miércoles, mayo 03, 2006

Pasear en Bicicleta


Esta tarde salí en bicicleta. Me fui a la playa pedaleando los 10 Km. que nos separan a mi y al mar. Pedaleé con las piernas encogidas y rígidas, desacostumbrada a mi vieja bicicleta y sentí el viento en mis oídos silbando la canción de la libertad y de las alas prestadas que me hacían feliz mientras crecía.

Tomé mi bicicleta roja y me fui por la autopista sin pensar en nada, sintiendo el aroma pueblerino en la nariz, su perfume de pan saliendo del horno y de fruta madura que se vende en carretas. Me fui perdiendo por la carretera negra hasta llegar a los campos verdes, a la acera de cañaverales que no son apreciados cuando se viaja en auto. Me fui adentrando en mi propio cielo de recuerdos escondidos y me encontré.

Ante mi pasaban imágenes de mi infancia inocente, de la confusa y dolorosa adolescencia, de la juventud en viajes en auto con la cabeza apoyada en el vidrio, esperando llegar pronto a donde sea pero llegar. Y recordé personas y cosas que he leído de ellos. Iba escribiendo mientras pedaleaba y sonreía por sentirme libre y en paz como hace mucho no me sentía.

Paralelo a mi iba el mar como una línea azul salpicada de espuma, entre el y yo los campos sembrados se mecían con el viento, cada hebra verde de tierra cultivada era peinada por esa brisa salobre que ahora también me peinaba a mi. Iba en mi bicicleta e imaginé como sería pedalear acompañada de aquellas personas que quiero, pero era inútil, del infierno se sale de uno a uno y cada quien a su tiempo. Esa tarde yo tenia permiso para salir de mi melancolía e ir a pedalear sola y ser feliz. El resto de gente me tendría que esperar en casa.

Llegué a la playa cuando el sol caía detrás de nubes rosadas en un cielo borroneado de gris y azul; y me quede con la piel húmeda sentada en la vereda, viendo las embarcaciones pescando en el horizonte, las gaviotas chillando en el cielo, el mar encrespándose y serenándose en cada ola. Sentada allí estaba en paz, todo el mundo en equilibrio, la arena tostada enfriándose al caer la noche, el océano salado, las gaviotas alineándose en la orilla, el sol muriendo a los lejos y yo.

Tanto tiempo intentando irme de aquí, tantos dramas para irme a algún lugar de ensueño de la mano de alguien a quien amar y ahora todo estaba bien. Nadie podría entender lo que yo siento cuando me pierdo entre los campos verdes, en la pista desierta, en la playa solitaria. Nadie me podría acompañar en esto. Yo tengo la llave de mi ansiado equilibrio. Por algunas horas dejé de temer a mi habilidad para perder a la gente que amo y volví a estar en paz. Luego tomé la bicicleta de regreso a casa y supe que a pesar del viento en contra todo estaría bien.


15 comentarios:

Anónimo dijo...

Seguro que todo estrá bien... la capacidad para perder a la gente que amamos, la capacidad y la posibilidad de hacerlo, hace sean realmente especiales...

Filos en Mundo de Sofía dijo...

Que envidia el paseo, jamás aprendi a andar en bicicleta, y creo que despues de vejes biruela, se veria muy mal jajajaja.

saludos.

Elva*

Anónimo dijo...

Un paseo trascendental, un paseo reflexivo y también liberador.

Lo que hace la la brisa y la inmensidad del mar...

Gracias por la visita Laura, nos leemos.

Laura Martillo dijo...

---> K.
Muy cierto...solo tememos perder a la gente que es posible amar deseperadamente.

--->Elva:
Mi madre cumplio su sueño de aprender a montar en bicicleta a los 50, asi que creo en que todo es posible mientras haya determinacion.

--->Viollacea:
Los paseos en bicicleta son mejores que escribir...el problema es que uno siempre vuelve.
Gracias a ti.

Anónimo dijo...

Hola Laura. Tu post me ha transportado de vuelta a mi niñez y adolescencia. Cuantas horas, días, meses y años disfruté del mar y su cercanía. Me gustó que escribieras "...y supe que a pesar del viento en contra todo estaría bien." Abrazos.

Natalio Costurero dijo...

mi paseo en bicicleta es leer este post......

nacho dijo...

Más que pedalear, parece que has paladeado.

D for disaster dijo...

ah!
mi cleta también es roja, y también tiene alas.
bueno, es roja la que tengo aquí, pero yo no vivo aquí, yo vivo en mi casa, allá tengo una negra.
entre aquí y mi casa, hay seis pisos ecológicos de por medio.
en ambos casos, mis bicicletas me llevan a los sitios más bonitos de aquí y mi casa, eso es bueno sobre todo cuando siento que tanto aquí como mi casa son una perfecta mierda.
lo mismo cuando siento que yo soy una perfecta mierda.
así, ya no me parece tan malo volver.

Unknown dijo...

Que rico, sabes es lo mismo que siento al rodar con el viento como compañero de viaje, libre e independiente te hace sentir envidia de las aves, los que te quieren y tu quieres siempre están ahí contigo aunque no nos veas, solo tienes que sentirnos por cierto te acompañaría con gusto.

junio dijo...

Tu alegría me ha contagiado, sin embargo, no lo suficiente como para dejar de maldecir mi habilidad para espantar a la gente, así que no puedo estar en paz. Pero te leo, brotan sonrisas y sí quedo un poquito alegre.
Es muy bueno y cierto eso de que del infierno se sale de a uno. Es muy bueno y cierto eso.

Ursula dijo...

Un paseo en bicicleta puede tener un efecto liberador... Yo también tengo una bicicleta roja y cuando salgo a pasear en ella, me desconecto un poco del mundo y sus preocupaciones y regreso a casa renovada, y de paso con algunos gramos menos...
Saludos!

Anónimo dijo...

Creo entender lo que se siente cuando uno se pierde en los campos verdes.

Cuando tomas tu bicicleta y sales, sólo sales, mientras los demás, las cosas, se quedan allá atrás.

Yo también tuve una bicicleta, no recuerdo el color, me parece que dorada, lo que recuerdo es el ruido de las llantas, de los rayos, si tomaba la precaución de ponerles un globo.

Me la robaron hace mucho tiempo, en mi adolescencia, y desde entonces no he vuelto a subirme en ella.

Tomar la bicicleta no suena mal, por más que el viento venga en contra.

Un beso con las piernas encogidas.

Y un deseo genuino que la serenidad permanezca.

aus dijo...

Regresar un poco a la infancia, a los pasajes felices que hay en la memoria, es una gran terapia; qué bueno que te lo permites y te encuentras con la paz de la niñez, a veces eso equilibra.
Un abrazo por los gratos recuerdos.

Laura Martillo dijo...

Gracias a todos los que me acompanhan en este recorrido diario por los recuerdos. caminemos.

XIGGIX dijo...

Hey, q hay ropa tendida!, ando por los cincuentas y aun pedaleo velozmente intentando alejarme de mi capacidad de alejar a los q me quieren de verdad
amo los lugares desiertos y mi bikla es verde, esperanza?
te deseo lo mejor

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