domingo, septiembre 17, 2006

Despertar de Primavera

Yo me soñé oscura y sangrienta. Mi voz era silencio que mataba todos los demás sonidos de la noche. Mis pasos movidos por un tiempo que no era mi tiempo, el aroma que respiraba, solo provenía de mi atmósfera particular de violetas y clavos de olor.

Yo me inventé entonces como un espectro que vive de esas soledades guardadas, de esas nostalgias que matan, de esa melancolía que no llega a endulzar lo suficiente. Y los días fueron pasando, oscuros y húmedos, entre el gris de los edificios de concreto, de las casas sin pintar, de las autopistas vacías. Todo se había vuelto un continuo atardecer que no llega a volverse noche, que no llega a vislumbrar estrellas. Un atardecer invernal, en donde no sabes detrás de que nube gris se ocultaron los astros. Todo se hizo entonces amargo, triste. Ese era mi lugar.

El tiempo ha pasado. Yo dejé cada traje que pudo haberme ocultado, yo saqué las uñas y mostré los dientes. Yo quise protegerme…pero otras veces volvía dócil, con una prenda menos y un trozo de piel para que la veas, para que puedas curarla. Me sentaba a la puerta de tu casa y cantaba esas canciones tristes de mi noche insomne, para que pudieras salir a buscarme…Pero bajo todos los mantos grises yo no aguantaba la espera y salía corriendo de prisa. Jamás me quedé a esperar una caricia, una palabra de ánimo. Me levantaba de las briznas, antes que alguien más pudiera hacerme daño.


Los días pasan. El gris inicial ha dado paso a colores pálidos de diferentes matices. Una acuarela vaga de colores y recuerdos. Los días han pasado y yo he seguido mostrándome. Quitando poco a poco los harapos que me cubrían. Mostrando mis tobillos, mis piernas, mis muslos. Ocultando mi rostro bajo sombra. Yo he seguido mostrándome.

Y ahora ha llegado septiembre, 10 meses después de cualquier intento de sueño y me siento fuerte. Más fuerte que ayer. En el patio de la casa iluminada, puedo alzar la vista y ver un cielo azul añil cruzado por las ramas recientes de la parra que se viste de verde. De pronto y noto que mi universo ha vuelto a tener sus colores iniciales, poco a poco eso colores se han ido haciendo brillantes. Mi traje oscuro y sangriento, lo he dejado en alguna habitación guardado. Mi cara de grises me la he cambiado ante el espejo, mi dolor oculto ya ha secado al sol. De pronto me doy cuenta que 10 meses después de que empezara todo, no necesito a veces ni leer ni explicarme, para sentirme sana.


Ha sido una lenta convalecencia, pero me siento mucho más segura. Puedo dar mis primeros pasos fuera de casa. Puedo ver la noche sin temer que ya no haya estrellas. Puedo bañarme con agua clara y salir sin ninguna máscara a recibirte. Ha llegado la época en que todas mis ramas secas dolientes durante el invierno, se han empezado a vestir de los colores que trae la tranquilidad. Ser feliz es un anhelo demasiado caro, para vivirlo de forma permanente, pero puedo decir que después de 10 meses, me siento mucho mas segura, tranquila y en equilibrio. Ya no necesito, ni me apetece disfrazarme, los antiguos dilemas están casi resueltos, la búsqueda del amor ha cesado. Estar a gusto con mi soledad ha sido la lección más rica.

El día está colorido, aun faltan algunos meses para que pueda ser una paleta completa de matices color mariposa. Pero hoy he podido salir a caminar y vivir y por un par de días he pensado que no necesito escribir lo que siento. He estado tan a gusto, que a veces me olvido que durante 10 meses necesité escribir, para vencer a mis demonios. Que durante 10 meses, creí que solo escribiendo podía llegar a ser feliz.

Yo que me soñé oscura y sangrienta…y ahora eso solo es un recuerdo lejano de la persona que quiso protegerse de si misma y de sus propios rencores con la oscuridad que puede dar el dolor. Ahora despierto tranquila, sonrío y me siento cada día más fuerte que el anterior. Pronto mi vestido volverá a tener el color de las flores. Pronto habré terminado de curar mi propio corazón.

sábado, septiembre 16, 2006

Vamos a Escribir!

¡Vamos a escribir! Vamos!

Que se deshojen los pétalos de los dedos, que se desarme el alma en piezas diferentes, que salgan los sentimiento en símbolos letrados!

¡Vamos a escribir! ¡Vamos!

Que yo te invito el café mientras lo hacemos. Que yo comparto la música, que yo te doy mi silencio.

¡Vamos a escribir! ¿Qué cuesta?

Mostrar un poco el corazón reblandecido, como un flan azucarado de olor de vainilla, para cuando haga falta. Como un puñado de luces de bengala! Que nos ilumine el alma!

Si es tan fácil mostrar lo que siento y a mi escribir no me cuesta nada. Multiplico mi tiempo cuando lo hago y el día se vuelve mas largo. Los segmentos de vida son enriquecidos con tus ojos en los míos. Con tu boca entreabierta leyendo lo que escribo.

¡Y te leo! ¡Me hace feliz leerte!

Saber de ti…de alguna forma. Ese puente tendido entre dos seres que sienten. Entre mas seres que quieren…entre un millón de gente…y perderme en la multitud de rostros que muestran timidez cuando les doy la mano. Que ocultan su violencia cuando opongo mis manos. Multitud de rostros escribiendo de si mismos. Escribiendo de todos.

¡Vamos a Escribir! ¡Vamos!

Que cuando la pasión llama a la puerta, yo puedo escribir la tarde entera. Que cuando el cielo es como hoy, mi corazón salta de mí y deja pintados los muros de la ciudad con el graffiti de mis sueños.

viernes, septiembre 15, 2006

Desnuda y con Martillo

***Sept/03


Dolor, dolor, por donde quiera que camine. Es una mala idea buscar por la suavidad de las flores, caminando por un bosque de espinos.

A veces el dolor cesa, pero de nuevo inicia. Volver a confiar en la gente, volver a dar de una misma, pero todo es demasiado. Lo que doy siempre es regurgitado, pienso que doy suficiente, pero es demasiado.

Mala decisión mostrar lo que será desdeñado. Mala decisión mostrar lo que será deseado. Debería estar como lo hace ella, la que se oculta tras mi nombre. Bajando el rostro con una mirada tímida, tapándose hasta que no se le vean sino el cuello o algún par de nudillos pálidos. Debería ocultarme como ella, alzar la voz tan bajita, que nadie puede escucharla y pedir permiso o pedir disculpas siempre. Porque así es mas cómodo ir por la vida, sin sacar los pies del disco giratorio, sin quitarse jamás la ropa.

El descaro en una mujer es intentar ser honesta, todas las verdades parecen siempre medias verdades. Todo acto de libertad es una ofensa. Habrá que ser como ella, que escribe en una página como anónima y no sale con desconocidos. Habrá que ser como ella que terminó la carrera con felicitaciones y todo y es querida por quien la vea. Habrá que ser como ella, como ella…

Pero la pobre niña se cansa de tener siempre a cuestas la burla del mundo que camina con caretas, tener que andar con disfraz, si puede desnudarse entera. La pobre niña siente que miente, que se va mintiéndose siempre. Y sufre por no mostrarse, por ocultar lo que es, parte de lo que siempre ha sido.

Pero hay dolor, dolor afuera. Cuando la niña sale de casa, siempre hay alguien al acecho, cuando escribe, siempre hay alguien al acecho, debe tener cuidado, hay quien hace daño sin darse cuenta y los que buscan hacer daño. ¿Cómo detectar a la oveja del lobo, si en este baile todos van disfrazados? Habrá que quitarse la ropa, arañarse frente a todos, sacarse la ropa a trozos, hasta que puedan al fin verme.

Pero jamás es suficiente.

En este baile de máscaras a la niña que llevo dentro le da vergüenza exponerse, tiene tanto pánico a mostrar de si cada detalle y que no sea recibido. Teme que exploren sus rincones, no con la suavidad que entrega ella, sino con ese don asesino. Esos dedos mecánicos, ese pensamiento fálico, que intenta violarla cada vez que se abre, que intenta hacerle daño con esas palabras violentas, con ese ser que hace daño.

La niña que llevo dentro quisiera vivir tapada, cubierta hasta los tobillos, no volver a ver a nadie. Nadie que le haga daño, quisiera mostrar lo mínimo de sí y seguir riéndose a solas de lo que no lograr ver nadie. Pero ya no puede con eso, porque cuando se va a la cama, piensa que está mintiendo, que se está mintiendo a diario, pues ella no es mojigata, ni buena niña.
Ni niña buena, sino todo a la mitad y a veces quizás menos.

La niña que llevo dentro quisiera que yo siempre calle, que deje de contar en público las vergüenzas que la hacen fea, quisiera que deje de hablar y actuar como si diera pena decir lo que yo llevo dentro.

Pero no puedo, no puedo.

Porque en este baile de máscaras no puedo mentirme a mi misma con el traje adecuado, Como lo he hecho siempre. No puedo ponerme el traje para ir a la oficina, o el uniforme para atender enfermos, no puedo vestirme circunspecta como cuando visito a mi ex suegro. No puedo ponerme nada, porque todo es lado izquierdo. Tampoco el traje brillante de las fiestas en que sonrío, ni el traje morado de cuando deseo que me deseen, En ésta fiesta de caretas no puedo ir más vestida de traje y de colores, que hagan perder de vista , a la niña que llevo dentro. Por eso debo desnudarme, como si hacerlo fuera un juego y a veces el juego duele.

