miércoles, octubre 11, 2006

Reflexiones de Water

Ayer mientras leía una revista "Somos" en mi lugar favorito de la casa: El baño, me di cuenta que acaso fuera Rafo León, uno de mis columnistas favoritos. Dado que el artículo era de Diciembre del año pasado y que aun así me suscitara el interés de leerlo de principio a fin y aun sonreír, con esa acotación final que hacía, deseándole a toda la sociedad limeña que se pudra y Merry Christmas, era obvio que el conocido periodista se acababa de convertir en uno de mis favoritos.

Sin embargo eso no significaba que me haga repentinamente socia de algún club de fans clandestino, o tener que quemar mi sostén en público como si de Bono se tratara. Sonreí al pensar que por gente menos importante, alguien con actitudes fanáticas propias de colegial enamorado, podía llegar a escribir cartas apasionadas jurándole lealtad eterna. Me pregunté entonces si yo lo haría o si lo había hecho alguna vez. Si existía un tipo, por el cual, en mis años adolescentes hubiera comenzado a escribir o a dedicarle cartitas de admiración, para que sepa que existo.

Ahora me doy cuenta que no…y eso es triste, porque probablemente jamás estuve tampoco enamorada de nadie de carne y hueso.

A pesar de que la escritura podría ser interpretada como uno de mis recursos para conquistar gente, jamás lo utilicé para eso. Estaba claro, que todos los tipos en los que me interese de mas niña, eran algo analfabetos en cuestiones de cartitas femeninas que no dijeran el típico “me gustas” o “te quiero”. Si yo enviaba una de mis cartas llena de filosofía adolescente del porqué de la vida o el amor, iba a ser interpretada como una suerte de misiva Islámica y desechada en el acto. A esa edad los hombres andan mas preocupados en el fútbol y en que las mujeres digan las cosas claras, para ir directo al grano. Ahora que me pongo a pensar, esa situación masculina no cambiaría con la edad.

Si lo analizo bien, tal vez fuera por que olía ésta incomprensión intrínseca al género masculino, que jamás me enamoré de alguien de carne y hueso en el colegio y mucho menos se me ocurrió enviarle algo escrito, ya sea carta, poema, acróstico o dibujito coloreado a plumones. ¡No! Eso jamás. Yo andaba enamorada como muchas de las adolescentes de la época de un lampiño Alejandro Sanz, cantando que pisaba fuerte o lagrimeando por el carita de flaca de Axl Rose, cuando entonaba “Don´t Cry” con esa voz de gárgara de clavos que lo caracterizaría tanto.
Eran los 90´s y Kevin Costner asomaba su media sonrisa por cualquier película que se estrenara, mientras yo trataba de quemar cualquier cassette y poster dejado por mis hermanas en casa, que hiciera alusión a Michael Jackson o a Luis Miguel.

Para mi eran tiempos de cambios trascendentales, todo parecía ser visto por primera vez, la vida era una llanura larga para comenzar a ser recorrida a prisa, antes que nadie, hasta el cansancio. Todo era posible, conocer al cantante favorito, visitar París o Egipto, ganar un premio en investigación , escribir un libro. Casarse con un tipo que sepa leer…
Sin embargo solo estaba atravesando una época empalagosa y patética por la que todos pasamos con algunas heridas de guerra, fruto de los amores imposibles, de los cambios en la imagen corporal o simplemente del acné y los evidentes cambios hormonales.

No sé como se puede sobrevivir a la adolescencia, creo que es la gran victoria del ser humano contra la situaciones adversas. El cuerpo revelándose en erupciones diarias y transpiración copiosa, mareas hormonales que te hacen pensar en besos con capacidad de explorar la laringe cada minuto del día, imágenes depresivas de adónde voy o ¿para qué carajo estoy viva? Y la decisión de que hacer con el futuro cuando no se tiene una puta idea de que hacer con el presente.

Comencé a hablar sobre mi admiración por los artículos de R. León y termino dándome cuenta que jamás estuve interesada en ninguno de mis compañeros adolescentes, que no hubiera escrito una letra por esa tira de manganzones. Que la primera carta de casi amor que envié fue a mi novio universitario, con el cual llegaríamos luego a vivir una relación epistolar que posteriormente casi termina a pistoletazos, cuando después de 4 años yo me di cuenta que quería seguir libre para buscar el verdadero amor. ¡Que imbécil!

Creo que me voy a almorzar, hablar de las mareas hormonales me ha hecho sentir una ansiedad e incomprensión propias de adolescente bulímica.

16 comentarios:

Laura Martillo dijo...

Fe de erratas, en lugar de decir "Que imbecil!" coirrespondía decir "Qué cojuda!"...pero lo de lisurienta al escribir me lo limaron con piedra pómes.

Anónimo dijo...

Antes de patear de una vez por
todas el tablero, esta vez no quedaran dudas, no habran
titubeos...dejo patentando aqui que aborrezco con una enormidad de montaña asiatica al rafo leon, aqui me bajo yo de este blog y para siempre, y lo digo publicamente por si me arrepiento despues, pero igual da si lo diga
o no, si solo soy un fantasma que comenta y que no recibe replicas ni nada, pataletas de figuracion diras seguramente, pero no nada, lo que debi de hacer mucho tiempo
atras hoy lo hago, al mas puro estilo kamikaze, pero no mejor no me estrello contra tu blog, solo me largo y para siempre y punto, y claro que tengo mi merecido, pero de los palos tambien se aprende, hasta siempre laura, si alguna vez me arrojaste de tu blog, ahora me voy solo, me voy a lamer mis heridas a otra parte, pues hay muchas batallas que se vienen y este perro quiere estar bien antes de enfrentarlas.

