Y pones ramitas de chocolate sobre tus labios ansiosos,
Mientras juegas a que eres niña, mujer,
Mientras juegas a que eres niña, mujer,
un hada de carne y hueso.
Me cuentas en viejas cartas, que te hizo feliz
Y lo que planeas hacer pronto.
Me cuentas tu vida, tus viajes, me lo cuentas todo,
Pero yo callo, para no decirte
Que mientras hablas,
Yo solo logro ver esa boca
masticando ramitas de chocolate,
a la que imagino dulce y amarga,
imposible de acercar a la mía.
Me cuentas en viejas cartas, que te hizo feliz
Y lo que planeas hacer pronto.
Me cuentas tu vida, tus viajes, me lo cuentas todo,
Pero yo callo, para no decirte
Que mientras hablas,
Yo solo logro ver esa boca
masticando ramitas de chocolate,
a la que imagino dulce y amarga,
imposible de acercar a la mía.
Luego agitas alitas de colores, mueves tu cabeza a los lados,
Cantas y saltas mientras me hablas,
Y mi silencio choca contra tu felicidad mas reciente,
Porque yo sólo puedo imaginarte dormida,
Hecha de sueños de durazno y mazapán,
Guardando en tu pecho suave, el secreto
De las cartas que aún no terminas.
Pones ramitas de chocolate en tus labios dulces,
Y las masticas lentamente
Mientras escribes cartas larguísimas
Que no llega a recibir nadie.
Y te describes de todas las formas posibles,
Pero yo sólo puedo imaginarte así,
Entre amarga y dulce,
Como el sabor que jamás se va de los labios,
Un sabor a ramitas de chocolate crujiente,
Que se derriten con el primer beso de verano.