¡Vaya que duele el juego!

La niña que llevo dentro, quisiera que deje yo, de jugar siempre con fuego. Que me detenga, que no hable, que deje de escribir izquierdo. Pero yo le digo que no puedo. Que aunque a veces quiero yo tampoco puedo.

Porque en éste baile de máscaras soy la única que puede ir desnuda y tener el valor de hacerlo; y decirlo todo como una afrenta a los que caminan derecho. Como una especie de vendetta a los que se visten correcto. Yo debo caminar desnuda como en todos mis sueños. Pero a veces olvido, a veces me olvido tanto, que en esta sociedad de mierda, una mujer desnuda o es una diosa o es una puta, y como yo no se caminar derecho, a veces puedo ser tomada por los lados incorrectos.

Y camino desnuda, que miedo que me da el hacerlo…

Y aun así no es suficiente, pues jamás llego a mostrar todo lo que tengo aquí dentro. Me rasgo las vestiduras, muestro todo mi cuerpo, me quito la piel que cubre a las mil niñas que llevo dentro. Y me quito fibra a fibra los músculos y algunos sueños, pero no es suficiente. Jamás hago lo correcto.

Me he quitado los huesos, cada órgano que no sirve, me he vuelto transparente, casi, casi invisible y es justo en ese momento que la niña que llevo dentro no ha podido ocultarse mas… pero nadie la ha visto.

Ha corrido con ese miedo que le han enseñado desde chica a confiar en las personas, de adorar a los santos muertos. La niña corre presurosa en la cárcel de mis costillas, hacia un laberinto interno de la que no la salvan las amigas.

Dolor, hay mucho dolor aquí. Justo cuando quiero ser transparente, la gente deja de verme.

La niña que llevo dentro, se sigue poniendo disfraces, cubriendo de toda la ropa que yo me quito de un zarpazo. Debajo de los vestidos se abraza a si misma, esperando que me calle, que ya no muestre más cuerpo, que ya no muestre mis sueños.

Pero la niña que llevo dentro se olvida de mi deseo, de que aun a pesar de mi dolor, alguien pueda verla a ella, lo único que queda diáfano después de todo este tiempo. Que alguien pueda acogerla y no hacerla parte de su deseo.

Por eso aguanto el dolor, mi niña. Por eso Laura sale a la calle desnuda y con Martillo.
Para que alguien en la multitud pueda verte, aunque todos hayan dicho que te han visto.
Aunque afuera no haya gente buena, aunque afuera siempre haga frío.



***Sep./15

El día es gris, tengo una bolsa de nísperos en la mano y pienso en el dolor, ese dolor que nunca se va, que vive siempre al acecho...pero que en días como éste hacen que sepa exactamente cuál es mi camino, aquel que tarde o temprano conduce a la Tierra de los sueños.

Violetas

Hay aroma de violetas en mis recuerdos sobre ti,
Hay canciones sin letra definida que brotan en mis oídos
Hay calor en mis poros, suavidad en mi vientre.

Cuando pienso en ti, todo es perfecto.
Cualquiera diría que existieras.
Pero tu presencia se ahoga
entre mi ombligo y mis sueños
Desaparece y vuelve solo

en ese tiempo vacío,
en las horas en que duermo.

Hay aroma de violetas,
Agitando mis sueños.
Siempre hay perfumes de recuerdos,
Cuando pienso en mis anhelos.

Hoy no escribiré mi carta larga,
Esperaré a que me escribas,
Tal vez haya entonces un nexo
Entre los recuerdos y los sueños.

jueves, septiembre 14, 2006

Charlas con mi padre

Hace algunos días mi padre estuvo por casa. Viene cada vez que se aburre de compartir la vida con mi madre y mi hermana. Cuando ellas me avisan, yo cambio de cara. Lo primero que pienso es en su cigarro desde las 6 de la tarde llenando de humo todos los rincones del departamento. La estación de noticias a alto volumen por la mañana. Su desaparición por horas cuando va a visitar a mis tías. Sus charlas largas con los taxistas. Su crucigrama de dos pliegos en la mesa del comedor... A veces preferiría que no viniera.

Por suerte, cada vez que salgo a almorzar con mi padre, descubro que es una caja de sorpresas.

Hay veces que viene y en lugar de irse a almorzar con sus hermanos o amigos, me invita a mi a almorzar fuera. Entonces me arreglo y nos encontramos en algún restaurante bonito. Allí empieza esa parte suya que me avergüenza un poco y me hace reír. Les toma el pelo a los mozos, los bromea y los hace sentir tontos. Yo me río con la cabeza agachada, juntando las manos en la frente. No se como mi madre con ese carácter tan callado pudo pasar tantos años con este hombre!

Luego, caminamos. Es bonito caminar con mi padre después del almuerzo cuando el sol cae de forma oblicua sobre la ciudad. Yo lo dejo hablar, sin interrumpir. Mi padre puede hablar por horas de sus anécdotas de niñez y adolescencia. De esa vida fantástica que todos quisiéramos tener. Yo me conozco de memoria a los personajes, pero igual me río. Mi padre tiene la magia de hacerte reír con él, aunque no quieras.

Y caminamos de brazo lentamente, cruzando parques y puentes. Porque nadie nos espera, así que podemos perdernos y hablar de todo. Entonces, no se en que momento, pero yo me abro con él y le cuento mis miedos, mis sueños, las pequeñas cosas que he hecho. Sobre mis nuevos amigos, las cosas que me hacen reír. Los programas de televisión. De todo un poco y él me escucha. A veces siento que en realidad me escucha.

Y caminamos por las calles viendo como dos niños los escaparates. Le pido que me acompañe a comprar carteras y zapatos. Y él no se niega, a veces él me tiene una paciencia increíble. Luego vamos por las joyerías buscando algún dije para mi madre “esa vieja engreída” como le dice él. A veces no compramos nada, lo mas divertido es ir hablando y llegar a algún sitio a tomar un jugo de tumbo o a comer un postre.

Mi padre se compra empanadas que come con fruición como un colegial. Yo me río al verlo, debería cuidar su peso, debería dejar de fumar…pero se ve tan feliz, que yo no puedo ser médico con él. Por ese día yo solo soy su hija pequeña, diciéndole que me agrada salir con él, escucharlo hablar.

Si, no he podido evitarlo. Le he confesado que me agrada hablar con él, cuando está así de bueno. Y es que mi viejo te habla de todo, de historia y de política, te arenga para la vida y te dan ganas de saltar de la silla e irte a vivir la aventura. El puede arengar a ejércitos, podría convencer a cualquier persona que el destino está en nuestras manos y que Dios está en todas partes pero no se parará a ayudarte. Que quien debe ayudarse es uno, salir a hacerse fuerte sin culpar a nadie. Que si debes creer en algo, es en uno mismo.
“En ese resorte interno que hace que puedas salir a pelear por tu destino”.

- “Recuerdo un hecho que hizo sentir tan feliz por ti…”-Al terminar de decir esto, se detiene dubitativo.

Se que no debe reconocer que estuvo de acuerdo cuando me fui de casa a ese fin de semana con el Innombrable, olvidando mi carrera, mi familia. Todo.

“Yo tengo mis propios plazos”- fue la única frase que dije a mi familia que me trataba de convencer de que no viajara.
Y mi viejo la repetiría siempre. “Dejen vivir a mi hija, ella ya tiene sus propios plazos”.
Nadie sabía si volvería. Pero me dejó ir en busca de mis plazos y mi destino.

Seguimos caminando por la calle casi vacía. “Tu y tu hermana tienen esa fuerza para tomar la vida”- dice luego de un rato meditabundo.

Y en medio de la tarde de colores naranjas reflejándose en cada ventana, yo prefiero creer que tengo la fuerza de mi propio padre para confiar en las decisiones de sus hijas.


miércoles, septiembre 13, 2006

Canela (4)

- No tengo zapatos que combinen con estas panties- le digo, algo apenada, mientras camino por la estancia de puntitas y descalza.

Esas medias a rayitas y con encaje en el medio muslo son muy bonitas para cualquiera de mis zapatos comunes.

- No, importa- me dice-
Igual te quedan bien.

Empezamos, entonces. Me siento en el sofá donde cae el sol de las dos de la tarde y el me acomoda el cabello y limpia las plantas de mis pies con la cámara en la mano.
Ese gesto me paree el mas tierno de los últimos días. Sentir sus dedos limpiando mis pies, como a una niña pequeñita.

- Tómate el pelo- dice más serio.


Yo lo hago, obediente. Es fascinante como adopta esa expresión y esa voz sin altibajos, cuando hace su trabajo. Se le nota muy profesional. Casi no me toca. Solo pide que me ponga mas a la luz, que me quede quieta.
En la sala silenciosa, solo hay luz natural filtrándose por las ventanas y el sonido de la cámara al hacer las tomas. Ese sonidito que me permite respirar, terminada la foto.

- No te rías, Martillito, ya terminamos- me dice con gesto benevolente

Yo no puedo evitarlo, ha de ser la vergüenza. Me da miedo que cuando vea las fotos me vea como realmente soy. Mi piel, mis manchitas, las ojeras cuando no uso los lentes. La verdad tengo miedo, por eso me río sin parar.