JUAN CARLOS GUERRERO -ESPARTAKO.

Edem dijo...

No creas... yo en cambio si era el romantico. De esos que regalan rosas a las mujeres, de esos que les hacen poemas de amor.
Y nada. Al final, no se si era peor o no. Acababan viendote como "algo raro". Claro, la mitad de ellos no habia leido un poema en su vida, a menos que fuera obligado. Intentarlo era casi una lucha epica.
Y las pocas que lo entendian, acababan siendo mis amigas, o "las chicas de alguien". Nunca las mias. Eso a la larga frustra mucho.
Por no hablar de la actitud de las propias mujeres, claro. Personalmente, les gustaban mis regalos. Mis poemas, los ositos, las rosas. Pero en publico... Niente.
No solo se debe saber a quien se escribe, sino pensar si lo entenderá. O su acto, por lo menos.
Bueno Preciosa. A el no se, pero espero que a mi no me ignores, por favor.
Un saludo de Edem.

Gabriel dijo...

escribir o no escribir tus sentimientos por alguien muchas veces no define o concluye en si amaste o no, muchas personas lo expresan de distintas formas desde las mas parcas hasta las mas empalagosas... menos mal que no utilizaste tu versatilidad literaria para enganchar con alguien

Ana dijo...

Jeje, Doña Laura, la adolescencia!
Me has hecho reír al recordar muchas cosas. Tampoco me enamoré, ni escribí mensaje alguno, ni patético , ni chicloso. Me parecía de locos que las niñas del colegio morían por robar el pañuelo de un gordo que se sentaba frente a mí.
En fin, que se despierta luego, o se duerme una (depende cómo se vea).
:D
Saludos!

CARLOS ARTURO GAMBOA dijo...

Cuando de adolescencias se trata, las heridas florecen..alguna vez le regalé un poema a una chica en el colegio, ella se quedó mirándolo, creo que no sabía leer la tarada, y luego me lo devolvió diciéndome: no entiendo nada!!!Ese día entendí que el arte y el amor riñen, pero seguí insistiendo..
te invito a insistir, que tal si me regalas una flor virtual?
Saludos y abrazos de ex-adolescente

Anónimo dijo...

Leí tu último post y me hizo pensar en mis primeras cartas de amor, yo si escribí esas cartitas cuando estaba en cuarto de secundaria y las intercambiaba con mi profesora de Inglés, con la que tuve mi primer romance lésbico, qué recuerdos, mi profesora escribía muy bien, una de las cosas que me hizo enamorarme de ella. Lástima una noche mi hermano mayor me descubrió las cartas y antes de que él las pudiera leer tuve que ir corriendo al baño y jalarlas, qué pena, me encantaría haberlas conservardo.


Marea

Laura Martillo dijo...

G:
Pero tan malo hubiera sido utilizarla con alguien?

te recuerdo que gracias a mi "versatilidad" como la llamas, casi me termino casando y teniendo la vida perfecta que mi madre me reclama hasta hoy, haber rechazado de un manotazo.

Edem dijo...

Somos el resultado de nuestras elecciones. O de hacer o no hacer algo.
Pero piensa, que entonces la Laura de hoy no existiria. Quizas ni siquiera tuvieramos este post hoy.
Asi que, me alegro de que no la usaras. Me alegro de haber conocido a esta Laura.
Edem

Angélica Camacho dijo...

A mi tampoco se me ocurrió nunca escribir nada en serio para alguien, solo bromas. Todas mis letras (de amor y desamor) han quedado guardadas en mis diarios. Ahora hasta me averguenzan.

George dijo...

este término no lo entiendo: "misiva Islámica", quiere decir que era una bomba??... qué mal.

Alguna ves si me escribieron uan carta de amor, hasta ahora trato de decifrar la letra...

jose Fernandez de Villalta dijo...

Amores tempranos,
adolescencia falsa inocencia
errores humanos, escritos paganos.

¿Porque nunca nos cansamos?, Laura
de reyes o paganos que por falso amor evilecen nuestras manos y .....
sudamos cual marranos ( chanchos)
Besos gemelos

Anónimo dijo...

yo solo he escrito una carta
tambien
solo me he enamorado una vez


mas o menos
entiendo

Carlox dijo...

yo creí estar enamorado varias veces de personas de carne y hueso, quedó claro que no sirvo para amores largos pues no puedo admirar tanto tiempo a una persona.

Laura Martillo dijo...

Si, hubiera sonado subversivo hablar de amor en esos tiempos, por eso era una misiva islámica.

Chalo dijo...

A ver, déjame recordar. Alguna vez intenté escribir poesía. Era fatal, felizmente ya no lo hago. La señorita que me inspiró durante el colegio fue mi fugaz enamorada diez años despues. Rompi totalmente el encanto y me alegro de jamas haberla hecho partícipe de los lastimeros sonetos que mi afiebrada cabeza de quince años produjo.
La prosa, en cambio, siempre me salió mas sincera. Pero tampoco se la dediqué a nadie. Con la única persona que intercambié cartas, estas fueron mas de duro reproche que de sublime enamoramiento.
Posts en el blog si he dedicado algunos, pero lastimosamente las dedicadas no se dieron por aludidas.
En fin, tal vez deba encontrar alguien a quien poder dedicarle una historia. O dos.

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