sábado, febrero 11, 2006

Farfalina


El me ofende, me hiere, me tortura. Me pregunto si es feliz haciendolo, si se siente liberado de sus frustraciones diarias cuando consigue ponerme triste. Me pregunto porque existen las personas, que habiendoles mostrado el todo, lo utilizan en tu contra. Porque existen ese tipo de seres, que pretendiendo ser inteligentes, te mancillan sin notarlo.

Su hablar es vulgar, pero no por lo que diga, sino por la pasion que le imprime. Me pregunto si solo es asi conmigo, si yo he logrado que se muestre tan felino, si yo lo he incitado a perder los estribos con ese vomitar incesante de palabras huecas.

Yo soy la necia, la que se equivoca. La que penso que detras de una nariz bonita y una bella sonrisa podia existir un tipo a quien amar. Me equivoco siempre, los mas inocentes son los mas dañinos. Es una pena llegar a creer y equivocarse.

Al hablar su rostro me recuerda la de los niños que torturan con su lupa mariposas. ¿ Cuando se cansara? Me pregunto cuando dejara esa actitud estupida...Creo que nunca, es mejor no esperar y alejarse a tiempo. Las mariposas que dan vuelta a las velas que parecen luminosas siempre se terminan quemando.

4 comentarios:

NAUFRAGATOR dijo...

si fueran inteligentes no te mancillarian.

NAUFRAGATOR dijo...

del dia a la noche hay solo una diferencia ,pesadillas.

Anónimo dijo...

Gracias por dedicarme estas líneas, Laura. Pero déjame decirte que es sintomático que te sientas "la pequeña de la casa", "la doctorita", como tú dices. Me imagino que es esa tendencia a mirarte en el espejo, a solas, sin más punto de referencia que los objetos de fondo, lo que te preserva como niña a través del tiempo. Esa creencia te libera de todo mal, de toda culpa, de toda responsabilidad. Tú sólo sacas las uñas y los colmillos y pretendes que los demás te entreguen la yugular. Si uno se defiende es malo, vacío, frívolo, un mal hombre, un mal animal. Pero resígnate, Laura. No a malos bichos como yo, sino a toda la mala raza de machos despiadados que no te doran la píldora. Son los riesgos de seguir viéndose niña. Son los riesgos de aceptar a los indulgentes y a los sobones como el que te escribe arriba. Son los riesgos de ser autoindulgente. Un beso. César

P.S. Discúlpame que esta vez te responda públicamente... pero nadie sabe quiénes somos ¿no?

Anónimo dijo...

simplemente aprende a que te importe un pito lo que haga ese patan. no te dejes afectar, que eso es lo que le anima a mortificarte mas.

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