- Esa soy yo?- le digo con los ojos súper abiertos, cuando días después me muestra las fotos
- Claro, que eres tu- sonríe-
Te dije que eras una mujer guapa.

Yo no puedo creerlo. Pienso que me está tomando el pelo, pero me agrada que me diga guapa. Suena bien, parece una caricia en su voz. Pero me sigo mirando. Algunas fotos son a blanco y negro y hay otras, que son en tonos canelas. Es gracioso como la luz de la tarde hace ver todo totalmente canela. Mi piel, las medias marrones con el encaje alto, mi cabello, mis manos. Todo es un hermoso fondo canela de diferentes matices según la luz.

-
Te gustan?
- Si- le digo lacónica. El resto es silencio.

La verdad es que me encantan. Parece que él hiciera magia con esa cámara y volviera una chica oruga en una colorida mariposa que sobresale en un manto canela.


Él tiene magia, pienso. Tiene la magia de hacerme creer en mi, por fuera y por dentro.

martes, septiembre 12, 2006

Laura No Está

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...No me siento bien…hoy perdí la fe…la suerte juega con cartas sin marcar…no se puede cambiar...

(Calamaro)

No dejo de oír esta música, ando dispersa. Lo único que me encausa es poder oír música y escribir sin voltear a ver a nadie, ni levantar la cabeza. Me siento tan bien…ayer hablé casi seis horas por teléfono y dije todo lo que tenía por decir. Ayer tenía el corazón tan lleno y el cerebro explotando, que necesitaba hablar. Hubo un descanso para mis dedos, pero mi boca y mi lengua no cesaron de confesarse, entre risas y sabor de plátano.

He pensado en cerrar el blog para Diciembre, asumo que habrá crecido todo lo que debe y es momento de matar a Laura Hammer, o como quieran llamarla. Antes que comience a escribir pensando en los otros. Pensando en escribir divertido.

Yo no puedo ser divertida cuando escribo, no tengo historias optimistas para contar. Y aun cuando lo hago, el tinte de mi voz suele ser algo melancólico. “sexualmente melancólico” como me dijo alguien.

No podría escribir sobre lo que la gente desea leer. Al menos no todos los días. No tengo lo que la gente quiere, o necesita. Y soy feliz de saberlo. Escribo solo para mi y para quien le de la gana el leerlo. Pero odiaría volverme divertida, masticable y fácilmente digerible. Odiaría leer lo que escribo como si fuera un bagazo que a nadie le sirve mas que para reirse. Yo no hago campañas de autoayuda, ni busco rebelarte contra el mundo, mas...

¿Quién sabe?

A lo mejor es el proceso de autodestrucción de todo blog, unos inician así, otros lo hacen al final.

En todo caso, matar antes que dejar morir- eutanasia pura para el blog que llegue al año.

Me dicen que lo mío deprime y yo me río. No puedo escribir para solucionarte el día, para contarte algo que te haga reír en medio del trabajo de oficina, algún chiste para que les cuentes a tus amigos. Yo no se escribir para divertirte. Pero a veces me divierto contigo. ¿Quién sabe? A veces solo yo sé con lo que me río.

Pero yo escribo alucines y depresiones de lunes a miércoles, el resto de la semana depende del suicida en cuestión. Si amaneciste mal, yo no te solucionaré el día. Podría hacerlo, pero no me interesa. A mi me gusta sembrar semillas en ti y que si algún día quieres las vuelvas frutos maduros.

Quiero hacer lo que mis amigos hacen por mí: Inspirarme. Lo que mis amigos me dejan bajo la piel, ganas de seguir diciendo lo que pienso, como lo pienso. Sin palabras bonitas, sin una jerga especial para agradarte. Eso depende de ti. Yo hablo como pienso. Si te quieres suicidar después de leerme, anda toma el cuchillo. Yo no he venido a salvarte, ni a liberarte de las tristezas que lleves, de tu soledad guardada. No vengo a tratar de enamorarte, yo podría ser cualquiera. Tampoco vengo a hacer algo bueno por ti. Trato de hacer el menor daño posible y si lo que escribo te sirve: Bien por ambos, pero no me pidas que deje de escribir así, con las entrañas abiertas, solo para satisfacer a todos.

No me pidas que deje de ser. Solo déjame cuando quieras, yo sabré entender.

Yo hago historias truncas, dejo finales abiertos, para que sueñes el resto. Yo me culpo y lucho conmigo a diario. A veces gano, a veces pierdo. Dejo aquí cada fluido mío, a veces de besos, a veces de lágrimas. Un poco de sangre. ¿Quién sabe?

El día que vuelva quizás lo haga con otro nombre, si me reconoces, no hay premios. Escribo para mí y de vez en cuando para el resto. Pero no me pidas que sea divertida. Yo ando con libros desojados, con música en los oídos. A veces sin ropa, si eso te calienta, no es mi problema. Cada quien hace mitos de lo que desea. No está en mis manos portarme bien, para que solo me ames y nunca me odies. Ni en mi boca la palabra divertida que te solucionará el día.

Yo me voy y me vengo cuando quiero. Si quieres venirte conmigo, eso no es algo sobre lo que yo pueda aconsejarte. Simplemente, Ese ya no es mi problema.


Desempacar el Corazón

Es difícil, lo se. Desempacar el corazón, quitarlo de su envase aséptico. Sacarlo de la lata en donde late bajito para que nadie lo escuche. Es difícil, lo sé.

Tal vez fue el paso más difícil en el camino a volver a quererme. Desempaquetarlo y hacerlo latir de nuevo, aunque sangre al principio. Y sea terrible de ver. A la gente no le gusta ver músculos sangrantes, arterias cortadas, gente como yo, que pueda sentir por completo.

Pero el corazón busca su camino a libertarse como un pez que escapa en el agua, de quienes quieran acorralarlo. Mi corazón se lanza al mar, sale de los estanques mágicos en donde aguardaba hechizar a algún príncipe encantado y corre. Es un corazón que se choca con todo, que se revuelca en las zarzas, que pisotea las hojas secas, que duerme a veces en camas de espinos.

Le clavan arpones, a veces alfileres. Mi corazón sangra cuando ve a los niños experimentar con él. Cuando ve a la gente manipularlo para ver si en verdad sirve. Mi corazón resiste inquebrantable, Trata de no volverse duro. De no hacerse duro esta vez.

Es difícil, lo se. Amigo mío. Se que es difícil desempacar el corazón. Pero te aseguro que vale la pena, poder sentir de nuevo, aunque el 90% del camino sea dolor. Ese 10% de sentir sin bozales, es las mejor cosa del mundo. Y no hablo de amor, ésta vida no está solo hecha de amor, el mejor ingrediente es también tu corazón.

domingo, septiembre 10, 2006

Limón (3)

-¿Por qué me miras así?
- Nada, solo me gusta hacerlo
.

Yo estoy ahora casi a su altura. Me he subido en uno de los bancos de arena, que ha dejado el mar al retirarse. El clima es demasiado frío, pienso que fue una mala idea salir a la playa tan tarde.

- Pareces una pequeñita…cuando me miras con esos ojos. Me gusta.
- ¿Así? ¿Y como te veo?
- Con esa mirada tuya, pues. Medio tierna… medio pícara.

Yo detesto la palabra pícara. Me suena a mujer regalada, a mujer que coquetea con descaro. Pero tampoco me gusta que siempre me vean como una niña. A lo mejor esa mezcla es lo que les gusta a los tipos, aunque a mi me desagrade como suena. Esas deben ser las señales que doy y que debo evitar para dejar de salir con necios.

- No me mires así- le digo y vuelvo a caminar de vuelta a casa.

Los silencios con él son incómodos. No me agrada que vea y que se quede callado mientras me ve. Quisiera haber salido a la playa sola, aunque estuviera casi anocheciendo. El interrumpe mis pensamientos. Su presencia es ruido. Su silencio me molesta.

De pronto, extraño al joven Nash. A lo que he rescatado de él en mi recuerdo. Era muy fácil hablar o guardar silencio, o dejar que me mire. No me sentía incómoda. El mar no era una cárcel, sino un lugar mutuo y conocido, muchos metros allá abajo. Entonces extraño el sabor a limón de los helados en verano y la música que hoy ya no suena.

Ahora camino sin decir nada. El me cuenta sus anécdotas de colegio. Yo me siento boba, nada de lo que diga es divertido, ni interesante. Yo solo tengo para decirle cosas que él no entendería.

- ¿Nos vamos?
- Si,
le respondo- Hace frío.

El mar frente a nosotros es tan gris como la arena, o el cielo que anochece en invierno.
Caminamos en una pecera gris, donde somos peces atrapados por un silencio incómodo. El balneario parece ahora un pueblo fantasma con luces encendiéndose a través de la niebla.

- ¿En quién piensas?- Me dice sonriendo, meintras me empuja con el codo
- En nadie…

Me doy cuenta que muy a pesar mío llego a extrañar a alguien que compartía mis silencios y hacía parecer al mar un cuadro libre, de límites infinitos. Entonces me rio de pensar que extraño a alguien que solo existe en mis recuerdos maquillados de aroma a limones frescos.




El Mar entre los Muslos

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Yo tengo el mar atrapado, entre las piernas...agitándose bajo las manos.

El océano paseándose por todo mi cuerpo.
A veces es el mar lo único que ofrezco.
Un pozo de agua salada, para el náufrago sediento.

