuantos títulos sugerentes. No me interesaban las pornos- en vista que para ver mucosas dilatadas prefiero mi Atlas de anatomía- pero si me sentía inclinada a comprar alguna película con un erotismo fino, que no mostrara, pero sedujera bastante los sentidos. Allí había títulos franceses, pero todos en la galería de arriba. Cuando me acerque a preguntar, otros tipos acapararon el puesto y me hicieron arrepentirme de mi impulso inicial.

Seguí caminando y cuando casi salía, un puesto que vendía películas de anime japonés me hizo volver a detenerme. Alguna vez ya había comprado películas de ese estilo y quería ver más. Sin embargo al ver que también tenían de otro estilo, algo aguijoneó mis sentidos.

- Y no tienes de las no buenas?- le pregunté al tipo que me ofrecía sus DVD diciéndome que eran de muy buena calidad.

El tonto no entendía. Claro que son buenas, me insistía. Yo comencé a reír y me arrepentí de preguntar. Cuando se fue quedó el dueño del local, un joven bajo de camisa negra y ojos achinados. Tenemos varias colecciones, comenzó a decir mientras yo ojeaba el catálogo para ver las repeticiones de series famosas, que eran lo único interesante del local.

-Tienes “Mad about you”- pregunté al tipo que si parecía saber del negocio.

- No, pero tengo películas no tan buenas…- dijo con una cara tiesa que me asustó por la expresión. Me di cuenta que él sabia de lo que hablaba y que por eso había mandado a su empleado fuera del local.
- ¿De qué tipo quieres?- preguntó con mas cautela, como si me hablara de comprar alguna droga rara.
Yo no sabía que responder. ¿Cuántos tipos había? Bueno, una noción tenía y no me interesaban las que tenían animales... Traté de hacerme la que sabía del “negocio”

- Bien, quiero una suave. No me interesa una porno, quiero erotismo solamente……
- Si, entiendo- volvió a decir él. ¿En realidad entendía? Quise pensar que sí. –Espera, de verdad solo quiero alguna erótica, pero sin mucha cochinada, ¿me entiendes? No me interesan esas historias de monstruos o alienígenas aventajados que muestran las de anime.
- Si, entiendo. Solo quieres las buenitas- Agregó sonriendo, con cara de ser descubierto como fanático de las porno con mutantes.
Luego sacó de una de las gavetas, una que decía kama sutra.


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Bah! Esa ya se que es aburrida, me burlé. No, no es la que te han contado, es otra. Es mas bonita, tiene historia…pero yo ya estaba demasiado avergonzada como para intercambiar historias y preferencias de cine.

La peor parte vino al salir. El otro empleado estaba en uno de los puestos del frente junto a otros 2 vendedores mirándome como si acabara de matar a alguien. Yo les devolví la mirada, retándolos. Ellos siguieron mirando y sonrieron. Sonreían y me miraban, como si de pronto acabara de expandirse una tremenda fragancia de feromona que procedía de mis manos sujetando aquel DVD.

Cuando llegué a casa, me di cuenta que efectivamente era una de las “suavecitas”. Una porno sobre tíos de 50 teniendo relaciones con colegialas. Miré el acné de las mujeres que gritaban compungidas al ser penetradas por el supuesto tío cincuentón y me quedé pensando, si mi esfuerzo de poca vergüenza al comprar pornos me estaba resultando verdaderamente placentero. Lo más parecido al orgasmo que tuve fue querer hacer una receta de Acnomel para las gringas con cutis granuloso y recomendar una dieta hipocalórica para los tíos vibradores.

Ahora me veo al espejo y no logro dilucidar el porqué sentir culpa, si al cabo aquello oculto por el velo de lo prohibido, resulta incluso mas aburrido que los actos en los cuales se incursiona con perfecta libertad.

lunes, agosto 07, 2006

Los Disfraces

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La gente no es lo que es, sino lo que dice ser…

Debería ejercitar esa frase en mi mente, vender la idea de lo que soy aunque no lo sea.

Pero me resulta difícil ese asunto de parecer mas de lo que soy y hacer creer algo que aun no soy.

Toda mi vida ha sido así. No entro del todo en el personaje y la gente cree entonces que no estudié bien mis líneas…

Recuerdo una tarde a mitad de la visita médica, me retiré para ir a ver a uno de mis pacientes que estaba grave, llevaba semanas hospitalizado por una insuficiencia hepática que lo estaba matando y por su pobre condición económica había sido difícil conseguirle los medicamentos para mantenerlo hospitalizado.

