- Deberías conseguirte una amiga...- me decía alguien
- No deberías contármelo todo...- dijo otro
- Piensas demasiado...- dice mi hermana.
A veces olvido los motivos por los cuales me siento más cómoda escribiendo que hablando con las personas. Es que escribir para mi no solo es ese placer de contar un determinada historia, de inventar un relato, de hacer ironía de algunos momentos comunes, que le ocurre a la gente común.
Escribir es mi forma de escape, para no seguir perdiendo amigos cuando decido contar que es lo que pienso o como es que realmente me siento.
- Tus crisis de existencialismo- las llaman algunos
-Tus fases de persona bipolar-dice otro
-Tus días de premenopausia- comenta mi hermana
Yo pienso demasiado. Vuelvo mil veces sobre los mismo círculos. Repaso la idea original hasta exprimirla de todas sus esquinas y saber el por qué, intentar conocer el por qué de todo.
Esa es mi verdadera vocación, llegar hasta el fin del asunto. Dejar de suponer que la respuesta inicial es la verdadera. Dudar de todo hasta encontrarle el sentido, para poder dormir tranquila y hallar otro problema para resolver. Esa es la única explicación para que haya elegido la medicina como carrera y no las otras. Jamás entendí biología y las teorías sobre doble membrana celular. Mi profesor era demasiado bestia, yo demasiado tonta. El método de enseñanza tan obsoleto, que decidí que a pesar de todo mi asco por la sangre y otros fluidos, yo sería médico, para poder explicar en parte el misterio de la vida, que nadie me podía hacer entender por completo.
-Tu hija debería ser investigadora. mejor si es abogada- decían mis profesores.
-Tu verdadera vocación es el derecho, no la medicina- dice mi viejo.
-Si sigues jugando a la filosofía vas a terminar loca como el tío I.- sentencia mi hermana.
Ahora me alegro haber elegido medicina, pues la visión del dolor y de la materia interna del ser humano la aprendí bien. Mas no el por qué de sus intersticios. Nadie me pudo explicar el misterio de la vida, de las relaciones, de esas cosas abstractas sobre las que yo me preguntaba tanto. Esas son cargas que me siguen pesando.
Cargas que intento descubrir, para hacerlas mas livianas. Y poder dormir en paz.
¿Por que hay gente que puede comer, domir y follar para ser feliz y eso para mi no es suficiente?
Hoy después de hablar de nuevo en círculos, me di cuenta que ya no le podía hacer eso a alguien más. Mis novios no me lo habían soportado, mis amigos habían huido, mi familia prefería ignorarme. Escribir era la única forma de que mi palabra no caiga al vacío, ni mi voz volviera a ser desechada. Ya no me agradan las charlas en vivo.
A diferencia de una charla en tiempo real, el hacer largos monólogos me permite explayarme sin peros, hasta culminar una idea y le permite a mi interlocutor, coger ese pedazo de vida y leerla cuando le plazca, en la madrugada, en la noche, a mitad del almuerzo. Yo no interrumpo a nadie con mis vainas, solo las dejo ahí , para que alguien las lea el momento que quiera sin sentirse importunado por mis reflexiones, a veces depresivas, muchas veces ilógicas.
Solo que me tome cuando desee y me rechace mientras yo no estoy viendo. Como a una mujer normal.
Me agradaban los monólogos, yo me extiendo y hablo sin preocuparme si estoy pareciendo loca, rara, triste o cualquier adjetivo antojadizo de mi ocasional lector. Solo hablo y ya.
Hoy supe que ya no podía contar ni siquiera con los amigos. Ni esperar a tener una pareja para hablarle de todas las cosas que se me ocurren. De todas esas ideas a las que doy vueltas y trato de hallar un razón, relación, reacción… No carajo! Nadie me tendría suficiente paciencia. Porque en general las personas necesitan dar respuestas antes que les digas lo que estás preguntando. Necesitan callarte antes que termines de hablar.
Necesitan decir ¿Cómo estas? Pero como una frase de cortesía,
A nadie le interesa realmente como estoy…ni todo lo que pensé hoy. Empezar a hablarlo sería idiota. A lo mejor solo necesito un psicólogo para decirle todo y ¿quién sabe? a lo mejor también se aburriría. y me miraría como el que ahora me lee con cara ladeada y mueca de no entender una mierda.
Hoy salí a caminar, necesitaba hablar con alguien, pero sabría que nadie me escucharía y que yo ya no podría hacerle eso a nadie. Decirle quiero hablar y abrir la boca para empezar un monólogo que no acaba nunca. Hoy salí a caminar y me sentí tan solita en el mundo, como hace miles de años en que no culpaba al amor o a esos sentimientos tontos, de mi soledad. Solo detectaba mi soledad como esa sensación de tener que hablar para adentro pues nadie resistiría escucharme el tiempo suficiente. De que si abría la boca, parecería la lunática que lee mas de loq ue debería y piensa esas vainas bque todos desean olvidar pra dormir tranquilos.
Salí a caminar, llegué a la iglesia y estaba cerrada. No sabia que cerraran las iglesias. Me dolió el saberlo. Porque en este tiempo en que son tan caros los psiquiatras, deberían dejarle al ser humano común, sentarse en una banca en completo silencio y creer que le puede confesar sus secretos a alguien a quien no interrumpirá demasiado. A un Dios invisible que puede estar en todos lados menos en un templo cerrado con llave y adornado como para un faraón.
La iglesia estaba cerrada y yo, una atea confesa necesitaba hablar y me quedé afuera. Solo estaban abiertos los bares. Seguramente es mejor y socialmente aceptable que un ser humano hable todo lo que piensa cuando está con el cuerpo adormecido, la lengua tiesa y la cara desencajada por el alcohol. Seguramente es mejor decir que tienes por vicio el alcohol, a decir que estás tan sola que necesitas un psicólogo para hablarle de lo que pensaste hoy.
Estoy algo tonta. He caminado varias calles para hallar un ciber/cabina abierta y poder escribir lo que deseo. A lo mejor mañana me lea alguno de mis amigos y me diga que puedo contar con él, pero yo se que no es cierto. Tengo demasiada filosofía en mi cabeza para compartirla con alguien más. Demasiadas idioteces existenciales como diría alguien mas listo, para aburrir a algún amigo de carne y hueso y a todo color durante una charla en tiempo real.
Necesito un maldita lobotomía y dejar de pensar. Necesito ser como cualquiera. Necesito aprender a beber.
- Deberías tomártelo easy- dice alguien.
- Deberías fumarte un batecito hoy- dice otro más.
- Deberías dejar de buscar y dejar que te encuentren- dice otro.
Yo creo que debería dejar de esperar.