Pero es mi libertad el mar. Las playas vacías, el viento, las caracolas dormidas.
Es mi pasión correr por la playa desierta, espantando a las gaviotas con mi grito.
Con mi risa de sirena liberada. Sin embrujos, ni hechizos.

Solo yo corriendo libre, a la orilla del océano.

Yo tengo el mar atrapado, detrás de mis cuencas vacías, el agua oscura brotando detrás de mis mismas pupilas. Agua salada que brota, cuando dices que te vas, que te has ido. Agua salada brotando cuando vuelves y me abrazas.
Cuando me das esos besos, que no duelen recibirlos.

Agua salada evaporándose y dejando sal en las heridas que nos unen.

Tu no sabes de donde vengo, a donde voy, que es lo que quiero. Solo te imaginas mis sueños, retazos de agua y cielo. Y me lo ofreces todo cuando yo ya no puedo.

Mi piel es la arena oscura y fina de las playas del sur. Playas que no tienen tu nombre, ni el mío, escritos. Enormes desiertos de rocas rosadas al atardecer.
De dunas perdiéndose entre mis muslos y mi deseo. De arena que resbala entre mis pechos y mi ombligo. Tengo el mar aquí atrapado, en las dos orillas de mi sueño. Esperando por el navío que pueda quedarse en mi puerto.

Yo tengo el mar atrapado, aquí en mi boca, entre mis labios. Por eso mi palabra es salada. Mi verbo no es el dulce que te imaginas. No te quito la sed ni te sacio. Pues llevo el océano aquí atrapado, entre mi piel y mi alma.

Besa mi cabellera de yuyos desparramados. Besa mi espalda de arena, lame de mi ombligo salado. Hazme el amor, como el océano, entrando con ímpetu a mi puerto. Empuja, humedad hacia mi. En una ola de deseos. Que choca y vuelve, sin querer detenerse. Eres el océano que vuelve y me hace suya. Parte de mi y de todo.

Agua que orada la roca, desde muchas tormentas pasadas.
Entra por fin a mi embarcadero y suelta mi corazón de sus amarras.

...Yo tengo el mar atrapado, entre las piernas y mis manos.
Agitando mi corazón como una barca liviana.
Que tu ola vuelva a mi océano y la sal sea compartida
porque ya nos conocemos...

...Por esta vida de lágrimas... Que así sea.

Escribiendo para los Amigos

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Deseo hablarte, contarte que es lo que me ha pasado por la cabeza. No estás. Lo sé. Por eso uso de nuevo esta página en blanco para contarte que fue de mí. Es curioso, aunque lo parezca, no tengo muchos amigos por la red. Hacer amigos por aquí, es como la búsqueda del Santo Grial. Todos son amigos potenciales, todos se esfuman como un espejismo.
Podrías pasarte la vida buscándolos...Todos lo hacen.

Pero es igual que allá afuera, a los amigos se los cuenta con los dedos de la mano... De una mano de carpintero.

Cuando le trato de hallar la lógica, encuentro que es más fácil preservar una amistad vía misiva que vía mensajeros. Tengo un amigo, es cierto. Ya hemos cumplido el record de cartas por la red sin hablar de sexo, ni intentar seducirnos mutuamente. Mucho menos hablar de amor. No hay tensión sexual en nuestros correos. Solo esa complicidad de dos personas que van solas por el camino, caminando en paralelo. Cuando él camina de noche, yo lo hago de día y viceversa. Para nosotros, el día nunca termina.Si a alguien puedo llamar amigo es a él.

Tengo otros amigos, pero a veces siento que se evaporaran con el primer rayo de sol, después de la tormenta. Ya me ha ocurrido con varios, no es una novedad dolorosa. Aunque de todos modos lastime un poco ir perdiendo a la gente en quien confías.


Yo confío mucho, a veces duele.

A veces la culpa de que una amistad por vía cibernética no dure, es la soledad. Las personas solas vamos ansiosas por el mundo deseando compartirle nuestra soledad a alguien. A veces ese alguien simplemente no lo recibe. O están los buscadores de amor. Gente que busca mas que una amistad, una palabra amorosa, que suene a cariño, a deseo, a pasión contenida.


A veces no tengo esas palabras para dar. Lo mío es solo amistad.

Antes pensaba que se podría perder un amigo si llegas a intimar con él. He comprobado que no es cierto. Cuando hay la suficiente confianza y respeto, pasada la tormenta, puedes ser amiga y compañera de nuevo. Un día de sexo no debería echar a perder una amistad que es genuina. Pero si uno de ellos iba buscando amor... Bueno, ahí las cosas cambian. Es entonces, cuando alguno de los dos termina dolido.

¿ Cómo saber que no te enamorarás de tu amigo genial?


Siempre pasa, siempre hay una atracción contenida. No es solo algo físico. A veces va mas allá. Y eso se multiplica mil veces por este medio. En que un par de ojos pueden ser los más hermosos y un par de palabras bien dichas, podrían hacer pasar a un tonto por inteligente. Lo único que te preserva de no enamorarte de alguien, es estar bien a solas.

Alguien a gusto con su soledad no buscará amor. El amor lo encontrará a él.

¿Pero quien está a gusto?

Es un campo de almas solas, la red. Una telaraña de gente que quiere abrir el corazón, así no se lo aceptes. ¿Quién eres tú para decirle que su soledad es peor que la tuya?
Solo queda aceptar una parte de ese corazón y tratar de no dañarlo.


Hacer el menor daño posible...igual que en medicina.

Tengo amigos por este medio, algunos. A veces se vuelven bastantes. Solo el tiempo dirá quien dejará de estar cuando se sienta a gusto con su vida y ya no te necesite. O aquel amigo que ha de evaporarse el momento en que necesites su abrazo.

Si yo pudiera estar en todos los lugares en que tengo un amigo, tomaría mi mochila y viajaría hasta su casa. Habrá que ver entonces, si es solo amistad lo que se busca. O solo soy una persona que sirva como tapón para una soledad que se les desborda por la mirada.

Al cabo, creo que eso tampoco importa. Yo ofrezco mi abrazo a quien quiera compartir conmigo, mis discos, mis libros y aquello bueno que tenga para darles. Lo demás lo dejo ir cuando escribo.
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Imagen: Gilda Mora.

sábado, septiembre 09, 2006

Chirimoya(2)

-¿ Por qué tienes que salir con esa clase de tarados?

Yo me río ante su pregunta, parece que fuera mi culpa cruzarme con puro hombre que él califica de tarado.

-Si, pues. deberíamos salir juntos , no? Creo que me reiría mas.

El se ríe, me agrda cuando rie. las luces están apagadas y yo siento su voz muy cerca a mi oido. Su respiración perlando mi tímpano con esas palabras que le salen cariñosas casi sin proponérselo. Me agrada oirlo y pasar tiempo con él, cuando todos se han ido a dormir.

-Tu voz se oye cansada- le susurro.
-Dentro de una hora habré pasado 24 horas sin dormir...

Me apena el saberlo. Pero no quiero que se vaya. Me agrada esa complicidad que surge cuando las luces están apagadas y los ruidos son quedos. El ambiente es perfecto, aun tengo a los Nacha Pop sonando en mis oídos. Solo falta el helado de chirimoya y todo sería felicidad.

-Me muero de sueño, pero me agrada oirte cuando ries. Podría pasarme la noche entera con los ojos cerrados oyendo tu risa.

Yo vuelvo a reir, a veces se le oye tan cercano. Es una lástima que se vaya de vacaciones. Casi me he acostumbrado a oirlo con la modorra de la madrugada, hablar de tonteras conmigo, haciendome feliz con sus ocurrencias. Hace mucho que nadie lograba hacerme reir de la nada.

- Me tengo que ir- le digo mientras me levanto y enciendo las luces- Me duele todo el cuerpo.
-Si, lo sé... ¿Una mierda que vivamos tan lejos, no?
-Si, pero al menos tu te vas con ella de vacaciones. Para el sábado ya te habrás olvidado quien soy.

El silencio vuelve a reinar en la noche. La verdad suena cruda, no debería decirse. Al fin y al cabo hemos estado viviendo en sueños. Mejor me callo, por un momento he sentido celos de ella, celos tontos, claro. Pero no debo dejar que se me noten. No tiene caso.

-Imposible olvidarte, han sido dos días perfectos- me dice bajito antes de que yo cierre su ventanita del computador.

-Si...dos días maravillosos- murmuro, mientras me quito los audífonos y me voy de regreso a mi cama.
Desearia dormir con él. Se que no hariamos nada. Desearia poder dormirme oyendo su voz ¿ es mucho pedir? Pero ya se ha ido y yo debo volver a la realidad.

Solo un grillo se oye afuera y la madrugada me quita los sueños, para que pueda dormir tranquila.

Necesito un helado con urgencia- pienso con cierta melancolía...cualquiera diría que acabo de hacer el amor, me rio para mis adentros mientras caigo desnuda de vuelta a la cama.

jueves, septiembre 07, 2006

Como una Mujer Cualquiera

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Hay días en que me siento atractiva. Descaradamente atractiva. Paso por los escaparates, las vitrinas, los vidrios en las ventanas y me veo bella. Me siento bien.