Mientras caminaba por el pasadizo, alguien gritó que el hombre había hecho paro. Corrí a la habitación de mi paciente y efectivamente el hombre había fallecido durante nuestra visita por el otro sector.

Antes que me pudiera acercar a constatar sus funciones vitales, vi a uno de mis compañeros menos brillantes entrar corriendo, empujar a todos, subirse en la cama del paciente y hacerle resucitación al puro estilo E.R. Llamaba al anestesista, gritaba, hacía todo un show digno de televisar y las enfermeras le seguían la corriente, sin entender bien para qué.

En la pequeña habitación todo se comenzó a poner gris oscuro y solo una luz enfocó a mi compañero haciendo una mala maniobra de resucitación, mientras pedía adrenalina, como si a esas alturas fuera necesario. Todos los demás desaparecimos, incluso el paciente.

Yo era una espectadora mas. Había sido mi paciente por casi un mes y yo no alcancé a hacer nada. Solo a ver el show de alguien que no tenía la menor idea de lo que estaba haciendo. Y a quedarme paralizada sin decir nada por detener esa absurda manera de volver la muerte de alguien un espectáculo.

El paciente ya había fallecido, no había nada que hacer. Pero él se quedó a hacer el show. A la salida de la habitación, los familiares le agradecían el esfuerzo por mantenerlo vivo. Yo me quedé atrás con los guantes sin utilizar en la mano, pensando si acaso hubiera sido mejor hacer ese tipo de maniobras que la gente espera de un verdadero médico.

“Habrá que declararse incompetente en todas las materias del mercado…”

El otro día estuve en una exposición de la escuela de arte. Veía los bocetos de cuerpos desnudos en la pared, los trazos, los rostros a la mitad y me quedaba maravillada ante el arte que tienen otros. Como me hubiera gustado nacer con ese don especial, con esa habilidad para plasmar en realidad todas las imágenes que nos parecen bellas.

Debo declararme ignorante en ese aspecto. Solo capaz de notar alguna belleza, aunque no con el suficiente tino para plasmarla. Pero creo poder reconocer a quien si sabe hacerlo. Eso debe bastarme.

Así como puedo leer algo y saber que me gusta, que quisiera leer mas de eso y declararme entonces: incompetente. Decirme a mi misma que hay gente que escribe bien y otra que solo dice que escribe. Pintores que lo hacen bien y otros que solo son aprendices.
Diferenciar entre lo que es y lo que dice ser, un ejercicio mas que difícil en un medio en donde todos se autodenominan artistas y la mayoría escritores.

Yo debería aprender la lección de hacer creer lo que no soy y publicar un texto que parezca novela y aunque nadie me lea, poner en mi hoja de vida que si lo soy. Que soy alguien que escribe libros. Ofrecer mi autógrafo, esperar la fama. Hacer creer que incluso, lo hago bien.

Debería aprender la lección y hacer mas aspaviento de cosas nimias, vender una imagen que no soy. Tragarme el cuento. Vivir feliz con eso, vender a alguien que no soy. No sé. Venderme mas al resto, aunque eso signifique de alguna manera regalarme.

Pero no puedo

“Habrá que declarararse un inocente o habrá que ser abyecto y desalmado….”

Que tontería pensar que el mundo es perfecto! Buscar que alguien no mire la apariencia y que sepa abrir la semilla dura para encontrar la almendra. Que alguien venga a ver el espectáculo sin necesitar de ropaje. Que necia soy!
Si al cabo la mayoría siempre mirara el disfraz y no a quien lo lleva y yo tengo el poder que nos han dado a los humanos de coserme siempre el ropaje que desee. Y cubrirme de acuerdo a la circunstancia.

Pero no puedo.

Sabes que no puedo. Porque debo declararme incompetente para vender una belleza que no soy, un escritor que no soy o un médico que no es. Soy la mitad de todo eso y mucho menos.

Pero a veces mi mitad de la verdad suele valer mas que la mentira de los otros y con eso, puedo alcanzar a dormir en paz, aunque tenga siempre que desnudarme del vestido que quieran tallarme y de los bozales que intenten colocarme.



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"Intromisión"/ Borbolla

La Cita

  Su voz es del color del sol, se ha acercado  con paso seguro  sin prisa a la mesa donde sorbo un te del que apenas detecto que es de frut...