El asfalto cruje bajo los pies de Urbano cuando sale de casa y decide no tomar el tren al trabajo, ésta vez irá caminando. Sorprende a la madrugada cuando las flores apenas se están desperezando, cuando la escarcha aun no se ha derretido en los cristales de las ventanas.
Urbano camina con el rostro inmutable de camino al trabajo, no se resiente ante el frío, ante la gente que mendiga, ante los perros famélicos que pasean por las calles a esa hora. Urbano se desplaza en su propia atmósfera de pensamientos tristes, tratando de dilucidar los recuerdos de los sueños, la gente que conoce, de aquella que nunca ha visto.
Urbano camina solamente y el mundo se abre paso ante su indiferencia, como una flor gris carente de toda belleza. La gente lo saluda al pasar, él saluda a su vez y el resto es silencio. Se vuelven silenciosos los pasillos, los trenes, los restaurantes. Urbano no escucha ni intenta escuchar lo que dice la gente. Ellos están ahí como letras sobrantes de ese poema triste que se escribe a diario. Nadie vale la pena lo suficiente como para volver la cabeza, para ofrecerle ayuda, para dirigirle una palabra que no sea la de siempre. Ese cortés “Buenos días”, ese educado “Buenas tardes”, que Urbano arroja como insulto bien planeado de indiferencia cotidiana.
Los días para Urbano son siempre los mismos, las calles de su ciudad natal, llenos de gente que no entendería lo que piensa, por eso él ya no intenta hablar con nadie de lo que ocurre en su cabeza, de sus ideas que son locas, de sus recuerdos que son sueños, de su futuro que es incierto. Ve gotear cada segundo en el reloj esférico, esperando que se haga hora de salir, de irse a alguna parte, de desaparecer de esa ciudad asfíctica donde él ya no oye ni habla... ni espera.
El día es igual de inanimado las 24 horas, su existencia se mueve sobre ese segundero implacable, incluso terminado el trabajo. Cruza cada una de las calles pequeñas, con paso calculado sin pararse ante nada, hasta llegar al malecón desde donde el mar se ve igual de gris que el resto de la ciudad. El reloj marca las 5:05 y entonces el mundo se detiene. El cielo gris florece a un color naranja que se derrama por los techos de la ciudad, por sus cristales opacos, por los jardines muertos y por las veredas rotas. En ese momento Urbano deja su expresión de muñeco laqueado y su mirada gris se ilumina con la presencia de la mujer que camina por el malecón, en dirección a él, sin bajar la mirada.
La ve avanzar entre la gente y la vida florece a su paso, por cinco minutos solamente, él la vuelve a ver con el cabello suelto, la sonrisa perfecta y esa piel tersa de la primera vez. Su vestido blanco es un lirio delicado, su cuerpo un frágil pecíolo. Y Urbano la mira desde sus recuerdos, mas luminosa y pura que siempre. Casi perfecta, en medio de la ciudad que se tiñe de naranja durante solo 5 minutos.
Ella se acerca tanto que casi puede sentir su aliento frutado cuando pronuncia su nombre. Urbano en ese momento tiene toda la poesía del mundo atrapada en su boca, palpita en todos sus rincones el poder de la frase que no alcanza a decir, que se queda atrapada por la amalgama de su saliva otra vez. Atrapada por esa emoción de volver a verla solo por 5 minutos.
Ella se acerca en actitud de besarlo, pero pasa de largo hasta dejar su risa musical sobre su oído izquierdo, dejándolo inmóvil, sin palabras para decir. Completamente tonto, con ella tan cerca y sin tener nada que la convenza a quedarse, excepto ese abrazo silente que sueña darle desde que la conoció. Ella se va y su abrazo se pierde en la nada, cuando su cuerpo desaparece entre las manos de Urbano y la ciudad se vuelve a teñir de gris antes que alcance a decir una palabra que lo haga sentir humano.
Ella se acerca en actitud de besarlo, pero pasa de largo hasta dejar su risa musical sobre su oído izquierdo, dejándolo inmóvil, sin palabras para decir. Completamente tonto, con ella tan cerca y sin tener nada que la convenza a quedarse, excepto ese abrazo silente que sueña darle desde que la conoció. Ella se va y su abrazo se pierde en la nada, cuando su cuerpo desaparece entre las manos de Urbano y la ciudad se vuelve a teñir de gris antes que alcance a decir una palabra que lo haga sentir humano.
Atardece poco a poco en la mirada de Urbano, hasta hacerse gris y oscura como todos los días. La ciudad vuelve a ser de concreto, los jardines se marchitan, el asfalto vuelve a crujir bajo sus pies cuando él se dirige a casa. El reloj vuelve a correr y él siente su correr implacable en el oído en donde hasta hace poco su risa tintineaba feliz y serena.
El reloj vuelve a correr, la ciudad vuelve a su movimiento habitual de indolencia diaria, pero la vida de Urbano en cambio, se queda inmóvil hasta el siguiente día cuando el reloj vuelva marcar la hora exacta en que la ciudad se tiñe de naranja y aparece una mujer vestida de lirio, para decirle desde algun sueño: Despierta, Urbano, despierta...
11 comentarios:
Es como me suelo sentir yo a menudo... muy bien Laura, muy bien.
Pero ya sabes...
"Todos los bienes de este mundo, todas las grandezas, todas las emociones, se pueden ver en las risa de una mujer enamorada. Todas las artes buscan desentrañar el eterno misterio... todas las filosofias, buscan la solucion a la eterna pregunta, y al final, todos esperamos que ese sueño se haga realidad".
Un saludo de Edem
¡qué tío tan quemado!
lo peor de todo es que abundan.
saludos y respiros de alivio por saber que
el loco del otro post se fue a perseguir otra ilusion
¡Bravo! ¡Bravísimo!
El tiempo sólo acusa cuando nuestros esquivos ojos apuntan hacia él. Nadie puede cantar todo lo sentimental y lúdico de nuestros escasos instantes de verdadera existencia...
Al final de cuentas, ¿a quién le importa?... A tí, a mí... A los que nos detenemos en cualquier lugar, a existir...
Me parece que el tiempo se detuvo por cico minutos.... me has hecho recordar un cuento de Gabriel Garcia Marquez que se titula "La mujer que llegaba a las seis"... aunque el final es diferente.
solo dile que se levante... y dile tambien ohayou de mi parte... suerte besitos.. chaoo
Asi que el Chukustako volvió a la vida...andará nuevamente en búsqueda de la Novia Evaporada?
Si, los finales siempre son diferentes, George.
Enzo, Kimie: Gracias por leer.
...la vida no son mas que 5 minutos....me parecio muy bueno,te atrapa y te deja girando como un trompo...cuantas vces fui lo que leo
salud y mas que suerte
me parecio un poco triste la historia, al decir verdad bastante triste, cierta parte de tu historia me hizo recordar una pequeña y corta epoca de mi vida, sin sentido y cronometrada, sin salidas ni entradas, me encajone mimeitzandome con la ciudad sin oir sin hablar
saludos
Si, a veces la vida noe s mas que 5 minutos, cuando se cierran ojos y oídos al mundo real y se vive aferrado a una ilusión.
Que bueno que estés de vuelta Fire.
Gabriel: Espero que la historia no haya sido tan triste como para quitarle la sonrisa.
Antes de ayer Urbano era un paranoico perseguidor de inocentes soñadoras, hoy los sueños lo persiguen a él.
Publicar un comentario