Pero hay otros días- que son los mas- en que me siento irremediablemente fea. Durante esos días no paso por escaparates, ni me veo al espejo. Camino rápido hacia ninguna parte o voy a paso lento, como si el día pudiera esperar por mí. En esos días no me deprimo ni nada, no me detengo a observarme. Llego a entender el que nadie voltee a mirar, debido a mi atuendo deportivo, a la cola despeinada, a la falta de maquillaje.
Esos días no me siento mal, por no verme bien. Es mas, me siento cómoda.

Me dejo de sentir cómoda si me cruzo con alguien que vaya perfumado y listo y encima me conozca. Mas en ese momento pienso: "Es por este disfraz de chica casera, por el disfraz deportivo. No tengo de que preocuparme"

Disfruto sorprendiendo a la gente. Cambiándome de disfraz. Es gracioso cambiar de cara.

Los días en que me siento atractiva veo mi imagen reflejada en los escaparates y camino segura. Destila de mí, ese poder pasajero que da el sentirse apreciada por las miradas de otros. Mas aun, ese poder de sentirse segura sobre los tacones altos, bajo el rimel en las pestañas, debajo del cabello arreglado. Puede ser que nadie desee mirarte, siempre es una posibilidad. Pero una mujer adecuadamente arreglada tiene el poder de hacer que la miren. No es belleza. Es seguridad.

Los pasadizos entre las tiendas se extienden entonces como pasarelas vacías y puedes notar las miradas de los hombres adultos, de los esposos maduros, de los novios jóvenes. Esa mirada fugitiva del hombre atado. Una mirada que huye del círculo invisible que lo une a su pareja o su familia. Y esa mirada es recibida entonces. Algunas veces agradecida. Puede ser una sonrisa. Una mirada en contragolpe. Algo que les haga saber que valió la pena la escenita de celos de la novia o de la esposa.

Las mujeres somos crueles carceleras de nuestros afectos y defectos para con el hombre que amamos. Es la mirada de una mujer celosa un hierro candente, un látigo mojado. Una señal de alerta para alejar a otras mujeres. Yo me alejo, sigo caminando.
La mayoría almuerzo y compro sola. Me quedo mirando la gente que pasa acompañada. la gente camina en grupos o en pareja y la gente que va sola teme saludar o hablar mas de la cuenta.
Entonces siento el rechazo.

Hablo del rechazo como ese evento desafortunado que hace que un hombre te pueda mirar por horas sin dirigirte la palabra. Que almuercen frente a frente y te mire mientras comes, mientras bebes y no se acerque nunca. Hablo del rechazo en la cola del cine, cuando el tipo de adelante te ve como animal raro y no se atreva a hablarte. De esa mirada que lame tu exterior perfumado a metros de distancia, pero jamás se atreve a preguntar tu nombre.

Esa es una sensación que se vive como rechazo. Entonces no hay nada que calme ese dolorcillo en el pecho. Esa indignación de ser ignorada no por falta de belleza, sino por falta de decisión.
Porque esta vez no es el problema la falta de maquillaje, la ropa deportiva, el usar zapatillas hondas. No es que hayas caminado mirando a las puntas de los pies sin dirigirle la mirada a nadie. Que te hayas ocultado bajo un aspecto antisocial de gafas grandes y gesto serio.
Ese ya no es el problema.

En un momento determinado el problema ya no es una, sino ellos. Eso es rechazo.

Y llego a casa fatigada de haberme vestido para los escaparates, para los reflejos en las vitrinas. Para ver mi cara en la vajilla reluciente. Llego a casa fatigada de haber caminado sola. Pero como soy tan mujer, tan segura, tan atractiva, la gente piensa que confesar el que necesito a alguien es sinónimo de debilidad. De falta de amor propio.

¿Por qué no confesarme mientras puedo hacerlo? Yo no quiero callar como los hombres que me miran de lejos y no me preguntan mi nombre. Que el silencio sea para guardar secretos importantes, cosas que puedas leerlas en la mirada. Las cosas simples deben decirse.

Y que más simple que decir que a veces solo siento como una mujer cualquiera y desearia que el hombre que calla pueda atreverse a preguntar mi nombre y saber si esta noche ceno sola.

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Imagen de Antonio Blanca.

miércoles, septiembre 06, 2006

Maracuyá (1)

-Pero ¿que dices Laura? ¿cómo que no eres feliz? Eres graciosa, inteligente, atractiva, escribes, bailas, pintas...
-Como si saberlo solucionara mis problemas...
Luego de decir eso la charla continuó en silencio. Solo la cucharilla tocando el plato a la mitad.
-Entonces, debes ir al médico. Hacerte ver. Salir de viaje, hacer mas compras.
¿Cómo es posible que no puedas ser feliz con lo que tienes? Eso debe ser depresión.
Yo sonreí pensando que este hombre me debía estar viendo ahora como un fantasma que jamás ha sonreido. ¿Cómo explicarle a alguien que soy feliz comiendo ese postre de maracuyá? ¿Leyendo a solas entre clases? ¿caminando descalza? Como explico a este hombre que nada de lo que tengo es suficiente...pero esos pequeños momentos me dan felicidad por días.
Me dejan viviendo en esperanza...
"...Tus besos son tímidos... como de niña traviesa..."
Suena desde el fondo del salón y yo me quedo absorta en la canción que parece hecha para mí.
La ciudad se extiende indolente bajo mis pies. A lo mejor yo también soy un personaje en busca de autor.

martes, septiembre 05, 2006

Lluvia a pleno verano

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Es curioso como aquí a veces llueve a pleno verano. Era Febrero y yo estudiaba francés por las mañanas y medicina por las tardes. Estudiaba rabiosamente para lograr la ansiada residencia, pero no me atrevía a dejar mi lengua favorita solo por la medicina. Siempre había dejado de hacer cosas a favor de mi carrera. Al terminar la universidad me sentía la típica ignorante que solo sabe de lo que ha estudiado en la universidad e ignora el resto de cosas que suceden en el mundo.

Era febrero y yo comía a solas en un restaurante parrillero, para no tener que almorzar sola en casa. Recuerdo que ese viernes me levanté sintiéndome especial, me lavé el cabello con el shampoo frutado, me puse la crema de coco en todo el cuerpo, el perfume que ya no usaba y la falda y suéter color beige. Incluso me puse las botas altas que solo usaba para caminar de brazo de alguien. ¡Era tan difícil caminar con esas botas puntudas!

Terminada las clases de francés, me fui al restaurant completamente enamorada de mi misma a almorzar sola y soñar con el destino. Era febrero y yo vivía ilusionada pensando que ese año me cambiaría la suerte. Incluso mi aspecto había cambiado y ahora llevaba rulos rojizos que alternaban con mis usuales cabellos color negro.
El día era precioso de soleado y yo me sentía feliz. Probablemente era la única joven que almorzaba sola en ese lugar vestida no como las demás tías, sino como toda una “señorita”. Sin embargo, a mitad del almuerzo el clima cambió de repente y tuvieron que cerrar todas las ventanas y prender los farolitos que colgaban en las paredes. Había empezado a llover afuera y el día se tornó oscuro solo en minutos.
Yo maldije mi suerte, por haber salido con falda y suéter tan delgado sabiendo que los días anteriores habían sido tan crudos. Me dejé llevar por la sensación de calor y ahora sufriría las consecuencias. Las calles se volvían resbalosas con la lluvia y aunque mi casa quedaba cerca, las botas eran un impedimento para cualquier caminata.

Cuando bajé a la calle, era una cortina de agua cayendo por la ciudad triste y de cielo oscuro. Ningún taxi desocupado. Las mujeres abordaban sus autos del brazo de sus esposos; y yo estaba allí con las rodillas congeladas y la falda beige mojada sin ninguna cornisa en donde protegerme.

Supongo que era la única tonta que había salido vestida así en toda la ciudad. Podía sentir las miradas de “te lo mereces” que tenían las mujeres desde el interior de sus autos. Yo solo me abrazaba a mi misma con los libros de idiomas y esperaba un taxi que me llevara a casa. Me sentía toda una rareza allí, con el cabello mojado y los lentes empañados, que trataba de limpiar cada 5 minutos.
Pero de pronto, yo lo vi.

Si en esa calle vacía había alguien más raro que yo, ese era él. Venia caminando a toda prisa y su cara era tan pálida y blanca que parecía un mimo, traía puesta una polera de capucha negra y estaba cantando. Cantaba alto como si nadie se diera cuenta. Pero yo si lo oí. Pensé que llevaba audífonos, que cantaba en voz alta sin darse cuenta. Pero no.
Era obvio que disfrutaba ir por la calle con esos trancos largos y las manos en los bolsillos de la polera. Cantando alto, pues sabia que nadie caminaba ya por las calles, excepto yo. La mujer bajo la lluvia, con las rodillas heladas y el cabello chorreando.


El también me vio. Imposible no verme. Vestía de beige a mitad de un día oscuro, hecha una sopa de cabellos y ropa mojada.

Mientras intentaba parar un taxi lo seguía mirando y él a mí, en esa sensación extraña de que no existe nada mas en el mundo, excepto el golpe de la lluvia hiriendo la calle y esa voz melancólica cantando una canción de la cual no recuerdo nada, mas que sus labios vocalizando la palabra “sola”.

Al pasar por mi lado casi se detuvo, por un momento pensé que nos conocíamos, que era algún compañero de colegio. Pero no. Era un completo desconocido de cara pálida que no dejó de cantar ni aun cuando estuvimos solo a centímetros mirándonos en la misma vereda. Siguió su camino y yo me giré a verlo, el también lo hizo. No sonreíamos ni nada, era una sensación casi de perplejidad. Dos desconocidos en un mundo por demás extraño. Antes de llegar a la esquina volteó tres veces mas y las tres veces yo le sostuve la mirada.

Tenia ganas de irme caminando a la casa, de ir por su misma vereda. De rozar nuevamente con él. De volver a cruzarnos.

Porque dos personas que van de camino a casa, se encuentran siempre en algún momento, aunque no quieran hacerlo.

Tenia electricidad en la piel, la boca seca, el temblor en las rodillas. Por un momento sentí que era él, ese presentimiento que me había despertado por la mañana. Cuando di el primer paso para caminar calle abajo, el único taxi vacío de la ciudad me ofreció llevarme. Yo me quedé dudando. Si lo tomaba, llegaría a casa sana y salva. Si no lo tomaba, no volvería a pasar otro en horas y tal vez a mi paso y con esas botas altas resbalaría antes de alcanzar al chico de la cara pálida. Dude en hacerlo, pero el chico ya había desaparecido.

Con algo de tristeza tomé el taxi y comencé a ver por la ventana como el agua cubría de pronto la ciudad y desaparecía a las personas de las calles. Es una sensación extraña, ir dentro del auto tibio mientras la ciudad se moja afuera. Gotean los techos, cierran las puertas, la gente desaparece. Se hace más evidente que la ciudad no es mas que un pozo de lagrimas.

Pero en la esquina y junto a un poste estaba él, parado como si buscara a alguien. Tal vez el también me buscaba. Estaba en la esquina mirando para atrás al lugar donde nos habíamos cruzado y yo pasaba pegada mi nariz a la ventana, vaporizando el vidrio con mi aliento aun tibio. No me vio. Y yo lo seguí mirando hasta que el taxi se perdió entre otros autos. La ultima imagen que tengo del joven desconocido, es su cara pálida y su ropa empapada, buscando con ojos curiosos a una completa extraña, que vestía de beige.

A veces pienso que el motivo para empezar bien ese día, fue él. Como si hubiera sido un encuentro planeado desde mucho antes y que yo falle. El destino te pone trampas y tu decides o no caer en ellas. A lo mejor si no hubiera cogido el taxi, a lo mejor si hubiera caminado más rápido... A lo mejor si no dejaba pasar la oportunidad de que me encuentren. Tal vez fuera una señal. ¿ Por que puede haber algo más extraordinario que ver lluvia a pleno verano? Tal vez solo el que el mundo se oculte para que se hallen dos completos extraños.

lunes, septiembre 04, 2006

Mantenimiento Cero

No puedo creer que lo haya hecho. Que haya comprado un sosten de 70 lucas solo por desesperacion. Jure no volver a gastar tanto en prendas tan pequeñas, menos si no se las voy a mostrar a alguien. Pero heme aqui gastando de bueno. No hay sosten que aguante y yo ya me canse de andar con poleras anchas

La culpa la tienen las vendedoras que traen los sostenes baratos para las chicas planas y los otros los venden como si fueran joyas. Yo he comprado el mas barato de sus especie. Pero aun asi me ha dolido. En momentos como este desearia tenre un marido que me compre la ropa interior.

En la cola para pagar, por ejemplo. Habia un tipo de 22 años comprando calzones para su novia. Cuando me vio pagar el monto se me quedo viendo con cara de:

>>>Por mujeres como tu mueren los niños en Africa...

Yo voltee y me lo quede viendo con cara de

>>>Acaso quieres que vaya a drles de lactar a todos esos niños?

No, pues. No es mi culpa que mi madre nos haya heredado una pechuga de mantenimiento tan costoso.

Preferiria yo tambien, andar mostrando las costillas y no tener que andar tapandome de los tipos que andan fastidiando por todo lado. No entiendo, yo no tengo novio, pero cuando camino por la calle no ando con la mirada fija en el pantalon de los tipos. Ni aun en mi peor temporada en celo me interesa ver el cuerpo de un hombre. Por que? Pues por que es feo. No es timidez. Solo que no me anima un pito andar viendo de que tamaño o forma es. NO ME INTERESA.

Pero yo? desde que he salido de la tienda he tenido que soportar a tres tipos molestando. el ultimo de los cuales incluso quiso rozarme. Acaso fue en la calle? Fue en Falabella, a media tienda! Me jode esto.

Me jode tenre que comprar un sosten caro que no puedo mostrar. Tener unso pechos grandes que debo tapar. Y una billetera que no deja de gotear.

En ocasiones como esta, envidio a las mujeres de pectum excavatum. Creo que los sostenes con esponja los venden al mayoreo y los regalan por cada lata de atun. Y pensar que hasta escribi un post enorgulleciendome de la agonia de moldear los pechos.
A este paso voy a terminar vendandomelos. Es mas beneficioso ir por el mundo como hombre para que aprecien lo que piensas y no como una mujer a la que no le miran a la cara, sino 20 cm. mas abajo.

Y si, el brassiere luce divino, pero ese no es el punto.

Un par de tetas de mantenimiento cero, es mucho pedir?

domingo, septiembre 03, 2006

En Ruta

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La tarde es fría, te pediría que me dejes sentar en tu regazo y me acaricies el cabello, pero ya es tarde.

Solo queda el polvo mágico de los recuerdos que no fueron, de esas ilusiones de un futuro juntos. De algún futuro. Pero creo que ya es tarde.

Quiero sentarme en la cornisa de tus sueños y balancear mis piernas hasta sentir que me resbalo, que estoy a punto de caer, que siento miedo. Quiero volver a sentir miedo de tu olvido, para ver si así, yo vuelvo a quererte como antes. A tener deseo de tu cuerpo. De aferrarme a esa epidermis olorosa mojada en mi recuerdo.

La tarde es fría. Como quisiera sentirme acogida sobre tus piernas, anudarme en tu ombligo y deshacerme, de todas las tragedias de juguete, de toda parte de mi que haya nutrido al mundo de los que ya no sueñan. Volver a ser pura, destilarme en cada poro y papila de tu vida. Deshacerme en los sabores que ya conoces. Esos sabores que componen mi cuerpo en tu memoria. Volver a ser simplemnte.

Más… ya es tarde.

Saldré a caminar tras el rastro de los pasteles hechos en casa, de ese vaho a felicidad que me traen las fragancias conocidas. Saldré con la melodía que me regala este presente algo frágil, que construyo de a pocos con fragmentos de galletas, miel y ralladura de limones amargos. Un presente que no está listo para ser comido, por aquel que ya no cree. Un presente dulce y esponjoso para el que se arriesga y cierra los ojos.

Es tarde para todo, mas no para mi misma.

Yo saldré a caminar escarchada, del azúcar de los sueños. Glaceada de toda esperanza y sonriente. Mi futuro apenas puedo vislumbrarlo, no comeré de él aun, para no caer en el hartazgo del que se alimenta de las cosas invisibles, de los manjares perfectos que me ofrece la gente como tu y el resto.

Sin embargo, mi presente lo preparo a cada paso, con pétalos de flores y esencia de vainilla. Lentamente y sin prisa, probando solo cucharadas que puedan provocarme seguir caminando por la casa vacía, con los dedos goteando del postre que no está terminado.

Ojalá un día vuelvas a soñar de mi mano, para probar del azúcar de los sueños.
Mientras tanto, creo que para ti ya es tarde, aunque para mi sea demasiado temprano.

*
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sábado, septiembre 02, 2006

Pláticas intimistas

Free Image Hosting at allyoucanupload.com No ha sido fácil escribir estos días. Tampoco difícil, en verdad solo he preferido no hacerlo. Comenzaba a escribir y hablaba sobre mi, como si de pronto fuera una necesidad el hacerlo, el escribir sobre mi. Como si de pronto volviera al inicio.

Apenas he podido iniciar algunos e- mails y los he terminado dos párrafos después. Ya no las largas cartas de antaño, ya no hablar sobre mí. Necesitaba descansar de mi misma. No saber. Y he permanecido horas frente a un monitor, solo oyendo música, solo leyendo música, solo sintiendo música. Como si nada mas debiera incomodarme o importunarme.

Y las historias se han perdido. Todos los inicios de historia los he guardado, pero no he podido llegar al final. No es fatiga mental, a lo mejor solo es falta de amor. Amor por esos personajes que estos días han dejado de tocar a mi puerta y me han dejado dormir sin sueños. Solo me he quedado yo, rebrotando todas mis inquietudes a través de canciones. La música es la única medicina que no me engaña y que no me cuesta trabajo tomar.

Cada canción me ha recordado lo que era, en el momento en que lo fui. Sin alteraciones, sin el filtro que uno le pone a los recuerdos, haciéndolos mas bonitos, viéndose mas segura. La música ha sido el fluido corriendo en los intersticios de todos mis recuerdos. De todas las imágenes que llevo no en la cabeza, sino bajo la piel. Imposible mentirme, cuando oigo música, los sentimientos brotan sanos, incorruptos, prístinos. Siento que soy yo.

Todo lo que hago es para encontrarme de nuevo. Parece un trabajo fácil, pero no lo es. La parte mas difícil fue reconocer que ya no era yo. Ahora era una mujer que gustaba de pasteles de ciruela y escuchar zamba mientras se bañaba a solas. Ahora había dejado de ser la niña y era una mujer. Una mujer que por supuesto no me gustaba a mi misma, pero contra la que debía dejar de luchar, el resto del camino es difícil de contarlo. Aun sigo en él. Mi página en blanco es la baldosa olvidada en mi largo camino. Hoy la piso sin resbalar, mañana, probablemente solo repose en ella.

Una página en blanco, eso es cada día para mi. La voy escribiendo con lo que llevo dentro, a veces son demasiados recuerdos. Demasiados anhelos, solo soy yo y mis confesiones a mi misma. A veces solo quisiera ocultarme, pero no puedo. Debe ser ese el origen de esos sueños en que camino desnuda por delante de la gente y no tengo el valor para taparme, como si hacerlo fuera algo hipócrita. Como si dejando de mostrarme fuera igual que todos ellos, los que miran con curiosidad, con deseo, muchas veces fingiendo que no miran. En el sueño me lastima mostrarme, pero lo sigo haciendo. No es masoquismo, es mas bien orgullo. Como decir: Yo puedo.

Y vaya que puedo…

Este tiempo solo he ido probándome a mi misma, cuanto puedo resistir, cuanto mas. Buscando el preciado equilibrio, ser honesta conmigo misma. No mentirme, pero debo estar alerta. Los seres humanos siempre nos mentimos y cuando descubro que he caído en engaño rectifico camino, busco de nuevo el punto medio. Pero me es tan difícil. Soy una persona que vive naturalmente en los extremos, incluso dedicar mi vida a buscar el equilibrio es ya una medida extremista.
El verdadero punto medio sería olvidar eso, olvidarme de todo y seguir viviendo, pero no puedo. El camino me hace ver que mi mayor angustia es mentirme. Como si para ganarme el derecho de piso, debiera decir siempre la verdad. Mostrarme.

Y decir que me siento buena o mala, a veces peor. Bella o fea, a veces ni eso. Que me siento mas y menos y a veces nadie. Que debo decirlo, para buscar mi propia aceptación. Quererme, antes de que me quieran. Ese es el camino mas difícil. Cualquiera podría enamorarse de mi, al fin y al cabo soy mujer. No faltará alguien que piense que puede quererme. Ese no es el problema. Necesito Mostar todos los pétalos, aunque sea una labor imposible. Para no sentir que me miento, que estoy ocultando algo. Para poder darlo todo.

Eso es. Darlo todo.

El proceso sigue en marcha, a veces solo quisiera tener 32 años y haber logrado todo lo material y espiritual que espero. Tener el conocimiento y al experiencia suficiente para iniciar la otra etapa. Crecer todo lo que pueda como mujer para poder dedicarme a ser la esposa, madre y ser humano que espero. Ubicarme en 5 años mas y no tener que andar el camino. Ubicarme en el primer día del próximo año y sonreír porque acabó este periodo de aprendizaje interior. Que resistí todo los eventos y estoy de nuevo en pie sobre mis guerras perdidas, lista para hacerle frente a la vida. Dormirme hoy y despertar en el primer día de mi nueva vida.

Pero no se puede disfrutar del viento que sopla en la cima, si no se ha perdido el aire en el ascenso; y a mi ¡aun me falta tanto por subir! Cada día es un nuevo reto a mi misma. Buscar el equilibrio, ser honesta, educarme, ejercitarme. Amarme. Esa es la parte complicada, amarme aun sin estar lista, solo como un boceto de la mujer que quiero. Amarme con todos lo errores que cometo, las líneas fuera de cuadro, los borrones. Amarme y dejar que me amen. Esa es la parte complicada.

Es sábado, un poco más de música y lista para salir a caminar.

jueves, agosto 31, 2006

Mis Líneas Privadas

Agosto, 30- 6:03 p.m
*****
Hoy estoy tonta. Hecha una boba. Podría caer al piso de tanta risa, necesitaba escribirlo. ¡Qué tontería! escribir que ando hecha una boba, escribir rápidamente, que me gusta estar viva.

Ay! La vida es tan graciosa, las coincidencias, las frases. Parece que la gente dejara palabras a la mitad del camino para que las cojan otros y hagan en sus líneas laberintos enormes, enormes canciones. Hoy descubrí que no solo es “supongo” mi palabra de manía, sino también “enorme”, siempre digo enorme cuando escribo, cuando hablo. Todo es enorme cuando lo pienso. Cualquiera diría que soy una pequeña hormiguita, una pequeña Laurita, tan, tan shiquitita. Que se esconde en un sombrero y a a veces en un cajón, en las costillas de alguien, ocultándome siempre…como un juego para que me encuentren y al fin me encuentren! Por eso me quedo en silencio, calladita…Mas no puedo contener la risa cuando me imagino encontrada...Dios! Me muero de risa!

Si, he estado risueña. En estos días he escuchado que me decían, esos piropos tontos que reciclan los hombres, de: “Me gustan tus labios, pero me agrada mas tu sonrisa” Y yo no he podido contenerme, ante la frase tan cursi, tan tonta e inesperada. Es que estos días no he podido parar de reír y cada evento se ha concatenado con el otro para que yo esté riendo como una loca. Loquita me ha dicho alguien, mientras jugábamos a hablar de nada y eso me inspiró mas risa, es una risa tierna, no como la que uso cuando me burlo de la gente. No esa mueca de cuando digo algo y espero el contragolpe. La de hoy ha sido risa tonta. Mi ánimo es tonto hoy.

Ay! Cualquiera diría que ando feliz, a lo mejor si. No sé. Estoy en mi semana de estar en celo. Es una joda, me da risa pasar por estas etapas, estar tan eufóricamente sexual que todo me parece digno de ser amado, contemplado, lamido y experimentado. A veces, si lo reflexiono mucho me siento una bitch por pensar esas cosas, pero no pues! No es justo sentirme mal por ser brutalmente estrogénica! Hoy solo me da risa estar nuevamente húmeda sin razón aparente y desear ser devorada, arrasada, mordida, tomada.

Es casi como un juego tonto. El sexo es a veces un juego tonto e inútil, que no está hecho para dar placer a la penetración, sino placer por ese devaneo de los músculos laxos, de la boca abierta, de los dedos crispados arañando la burbuja invisible que nos separa del mundo. Hacer el amor…que bueno, es demasiado bueno…Extraño hacer el amor, me hallo a una dieta obligada de lectura y escritura, sin hombres ni amor de por medio… para volver a hallar el equilibrio nuevamente. Como si me tuviera que cuidar de enamorarme, de sentir, de hacer el amor a gritos cuando necesito hacerlo. Entregarme! Como si no hacerlo me salvara de mi misma...

Pero yo estoy en abstinencia, por eso no salgo a la calle. Cuando estoy así, me guardo en casa, no quiero ver a nadie. Prefiero estar así, inspirada escribiendo. Mas ¡pobre de aquel que se cruce! cuando mi cera se derrite, mi miel se hace líquida, mis fluidos brotan cálidos y diáfanos del centro de mi alma. Pobre de aquel que se cruce. Porque pensara que yo estoy enamorada, que hablo con amor saliendo los poros. Que cuando digo Te deseo es para siempre…Y a lo mejor es cierto. ¡A lo mejor es cierto!


Pero hoy estoy risueña, ahora se que no se debe a nada externo. Debe ser una circunstancia especial que tiene a mis células alteradas, a mis órganos de fiesta, a mis sentidos alerta. Que me tiene completamente sonriente y pura. ¡Si, digo pura! ¿Por que la gente me mira raro? Ninguna mujer es tan pura como cuando quiere entregarse.

Cuando deja de ocultarse y hacer estrategia de conquista perfecta y en cambio solo ríe fácil, como se ríen las putas…no, no, como se ríen las niñas. Esa niñas que son brote de mujer y se ríen sin malicia. Contigo y de ti. Una risa que no es para provocar, es solo risa!

En cambio las putas se venden, tienen un precio para reírse y su mueca es triste.

Mi risa es ahora la de una niña. Con esos ojos brillantes y los labios enamorados de querer experimentar la pasión que brota en cada fibra del cuerpo, en cada hebra de cabello, que permite ser llevada de la mano, cargada a donde sea. Que me hace querer reír y amar sin resistencia. Debe ser la embriaguez del momento, de mi día completamente diáfano, de mi risa completamente pura. Y mi cuerpo totalmente laxo.

Hoy habría salido a tomar unas cervezas contigo, con las zapatillas en la mano, a caminar por al playa , a reírme y tomarme del abdomen, olvidar que la vida se me voltea, me tiene de cabeza, me hace trizas a cada instante. A reírme de mi suerte. De este año tan caótico, que empezó tan mal, joder! tan mal... haciendo el amor en la playa. Llorando para adentro. Huyendo de mi misma, llegando a casa temprano, para que no me pierda totalmente en esas espirales tan fáciles de tomar y tan difíciles de salir.
Encerrándome a escribir alucinada ante un monitor mudo. Para recuperar algo de lo que no ve la gente que me advierte solo como un par de muslos, un par de tetas, un par de ojos.

Este año que empezó tan disonante, enamorada de Cienfuegos, ilusionada, apasionada, creyendo de nuevo en el mundo. Hasta perpetrar ese crimen terrible que es para los depresivos, el querer aceptar la vida de nuevo. Bebértela entera, sentirla pasar por la garganta así sepa amarga. Tomármela entera como una medicina que me devuelva al mundo. Y luego esos meses de estudiar idiomas, de hacer deporte, de escribir a extraños, de estar en la playa, de crear historias que no termino nunca.
De creerme enamorada por segunda vez, pero ésta vez de un tipo sin rostro una imitación feliz de un Eduardo Glez que aun no nacía entero para el Cuento Sucio. Me enamoré del tipo, dos días y una noche. El resto es una mala historia.
Pero el sexo fue tan triste…tan de dos tristes tipos, que se masturban mutuamente para mitigar una soledad que no acaba del todo. Preferiria olvidar, borrar esa noche de mi mente. Pero eso no importa nada, si me regaló esa charla en silencio, mirando el océano iluminandose a medias. Ese dejarme ser y no preguntar como ahora, cada maldito detalle. Como si no entendiera nada. ¿Dónde se fue ese tipo, lo mató la blogósfera? ¿Estaba ya muerto cuando lo conocí? Probablemente ambos lo estábamos ya hace mucho. Y solo hablaron nuestrso espectros.

Solo por esa charla frente al mar a mitad de una noche sin estrellas le perdono todo el mal recuerdo. Todo lo que vino luego. Me quedo solo con esa punta de la caracola. Esa caracola que cuando acerco a mi oído, me dice que el mar está a la mitad del desierto si cierro los ojos y confió lo suficiente en los fantasmas marinos de seres inexistentes.

Y luego la depresión de nuevo, meses nadando para no ahogarme de nuevo en la maldita depresión de ser tan buena chica y ahora ya no ser nada. De ser una médico con futuro y de pronto ya no ser nada. ¡Nada! ¡Que depresión por Dios! Si no tuviera todos esos disfraces de cara bonita, de sonrisa ancha, mis viejos se hubieran dado cuenta. A lo mejor lo supieron, a lo mejor por eso no dijeron nada cuando dije que me iba a México con el Innombrable y ¡bah! una nueva recaída, en el amor que no es amor y sigue siendo. ¡Mierda! Como duele enamorarse!

Y luego toda esa gente enviando correos, poemas, promesas. Luego toda esa gente , una multitud en la que yo no reconocía a nadie y de pronto. Perdida otra vez. Perdida y llevada a rastras a quien sabe donde por esa multitud de gente que dice gustar de lo que escribo, gustar de lo que soy...gustar de lo que ven…¡como si supieran quien soy!

Y perder a Cienfuegos, otra vez y para siempre, cuando pensé que jamás nos dejaríamos del todo, sin saber a donde fue, dejándome con la impresión que solo fue un hechizo de mi mente devastada. ¡Que dolor! Horrible dolor, perderlo nuevamente. Ese Adiós lacónico, ese orgullo marchito. Lo dejé ir y me quedé sola. Porque esta vez ya no tenía la fuerza para insistir en lo que no existe. Una delusión solamente.

Y llegó Julio, fiestas patrias y de nuevo ilusionarme, de nuevo creer, enamorarme sin amor, pero enamorarme. Leer mientras él toma fotos, dormir mientras el se bañaba, soñar mientras él se dormía y verlo convertirse en mejor persona. Verlo sonreír, dejarlo libre. Que buen tipo es él. Si se le hubiera ocurrido enamorarse de alguien como yo, a lo mejor hubiera resultado. Estaba en un momento en que quería dar todo de mi, cambiar, dejar de estar sola. Pero ¡la maldita química! Eso hizo que no funcionara, ya parece mi vida una broma de humor negro.
Estoy que me muero de risa, porque ya me he cansado de escuchar que soy la mujer ideal, que soy un cosmos, un TODO…pero en el momento menos pensado a los hombres les falla la química y a mi la paciencia… Porque, cielo, tu sabes ¡ya no estoy para buscar amor! ¡Es imposible hallarlo cuando se le busca! Yo solo quiero dar y dar …como en esta canción la Nº 53, que suena ahora. Amo ese piano. Fuck! Debí nacer pianista y no cirujano. Debí saber de música y no de letras.
¡Una joda nacer con lo que no nos hará felices nunca!

Oh! My Cat! voy casi dos páginas y escribo embriagada de la honestidad brutal que me echa en cara Diego y El clavo y toda la gente blogger que de pronto y trato mal por solamente ese humor martillo que tengo yo. Ese humor de vendetta que uso a veces.

Ay! Debería ser siempre dulce como cuando ronroneo en la cama. Pero él, mi bufaloso amigo ahora, sabe que yo NO soy tan dura, ni tan ácida, ni tan loca. El sabe que yo no soy Hammer, solo soy YO.
¡Soy un fraude Srta. Martillo! golpeo donde no debo y ronroneo con quien no debo… Una boba la Srta. Martillo, que mala chica es esa, a veces la detesto por escribir mejor que yo y ser mas honesta, mas cara limpia, mas audaz cuando sueña… Debería poner mi nombre real, ese nombre gitanito con tantas letras que cansa escribir en el teclado, ese nombre que ya no le queda a mi cara.

Llevo mil líneas!!! Dios!!!! Que importa! Se que nadie lo leerá , porque es taaaaaan largo, tan estúpido, tan carente de belleza, de ritmo, de métrica, que es insulto para la gente que busca en mi algo de poesía. Y a la vez tan falto de cochinadita, de sexo, de frivolidad, que es un fraude para la gente que viene aquí buscando leer solo cosas Light, cortitas y fáciles de comentar.

Seguro el único que llegó a esta línea es Junio, ¡el insoportable y adorable Junio! que no me deja comentar en venganza. Tan parecido a mi, como diferente. Un día le cambio mi vida de descalabro por la suya. Cambiamos papeles y hago que me paguen por escribir, en vez de pagar esta cuota de felicidad a blogger por poder hacerlo. Por eso un día le acepto esas cervezas que dice trajo de Berlín y nos vamos a reírnos a alguna playa inexistente, de esta proeza que es seguir viva y reír a mitad de toda desgracia.

Reír y hacer el amor con el teclado, creer que cada palabra me humedece, me limpia, me aferra a ese amor por la gente sin rostro, esos seres que ni conozco. Mis otros demonios. Mi yo paseando en las calles vacías de Lima la ciudad caótica y de todas las demás. Todas las que camino y en donde siempre soy foránea. Siempre Laura La Extraña.
¡Que risa el solo pensarlo! Gracias C.M contribuiste a esto hoy.

Voilá. Terminé.
¡Un orgasmo perfecto el poder escribir a solas hoy!


miércoles, agosto 30, 2006

Despertar en un barco

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El día es diáfano y brillante, pero me ha costado trabajo despertar. Me encanta el contacto de las sábanas y dormir llena de almohadas en la cama. Antes mi habitación olía bien, ahora he vuelto a sentirme una huésped en la casa de mis padres.

Cuando decidí volver a irme, quité todas las bolsitas de popurrís que ponía alrededor de la cama y me llevé mis frascos de perfume. Aquí solo dejé la ropa de verano y algunos de los pantalones que solo uso para la casa. Mi habitación ya no huele tan bien, pero al menos se que estoy en casa. Es otra sensación abrir la puerta y sentir el sol cayendo en el balcón, quedarme en la puerta desperezándome hasta que se me ocurra ir al baño.

Cuando me levanto, tengo la sensación de que acabo de salir a la cubierta de un barco. El ala de la casa donde vivo, está separada del resto por un largo balcón donde el sol calienta hasta el mediodía. Antes allí había geranios rojos, que se secaron cuando todas las hijas nos fuimos a vivir lejos y mis abuelos murieron. Creo que mi madre descuidó esa parte de la casa, donde solo comenzaron a habitabar fantasmas. Debió ser triste ver esas habitaciones vacías y soportar los inviernos en que nadie iba a verlos.

Yo a veces volvía y hallaba mi habitación cada vez mas extraña y vacía. Estaban mis muñecas, alguna ropa, zapatos, mi cómoda con ese espejo mágico que podía doblarse en tres partes y al ponerme a la mitad me hacia reproducir en varias otras yo. Pero a esa habitación le seguía faltando yo y mi desorden. Yo ocultándome en el ropero a leer para que pensaran que me había ido de casa. Yo y mis botines nuevos. Yo y todo eso que dejé sin darme cuenta cuando terminé el colegio.

Pero hoy no deseo hablar de recuerdos, algunos son demasiado tristes. Quiero hablar de mi casa con varios balcones como cubierta de barco dando al jardín artificial del primer piso y que hoy amaneció tan soleado, que olvidé que era invierno y que debía cubrirme con ropa gruesa, que debía protegerme del mundo. Esta casa llena de escaleras a un mismo sitio con puertas que se abren a ninguna parte y ventanas a espacios escondidos.

Una casa como laberinto, como decian mis amiguitas. Mi casa, mi única isla a salvo de todos.

Hoy me paré en la puerta de mi habitación con el pijama melón y la cabeza despeinada, e imaginé que si abría los ojos estaría todo el océano frente a mí. Toda esa brisa, esa libertad extraña, que a veces me vuelve presa aquí y sin ganas de volver a irme. Abriría los ojos y estaría navegando en un mar infinito de azul y verdes brillantes en medio de ese silencio ensordecedor que da el mar

Hammer in the island, suele decir A. cuando le digo que volví a casa de mis padres. Sin embargo hoy no me siento en una isla. Sino en un barco, en un hermoso barco de cubiertas vacías para que yo pasee a solas imaginando que el mar está tan cerca como tu recuerdo.

La Cita

  Su voz es del color del sol, se ha acercado  con paso seguro  sin prisa a la mesa donde sorbo un te del que apenas detecto que es de frut...